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Rechiflao en tu inconsciente

“Me duele una mujer”, de Manuel González GIl, atrapa por sus actuaciones y por su mirada zumbona sobre las fantasías masculinas.
Sólo un porteño de ley recurriría al tango y al psicoanálisis para sanar una herida amorosa. Y Miguel, un profesor de filosofía desgarrado por el abandono de su joven pareja, se sirve de estos dos recursos para regodearse en su dolor. El hombre cree ver a su amada en todas las mujeres que se le cruzan y se comporta como un adicto en pleno brote de abstinencia. En realidad, sufre como cualquier otro individuo al que un día dejaron de amar. Pero el drama de Miguel -un papel bien delineado por el actor y cantante Adrián Batista- encuentra su atractivo y peculiaridad en sus permanentes confrontaciones con dos simpáticos alter egos (Luis Longhi y Omar Kuhn). El primero es carnal y arrebatado ("puro Ello", como diría un freudiano); el otro es más romántico e intelectual, y entre ambos complotan para rescatar al protagonista de sus torturados soliloquios. No obstante, el principal campo de batalla tiene lugar en el consultorio de la analista, una profesional bastante autoritaria que procura sacarlo de su parálisis con intervenciones implacables. Es una psicoterapeuta de trazo grueso y métodos muy discutibles; pero ante un paciente tan obcecado, uno termina dándole la razón y agradece su humor cruel y afilado.
Fernanda González Caride también encarna con soltura a otras figuras femeninas, de muy distinto carácter y condición, en las que el protagonista proyecta la imagen de su ex novia. El espectáculo tiene la impronta de Manuel González Gil, ya sea por su tierna evocación del universo tanguero (también presente en "Gotán", "El romance del Romeo y la Julieta", "Un amor de tango") o por sus reconocibles personajes masculinos que exhiben sin pudor su lado más emotivo y sentimental, tal como se vio en "Un mundo de Cyranos", "El diario de Adán y Eva", "Por el placer de volver a verla" y otras obras anteriores.
Sin ser una comedia musical, "Me duele una mujer" cuenta con un amplio cancionero. Y aunque la eficacia de cada tema está fuera de cuestión, su número resulta excesivo. Una mayor síntesis y condensación también favorecería la evolución de esta historia que se extiende en demasiados capítulos. Aun así, la pieza atrapa por sus actuaciones y por su mirada zumbona sobre las fantasías masculinas.
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