Se alinearon los planetas en la estación astral más propicia, después de Halloween, el final del Sell in May. ¡Abran cancha que renace el mercado alcista en Wall Street, y los toros corren embravecidos! Es el mejor de los mundos, y se sentía como el peor hasta ayer nomás. No fue Jerome Powell quien dio la orden de largada. Sí, Janet Yellen, su antecesora en la Fed, hoy al timón del Tesoro. Es que la pausa de las tasas cortas se daba por prorrogada. Las dudas existenciales tenían que ver con el sino de las tasas largas y el tamaño – y la composición – de la colocación trimestral de deuda del soberano. Y Yellen no quiso repetir la gaffe de tres meses atrás. Achicó la oferta, jugó sobre seguro, y alentó así la primera relajación. Luego vino Powell con una novedad al tono. Mentó la soga en la casa del ahorcado y la criticó sin ambages. Dijo que las condiciones financieras se habían tensado por demás, pero no como anticipación correcta de la política monetaria. Quizás (decimos nosotros) Yellen cometió una torpeza con el manejo de la deuda, y forzó en exceso la reacción de la prima temporal entre tasas cortas y largas. ¿Qué más se puede pedir? El abogado Powell aboga por la paz de las tasas, pero ya no solo de los fed funds sino a lo largo de toda la curva de rendimientos. Esto es música para los oídos de los mercados, como si Tony Bennett y Lady Gaga cantaran a dúo de sorpresa.
Vuelven los toros de la mano de la Fed, el Tesoro y la data favorable
Se crearon 150 mil puestos netos nuevos en octubre. La tasa de desempleo subió una décima, a 3,9%. Es una postal de la plena ocupación, saludable, sin recalentamiento.
-
Wall Street cerró con mayoría de bajas en el epílogo de una semana repleta de balances
-
Wall Street avanzó a paso firme después que la Fed mantenga las tasas estables
Faltaba escuchar a la orquesta. El informe de empleo debía moderarse para no causar estridencias. Y así ocurrió. Se crearon 150 mil puestos netos nuevos en octubre. La tasa de desempleo subió una décima, a 3,9%. Es una postal de la plena ocupación, saludable, sin recalentamiento. Las huelgas retacearon 48 mil empleos que se van a recuperar. La revisión de las estadísticas mochó más: 101 mil. Los incrementos salariales se desaceleran mes a mes. Es lo que el doctor ordenó: como la inflación declina más deprisa, el salario real aumenta y contribuye a morigerar el exceso de demanda laboral.
Nada suena más afinado que el salto de la productividad (marginal del trabajo): 4,7% en el tercer trimestre. “Es el mejor de los mundos”, apuntaba el gobernador Chris Waller, un halcón tenaz, hace un par de semanas. ¿Será verdad?, se interrogaba. Así parece: el producto del sector corporativo creció 5,9% (recordar: el producto bruto interno, 4,9%) y lo consiguió engrosando apenas 1,1% las horas trabajadas. Esto es música para todos, también para la Fed. La compensación laboral subió con ganas: 3,9%. Menos, sin embargo, que la productividad. En consecuencia, los costos laborales bajaron 0,8% por unidad de producto. Es una buena razón para entender por qué la inflación aterriza aunque la economía real no respeta las instrucciones de austeridad del banco central. Son números que explican que no hay una recesión (como se temía), que no se precisa crearla para que los precios se calmen, y que es un error precipitarse ante la data robusta sin examinar el detalle primero. Esto último, teléfono para el mercado de bonos más que para Powell y su gente.
Wall Street, de parabienes. Fue la semana perfecta, la mejor de 2023. El mercado bull resucitó tras una corrección flamante de 10%. Y revalidó sus credenciales de manera rotunda. La saga de las tasas largas, que la tuvo a maltraer, tocó a su fin. Tras los buenos oficios de Powell y Yellen, los bonos de diez años recortaron medio punto sus rindes desde los máximos. Bajaron de 5,02% a poco más de 4,50%. Y estalló el verano. O, por lo menos, el rally bursátil propio de la estación. En cinco ruedas, cinco alzas. El S&P 500 trepó 5,85%. El Russell 2000, un compendio de acciones de compañías pequeñas, desahuciado en la tormenta de tasas, se disparó 7,56%. La volatilidad implícita de las acciones –medida a través del índice VIX– se cayó a plomo –30% en la semana– para cerrar debajo de 15 y despejar el horizonte. Nada luce más favorable que los indicadores “técnicos”. Todos sobrecargados de pesimismo a contramano. No importa qué se mire. Posicionamiento, flujos recientes, medias quebradas. O efectivo disponible para ser invertido. ¿Piedra libre para todos? Como cualquier plano que de golpe cambia de inclinación es proclive a la exageración. Por eso es bueno recordar que el mejor de los mundos no es perfecto. Puede causar desasosiego como ya vimos. O como veremos si la data no solo se modera, sino que se debilita y lo hace muy rápido.
- Temas
- Fed
- Jerome Powell
- Wall Street
Dejá tu comentario