17 de mayo 2010 - 00:00

Pese al escepticismo de EE.UU., Lula anticipa un acuerdo con Irán

Luiz Inácio Lula da Silva fue recibido como un aliado por el iraní Mahmud Ahmadineyad. El brasileño busca anotarse un éxito como mediador en el conflicto nuclear o, de no lograrlo, como promotor de las empresas de su país en un mercado que estaría sujeto a nuevas sanciones occidentales.
Luiz Inácio Lula da Silva fue recibido como un aliado por el iraní Mahmud Ahmadineyad. El brasileño busca anotarse un éxito como mediador en el conflicto nuclear o, de no lograrlo, como promotor de las empresas de su país en un mercado que estaría sujeto a nuevas sanciones occidentales.
Teherán - La polémica intención de Luiz Inácio Lula da Silva de convertirse en persuasor de la teocracia iraní podría haber arrojado un principio de acuerdo, luego de una extensa jornada de negociaciones en Teherán, de las que participó también el primer ministro turco, Tayip Erdogan. El canciller turco dijo que hoy se conocerán detalles de un plan para controlar el inconsulto programa nuclear iraní, aunque Estados Unidos y otras potencias atómicas se mantienen escépticas, dados los reiterados incumplimientos y amenazas del régimen de los ayatolás.

El ministro turco de Relaciones Exteriores, Ahmet Davutoglu, dijo que hoy habría un anuncio formal después de la revisión del documento por parte de Lula; de su par iraní, el ultra Mahmud Ahmadineyad; y de Erdogan, que viajó ayer imprevistamente a la capital iraní. «Sí, se ha alcanzado (un pacto) después de casi 18 horas de negociaciones», dijo el ministro turco.

En el mismo sentido, después de sostener conversaciones con Ahmadineyad y también con la máxima autoridad iraní, el ayatolá Alí Jamenei, Lula dijo que «el nivel de esperanza ha aumentado».

Última oportunidad

La gestión de dos días en Irán del presidente brasileño, quien actúa como un «outsider» frente a la estrategia de la Casa Blanca y sus aliados del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (Gran Bretaña, Francia y, en los últimos meses, Rusia), probablemente sea la última oportunidad del régimen fundamentalista de evitar una nueva ronda de sanciones internacionales.

Quedaría por resolver el veto de China (quinto integrante del Consejo), que se opone a las medidas que reclama, sobre todo, la Casa Blanca.

Un plan respaldado por la ONU ofreció a Irán en octubre enviar a Rusia y a Francia 1.200 kilogramos de su uranio de bajo enriquecimiento -suficiente para fabricar una bomba nuclear si es purificado- para convertirlo en combustible que sería usado en un reactor de investigación en Teherán. El esquema apunta a evitar que el material sea desviado a usos militares.

Posteriormente, Irán dijo que sólo intercambiaría su uranio por material altamente enriquecido y que ello sólo ocurriría en su propio territorio, condiciones inaceptables para casi toda la comunidad internacional.

Teherán niega las sospechas de que procura construir la bomba atómica, pero no cede a la revisión externa.

«Voy a Irán porque se agregará una cláusula a la propuesta que dice que el intercambio tendrá lugar en Turquía», dijo Erdoyan al partir a Teherán.

«Tendremos la oportunidad de comenzar el proceso respecto del intercambio», dijo. «Garantizo que hallaremos la oportunidad de superar estos problemas, si Dios quiere».

En tanto, Jamenei, que tiene la última palabra en las cuestiones nucleares de la República Islámica, dijo que «Estados Unidos está molesto por la proximidad de países independientes como Irán y Brasil. Es por eso que hicieron un alboroto de cara a su viaje (de Lula) a Irán», en un aval difundido por la TV persa seguramente no muy celebrado por la Cancillería brasileña.

Modelo

En otra ponderación del viaje de Lula, Ahmadineyad dijo que «los poderes hegemónicos pertenecen al pasado mientras que Irán y Brasil pertenecen al futuro, y la cooperación entre estos dos países podría ser un modelo apropiado para los países independientes y en vías de desarrollo».

En tanto, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, había marcado el tono de las expectativas de su Gobierno en torno a la gestión de Lula, al afirmar que el brasileño tenía que «trepar una montaña». «Creo que no tendremos ninguna respuesta seria de parte de los iraníes antes de que el Consejo de Seguridad actúe», había sentenciado Clinton.

«No sé con base en qué las personas dicen eso», respondió el presidente brasileño antes de empezar la visita a Irán. Brasil «es un país amigo que quiere ayudar a otro amigo a evitar que ocurra algo peor», se arriesgó a afirmar Lula.

Agencias Reuters y DPA

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