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Tequila: mágico recorrido por un destino de alta graduación
Su función es clave: dirige la siembra y es el encargado de la cosecha de los agaves. Su trabajo es absolutamente artesanal y es fascinante ver cómo cortan esta inmensa planta parecida a un aloe vera hasta llegar a la piña que se encuentra bajo tierra, que es la base para producir el tequila.
La visita sigue en el centro del pueblo, más precisamente en La Rojeña. Esta estancia colonial es una de las plantas de producción de la empresa donde se enseña el proceso de creación de este aguardiente, desde la trituración de la piña hasta su conservación en barricas o toneles.
Sin dudas, lo más interesante es la cata de tequila (ver infografía). Nuestra primera parada es la más fuerte, ya que hicimos frente a un tequila de 52º de alcohol, que, como les gusta decir a los mexicanos con añoranza, es «de los que se tomaba antes». Ya por ley no se permite comercializar esta bebida y sólo se puede experimentar en esta ruta. Luego, fuimos invitados de lujo a la cava de reserva de la familia Cuervo. Con una arquitectura colonial y paredes de piedra, alberga botellas de más de 200 años que son la envidia de cualquier coleccionista. Pudimos probar uno de los mejores tequilas añejados. Su degustación es todo un rito: desde su extracción de la barrica de roble hinchado a su paso áspero por la garganta uno puede descubrir un sinfín de aromas y sabores.
Tras ese viaje de alta graduación por los cinco sentidos lo más recomendable es sentarse a comer algo bien fuerte, como una sopa azteca o unos tacos picantes, aunque siempre acompañado de una margarita.
De fiesta o de relax
La ruta del tequila no es sólo la visita a los campos y las numerosas bodegas, también hay alternativas más osadas y más tranquilas. Para los que buscan relax, deben orientarse hacia las ofertas de haciendas, spa o las caminatas por sus tranquilas calles.
Pero quienes se animan a algo más fuerte pueden tomarse «El Tequila Express, la leyenda». Se trata de un viaje en tren que va de Guadalajara hasta el pueblo tequilero con todo el color y calor mexicanos. Sus vagones, regados de margaritas y tequila, se convierten en escenarios para bailes y orquestas de mariachi que acompañan todo el trayecto. Suele salir los fines de semana, aunque también se alquilan para largas fiestas privadas.
Sin duda, esta ruta logró imponerse como un verdadero destino turístico y se cuela en la cabeza de mucha gente a la hora de planificar su descanso, porque ya no sólo espera de México su arte, su arena y sol.
Pablo Jímenez
enviado especial
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