La transición energética global entra en una nueva fase. Ya no se trata solo de descarbonizar, sino de garantizar energía segura, accesible y asequible en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas y desafíos tecnológicos. Así lo señala un nuevo informe de Boston Consulting Group (BCG) titulado “The Energy Transition’s Next Chapter”, que identifica siete transformaciones estructurales que están redefiniendo el futuro del sector energético en todo el mundo.
La transición energética entra en una nueva etapa: siete transformaciones cambiarán el rumbo del sector
La seguridad del suministro y la asequibilidad pasan a ocupar un lugar tan central como la descarbonización, en un contexto global más volátil y competitivo.
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La próxima etapa de la transición energética será más compleja, costosa y exigente, pero también más estratégica.
El estudio advierte que la transición no se ha frenado, pero sí cambia de ritmo y de prioridades. La pregunta central —plantea el informe— ya no es si el proceso continuará, sino cómo avanzar de forma realista y sostenida, acelerando la construcción de infraestructura, reduciendo costos y asegurando el acceso universal a la energía.
Uno de los principales hallazgos del reporte es que la demanda eléctrica global ha entrado en un superciclo estructural, impulsado por la digitalización, el auge de los centros de datos asociados a la inteligencia artificial y la electrificación de sectores como el transporte, los edificios y la industria.
En paralelo, el gas natural y la energía nuclear vuelven a ganar protagonismo como fuentes firmes de generación, mientras que las proyecciones de demanda de petróleo y gas se mantienen más robustas de lo esperado, especialmente en sectores de difícil sustitución como la aviación, el transporte pesado y la petroquímica.
BCG remarca que, incluso bajo escenarios de transición acelerada, el consumo mundial de petróleo en 2040 se mantendría cerca de los niveles actuales, y que la demanda de gas natural licuado (GNL) podría crecer casi un 80% hacia 2040, impulsada por su papel clave en la seguridad energética y la diversificación de fuentes.
En este marco, Argentina aparece bien posicionada. “El país cuenta con recursos fósiles estratégicos que, mediante el desarrollo del potencial de Vaca Muerta, generarán inversión, empleo y divisas. El desafío no es elegir entre fósiles o renovables, sino integrarlos de forma inteligente: petróleo y gas como motores del desarrollo económico en el corto y mediano plazo, y energías renovables para construir un sistema más limpio y sostenible a largo plazo”, señaló Leonardo De Lella, managing director & partner de BCG.
El informe también destaca que América Latina enfrenta una transición distinta a la europea. La región combina recursos fósiles abundantes con condiciones naturales excepcionales para las energías renovables, lo que la asemeja a modelos híbridos como Indonesia o Texas, donde las fuentes tradicionales y las limpias coexisten en un equilibrio pragmático. El gran reto, subraya el estudio, es transformar esa riqueza energética en desarrollo industrial, innovación tecnológica y bienestar social.
En definitiva, BCG concluye que la próxima etapa de la transición energética será más compleja, costosa y exigente, pero también más estratégica. Los países deberán definir hojas de ruta adaptadas a sus recursos, capacidades y contextos locales, priorizando la seguridad y la accesibilidad sin abandonar el objetivo de descarbonización.
La consultora sostiene que esta evolución marcará “el próximo capítulo” del proceso global: un nuevo equilibrio entre sostenibilidad, competitividad y seguridad energética, donde los modelos flexibles y las alianzas público-privadas serán decisivos para sostener el ritmo del cambio.
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