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Las “brumas” del volcán Puyehue inspiran a Lecuona

Para su nueva muestra «Brumas», Juan Lecuona dice haberse inspirado en la larga espera que padeció en el aeropuerto de Bogotá a causa de las cenizas del volcán Puyehue.
Como es bien sabido, el volcán Puyehue en el cordón Caulle de los Andes, al sur de Chile, entró en erupción tras 51 años de silencio con una explosión que provocó una columna de humo de 10 kilómetros. Este hecho lamentablemente tanto para los chilenos como para los argentinos por el avance de la nube y sus cenizas fueron el motor inspirador para el artista en su nueva serie de obras. En general, Lecuona había investigado sobre el infinito y luego el automatismo y la libertad.
Supedita un poco la geometría a la necesidad de figurar «inscripciones de la memoria» como lo expresa el propio artista.
A Clement Greenberg, quien a mediados de la década del 40, contribuyó al afianzamiento del arte moderno estadounidense, la abstracción expresionista o pintura en acción, debemos los conceptos según los cuales el arte es estrictamente una cuestión de experiencia, no de principios, de búsquedas, ni de normas y de cánones.
«Lo que cuenta es, en primer y último lugar, la calidad, todo lo demás es secundario», decía Greenberg. Según él, nadie, y menos aún los enemigos del arte figurativo, ha sido capaz de demostrar que la representación, en cuanto tal, aumenta o disminuye el mérito de una pintura. Suponer que una clase de arte tiene que ser invariablemente superior o inferior a otra, equivale a juzgar antes que investigar.
Toda la historia del arte está ahí para certificar la futilidad de las reglas de preferencia determinadas de antemano, o sea, es imposible anticipar el resultado de la experiencia estética. Para Greenberg, la idea de autocrítica es el fundamento del arte moderno, en el sentido de la pintura, desde la segunda mitad del siglo XIX, se transformó en una crítica de la pintura, fijando los límites en su propio lenguaje.
Juan Lecuona (1956) presenta, a través de sus telas, una actitud que opera según la perspectiva de la abstracción expresionista y postexpresionista, teorizados por Greenberg y, a la vez, rescata elementos simples- en una trayectoria relacionada con el informalismo, versión europea y latinoamericana de la pintura en acción, que sintetiza con aportes de la geometría sensible.
Se trata de un revival, de una amalgama entre concretismo y abstractismo, sin demasiados antecedentes, uno de ellos, qunque sus propuestas eran distintas, es aquel del llamado «Grupo de los Ocho» (Afro, Birolli, Corpora, Morlotti, Moreni, Santomaso, Turcazo y Vedova), guiado en la Italia de 1952-54 por el gran historiador y crítico Lionello Ventura, con el título de abstracto-concretos. En rigor, estos pintores estaban ligados al informalismo, sin adhesión ninguna a los postulados del arte concreto o geométrico, pero este revival ha sido concebido con el criterio y la ideología de la postmodernidad: la recuperación idealéctica (teórica y práctica) de formas pertenecientes al pasado, aun para el modernista.
En ese contexto, el pasado es objeto de las indagaciones de Lecuona, que él inicia por el suprematismo y el constructivismo ruso (1913-30). Como ocurrió con los artistas de esos movimientos seminales (Malevich, Tatlín, Lissitski, Rodchenko, Gabo, Pevsner), las formas elaboradas por Lecuona no son imágenes sino estructuras que generan la pintura, que la hacen realidad, que la exteriorizan.
Cada tela aparece, de ese modo, como el fragmento de una producción que constituye una serie, capaz de continuar hasta el infinito. Ninguna tela está acabada en sí misma, ya que cada una pertenece a un proceso cíclico, del cual es una parte, un instante. A partir de la abstracción, los suprematistas y los constructivistas buscaron un ordenamiento de elementos no figurativos. Su voluntad de controlar las formas propias de la obra de arte y hallar un lenguaje claro, encuentra su sustento en la geometría (Malevich, un ex cubista, pinta «Cuadrado negro sobre fondo blanco», hacia 1913).
La abstracción expresionista, cuyo numen fuera Jackson Pollock, tiene que ver con las vertientes desechadas por suprematistas y constructivistas. Sin embargo, no todos los pintores en acción trabajaban con los mismos cánones: William de Kooning y Franz Kline optaron por contrastes de formas, Mark Rothko y Robert Motherwell se remitieron a las tonalidades cromáticas, pero tampoco faltaron los geometrizantes: Barnet Newman, Ad Reinhard, Kenneth Noland. En cierta oportunidad, preguntando sobre los artistas extranjeros que mas lo atraían, Lecuona citó a Kooning, Motherwell y Norland.
Al menos desde el punto de vista histórico, la elección es razonable, porque los tres (aunque no sólo ellos) adelantaron en cierto modo lo que en la década del 60 el propio Greenberg denominaría Post- painterly abstraction (abstracción postpictorica, o sea, postexpresionista), para identificar a algunos creadores que revalorizaban las propiedades objetivas del color y sus efectos de transparencia, vibración y profundidad.
A todas estas aportaciones nos referíamos al abordar la producción de Lecuona, una síntesis recreativa que indaga de manera crítica en el pasado del arte moderno.
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