12 de diciembre 2013 - 12:33

Se acabó el tiempo de las leyes; viene el de la política

Política y subsistencia serán la constante en el Congreso. Ahí sobrevivirán los negociadores perpetuos como Julián Domínguez.
Política y subsistencia serán la constante en el Congreso. Ahí sobrevivirán los negociadores perpetuos como Julián Domínguez.
La Argentina enfrentará desde marzo de 2014 dos años que poco tendrán que ver con el ejercicio del poder que el kirchnerismo hizo en la última década. El Congreso va a ser una referencia para la política, pero seguramente no brillará por la efectividad legislativa.

No lo hizo en 2013: este año el rendimiento fue de los más bajos. El Gobierno, de todas formas, no puede quejarse por el ritmo de los recintos: el oficialismo le votó todos los pedidos, desde los más simples, hasta los más complicados políticamente.

Se aprobaron la ley para gravar la compraventa de acciones de empresas que no cotizan en Bolsa, la aplicación de una alícuota del 10% sobre la distribución de dividendos, la reapertura del canje de deuda y hasta con apoyo opositor; se sancionó un Presupuesto Nacional vacío de contenido y basado en proyecciones que el propio kirchnerismo no creyó y se le prorrogaron a Cristina de Kirchner todos los poderes que pudiera necesitar para gobernar hasta 2015 casi sin pasar por el Congreso, como la Emergencia Económica y todos los impuestos que vencían este año.

Por ese costado, entonces, no vendrán las noticias, pero sí de la política. Habrá en ese sentido un alejamiento de las realidades vecinas. Mientras la Argentina entra en dos años de adelantamiento de campañas y pujas internas, el resto de Sudamérica corre con ventaja electoral. Chile ya tuvo su elección presidencial. Uruguay, Brasil, Bolivia y Colombia las tendrán en 2014. Todos esos procesos se darán, además, en condiciones de previsibilidad, política y legal, que el país no puede soñar.

Las elecciones del 27 de octubre le dejaron al Gobierno un escenario en los recintos que no debería alentar mayores conflictos. Claro está, siempre que cada diputado y senador se mantenga en el bloque donde asumió el 10 de diciembre. Es decir, que el libro de pases se mantenga, al menos, acotado.

Los problemas no los tendrá el oficialismo en lo inmediato con la oposición. El cansancio interno, el arrastre de la incertidumbre por los largos 40 días de reposo forzado de la Presidente y la aceleración de la interna presidencial de 2015 siguen siendo tan nocivos para mantener el equilibrio en el elenco oficial como el resultado mismo de las elecciones.

Los Kirchner manejaron siempre el Congreso con puño de hierro, exigiendo obediencia total y no tolerando disidencia alguna. La poca cantidad de modificaciones en los proyectos llegados del Poder Ejecutivo en los últimos 10 años no registra antecedente en la historia del país. Pero esa realidad ya no existe, el equilibrio es hoy el bien más preciado al que puede aspirar el kirchnerismo.Los bloques ahora discuten y el propio presidente de la bancada en el Senado, Miguel Pichetto, se da lujos como rechazar en público los acuerdos del Gobierno con la Iglesia por el Código Civil o recordarle a la Casa Rosada en sus discursos las desgracias que le tocó sufrir en las internas rionegrinas.

Las peleas por la unificación de códigos, el impuesto a los autos de alta gama y hasta los filtros que sin demasiadas sutilezas ya les ponen los senadores peronistas a candidados militares o diplomáticos de la Casa Rosada son sólo una pequeña muestra de esa sensación que se seguirá repitiendo. Mientras tanto, en la superficie sólo se registrarán cruces del peronismo oficial con Sergio Massa (no siempre tan ruidosos como parece), las internas más evidentes del PJ, las denuncias de Elisa Carrió o la ya nada sorda interna del radicalismo para decidir también el candidato a presidente para 2015, que llegaron a la sangre ya con la puja entre Julio Cobos y el cordobés Mario Negri por la conducción del bloque de Diputados. Por debajo, la guerra presidencial con otro mendocino, Ernesto Sanz, explicará mejor esos movimientos. Política y subsistencia en la interna, entonces, serán la constante en el Congreso. En ese mar sobrevivirán los negociadores perpetuos, como Julián Domínguez, en el oficialismo, los entrenados como Federico Pinedo en el PRO o el propio Negri que por eso mismo logró enredar a Cobos hasta que la batalla la tenía por perdida. De nuevo: la política parece volver en la misma proporción en que el Congreso perderá toda efectividad.

Hay otros ejemplos. El retorno de las vacaciones debería traer en marzo alivio para algunos temas pendientes. Es el momento que se fijó para solucionar los problemas de la reforma a los códigos, obra que Cristina de Kirchner quiere dejar como un hito de su Gobierno para los tiempos. Pero todo indica que marzo llegará con más novedades de la interna. La batalla mayor aún no llegó. Como reconoce el propio oficialismo: el futuro cercano del PJ se jugará en la interna por la presidencia provisional del Senado.

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