- ámbito
- Edición Impresa
Wonder, sin discusión

En su primera visita al país, Stevie Wonder cantó en un Vélez que recibió al prócer de la música negra industrial sin prejuicios, y con la alegría que merecía la ilustre visita.
Esa música que la industria llama muy genéricamente "soul" fue durante mucho tiempo casi mala palabra para importantes sectores de los biempensantes de la música. Se lo asociaba lo a puramente bailable, a la diversión sin otras profundidades, al negocio más crudo, al pop más comercial. El tiempo pasó y también la mirada sobre las cosas. Hoy, uno de los grandes exponentes del soul moderno llegó por primera vez a nuestro país con todos los honores. "Acá estamos finalmente en la Argentina", dijo Stevie Wonder, a quien, con 63 años de edad y varias décadas de recorrido, se puede seguir considerando como un representante de lujo de las últimas camadas gloriosas del género.
Se lo notaba feliz. Y hasta dejó de algún modo la puerta abierta para volver pronto: "hablo poquito español, spanish, pero prometo que el año que viene voy a hablar mejor", agregó. Experimentado conocedor de los escenarios de todo el mundo, con un manejo increíble de los espacios pese a su ceguera, entró por un costado portando una "kaytar" (esa mezcla de guitarra y teclado de poco vuelo tímbrico) y arrancó bien arriba con "How Sweet It is (To Be Loved by You)", un cover de Marvin Gaye. Desde ese momento, sentado frente los teclados de diversa índole y sonido o al Yamaha de media cola, tocando la armónica -poco en relación a lo bien que lo hace y al swing que muestra con ese instrumento- y cantando, Wonder se adueño de las 30.000 personas que no llegaron a colmar la cancha de Vélez pero que dieron buen marco a una noche impecable para escuchar música al aire libre.
Pasaron los homenajes: a Michael Jackson con una versión de "The Way You Make Me Feel" y, sobre todo, a Nelson Mandela, con "Higher Ground" y con la nueva "Keep Our Love Alive", con banderas sudafricanas de fondo. Hubo un conmovedor y breve momento intimista que dejó al descubierto el mejor Wonder baladista. Citó a Bob Marley con "Waiting in Vain" pegado a "Ribbon in the Sky" -que debió arrancar dos veces por un problema en su garganta que lo molestó toda la noche-. Hubo "tumbao" latino y reggae en varios momentos. Hubo sorpresa en el público con los invitados argentinos: Fabiana Cantilo -que antes había sido una olvidable telonera- se sumó muy bien para "Love's in Need of Love Today" -que aquí hiciera Charly García- y Emanuel Horvilleur y Dante Spinetta, el dúo Illya Kuryaki & the Valderramas, rapearon con "Ula Ula" y "Abarajame" sobre el tema "Do I Do" y un Wonder festejando el "rap argentino".
Una enorme banda dirigida por su muy antiguo compañero, el bajista Nathan Watts, con dos teclados, dos percusionistas latinos, dos guitarras, caños, base pop y cuatro coristas -entre quienes está su hija Aisha Morris- fue la topadora sonora que dio respaldo a una voz de Stevie que está muy bien aunque en la ocasión tuviera que ayudarse con caramelos de jenjibre -según él mismo confesó- porque tenía algunos problemas en su garganta.
Pero el concierto, de mucho más de dos horas, fue una fiesta en la larga catarata de hits, esos bailables que cualquiera puede corear aún sin conocer al intérprete y moverse sin que eso estuviera en sus planes. Desfilaron "Overjoyed", "Lately", "Golden Lady", "Living for the City", "You Are the Sunshine of My Life", "I Just Called to Say I Love You", "Isn't She Lovely", "Signed, Sealed, Deliverd (I'm Yours)", etc., y la multitud estuvo siempre en estado de éxtasis festivalero. Como no podía ser de otra manera, terminó con "Superstition". Y Vélez despidió al prócer de la música negra industrial sin prejuicios y con la alegría que merecía la ilustre visita.
Dejá tu comentario