28 de julio 2011 - 00:00

Uruguayos invierten en los campos de Paraguay

Cada vez más uruguayos optan por invertir en campos del noroeste paraguayo para dedicarlos a la cría y engorde de ganado vacuno, una de las actividades más rentables.
Cada vez más uruguayos optan por invertir en campos del noroeste paraguayo para dedicarlos a la cría y engorde de ganado vacuno, una de las actividades más rentables.
Asunción - Los colonos menonitas llegaron al inhóspito Chaco paraguayo en la primera mitad del siglo XX para convertirlo en un polo de desarrollo agropecuario, que ha ganado nuevos adeptos con el paso de los años.

En un fenómeno que fue tomando impulso en el último lustro, cada vez más uruguayos optan por invertir en campos del noroeste paraguayo para dedicarlos a la cría y engorde de ganado vacuno, una de las actividades más rentables del país después de la soja.

El bajo costo de la hectárea sumado a una menor carga impositiva respecto de la de otras naciones de la región se convierten en atractivos, en un momento de fuerte expansión económica gracias a las exportaciones agropecuarias.

Muchos ganaderos uruguayos pusieron el ojo en Paraguay luego de que una masiva llegada de capitales argentinos -desalentados por políticas oficiales restrictivas- disparara los precios de los campos en su país.

La tierra destinada a la ganadería en Uruguay se cotiza entre u$s 2.500 y u$s 3.000 la hectárea y en la Argentina entre u$s 3.500 y u$s 4.000, según un documento elaborado por el grupo de inversiones Southern Cone, con sede en Montevideo.

Southern Cone acaba de comprar 3.200 hectáreas en el departamento de Boquerón en una zona cercana a campos que ya pertenecen al grupo y a los de otros uruguayos con los que compartirá su gerenciamiento, a unos u$s 450 la hectárea, un precio que triplica el que se negociaba hace unos dos años.

«Paraguay tiene algo que en el mundo es cada vez más escaso: abundancia de tierras de excelente fertilidad con un gran potencial de producción asociado a un clima bueno», dijo Rodrigo Artagaveytia, un empresario uruguayo radicado en Asunción cuya firma asesora este tipo de inversiones.

«La inversión extranjera en Paraguay es muy fuerte, la novedad de los uruguayos es algo de los últimos años y creo que llama la atención porque aparecieron de golpe», agregó.

Se estima que más de un millón de hectáreas del Chaco paraguayo pertenecen a uruguayos, según el economista Manuel Ferreira. Sólo en 2010 fueron vendidas unas 200.000.

El Chaco abarca el 60% del territorio total de Paraguay, pero alberga sólo el 2% de la población, un territorio en el que tradicionalmente existieron latifundios en muchos casos improductivos.

El avance de los cultivos mecanizados en la fértil región occidental con el auge de la soja fue desplazando la ganadería casi exclusivamente hacia el Chaco, donde las tierras áridas pero bañadas por importantes ríos también ganaron valor.

«La plusvalía de las tierras agrícolas más el boom de la carne han hecho que el Chaco, que estuvo muchísimos años inexplotado o con explotaciones casi latifundistas, hoy tenga una explotación casi intensiva», dijo Carlos Trapani, un expresidente de la Asociación Rural del Paraguay.

«Hoy prácticamente la tierra tiene un valor igual o similar a la transformación que se le deben hacer respecto de la implantación de pasturas artificiales. Y no sólo uruguayos, hay hasta austríacos que están invirtiendo en esta zona», sostuvo.

Paraguay se encuentra entre los 10 mayores exportadores mundiales de carne vacuna, pero con volúmenes inferiores a los de sus grandes vecinos Brasil y la Argentina. En 2010 exportó 170.000 toneladas de carne vacuna, un 4,3 más de lo vendido en 2009 aunque a precios muy superiores.

El PIB ganadero creció un 4,7% la última década en un país que tiene unos 12,2 millones de cabezas de ganado en 26 millones de hectáreas dedicadas a la ganadería.

Los ganaderos tributan un Impuesto a la Renta Agropecuaria que varía según la extensión y un impuesto inmobiliario, pero los valores son mucho menores que los de la región.

Las industrias lácteas y frigoríficas del Chaco pertenecen a las comunidades menonitas, un grupo religioso protestante que emigró desde Rusia y Canadá en la década de 1930 y, desafiando las hostilidades, fundó prósperas colonias.

Ferreira dijo que una ínfima porción de los inversores uruguayos ha desarrollado sus campos, algo que muchos achacan a la burocracia y a las estrictas normas ambientales en un país que ha sufrido una feroz deforestación las últimas décadas.

«Un propietario tiene que dejar un 50% de su área como reserva y esperar un año y medio para tener su permiso de explotación. Hasta tener una estancia pasan por lo menos cinco años», dijo Artagaveytia.

El Chaco sufre, además, largos períodos de sequía que amenazan la actividad productiva y tiene serias deficiencias de infraestructura con una sola ruta que lo atraviesa, caminos precarios que con las lluvias se transforman en lodazales y apenas tiene redes de distribución eléctrica.

A esto se suman casos de abigeato, reivindicaciones de tierras de parte de comunidades indígenas y la presencia de grupos armados como el llamado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), aunque éste es un problema mayor en la región agrícola.

Los ganaderos reclaman también apoyo crediticio en momentos en que una política contractiva intenta contener el alza de los precios tras el crecimiento económico sin precedentes del 15% registrado en 2010.

«El Estado debería mirar más hacia adelante, poniendo el ojo en las posibilidades que tiene el país invirtiendo más, teniendo reglas claras y tratando de enmendar las cosas que en el pasado se hicieron mal», señaló Artagaveytia.

Agencia Reuters

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