27 de agosto 2025 - 13:59

San Martín y la minería: el recurso oculto que permitió cruzar los Andes

El periodista e historiador Luis Meglioli explicó en el programa radial de la Cámara Minera de San Juan que la epopeya del cruce de los Andes hubiera sido imposible sin la minería cuyana.

San Martín y el cruce de los Andes. Desde el cobre y la plata hasta la pólvora y los cañones, los recursos del subsuelo fueron clave en la independencia argentina.

San Martín y el cruce de los Andes. Desde el cobre y la plata hasta la pólvora y los cañones, los recursos del subsuelo fueron clave en la independencia argentina.

En la historia argentina, la figura de José de San Martín se enaltece como militar brillante y estratega político, pero pocas veces se rescata la dimensión productiva de su liderazgo. El cruce de los Andes, esa hazaña considerada una de las más extraordinarias de la historia militar mundial, no se explica únicamente por la disciplina del Ejército ni por el genio táctico de su jefe. Hubo un factor determinante, aunque menos visible: la minería.

Así lo expuso el periodista e historiador Luis Meglioli en una entrevista radial para el programa Creación Renovable de la Cámara Minera de San Juan, difundido por CNN San Juan.

“Sin minería hubiese sido imposible para San Martín cruzar la cordillera de los Andes”, afirmó, para luego detallar cómo el Libertador transformó a Cuyo en un polo productivo y minero capaz de sostener la guerra emancipadora.

El rol estratégico de la minería en Cuyo

Cuando San Martín llegó a Mendoza en 1814 como gobernador intendente de Cuyo, encontró un territorio pobre y despoblado. Según relató Meglioli, lejos de resignarse a esa realidad, desplegó una visión de estadista que iba mucho más allá de lo militar. “San Martín gobernó una tierra sin nada, y donde no había nada, hizo surgir todo. Lo que no había, él lo inventaba: fomentó la agricultura, la ganadería, la industria textil y, sobre todo, la minería”, señaló el historiador.

San Martín cruce de los andes
Las minas sanjuaninas, en 1815, según recuerda el historiador Pedro P. Ramírez en su libro sobre “Los Huarpes”, proveyeron al Ejército de San Martín, en los Andes, de 27 quintales de plomo y gran cantidad de azufre, para la campaña libertadora, tal cual lo hizo en la misma época la Sociedad Patriótica de Minas, en Mendoza, con el mineral de Uspallata.

Las minas sanjuaninas, en 1815, según recuerda el historiador Pedro P. Ramírez en su libro sobre “Los Huarpes”, proveyeron al Ejército de San Martín, en los Andes, de 27 quintales de plomo y gran cantidad de azufre, para la campaña libertadora, tal cual lo hizo en la misma época la Sociedad Patriótica de Minas, en Mendoza, con el mineral de Uspallata.

Ese impulso minero no fue casual. San Martín entendió que sin metales, sin pólvora y sin cañones, no habría ejército posible. “El Ejército de los Andes no se construye en un día ni sólo con voluntades. Se construye con recursos. Y los recursos eran los minerales, la pólvora, el cobre, la plata, el hierro que había que transformar en armas. Todo eso vino de la minería de Cuyo”, remarcó Meglioli.

En una carta de febrero de 1816, San Martín ya había escrito que “uno de los principales objetos de este gobierno es fomentar el rico ramo de minería”, al tiempo que informaba sobre descubrimientos de cobre y plata en Pismanta y pedía asistencia para los cateadores. Meglioli recordó ese documento como prueba de que la minería fue parte de un plan de gobierno, no un recurso ocasional.

De los socavones a los cañones

La explotación minera permitió sostener la producción bélica. Con cobre y bronce locales, Fray Luis Beltrán fabricó cañones, municiones y piezas de artillería. Con el salitre y el azufre, se elaboró pólvora; y con la plata, se acuñaron monedas para financiar la causa. “Fray Luis Beltrán pudo hacer milagros porque había minerales. Los cañones y balas que cruzaron la cordillera salieron de talleres cuyanos alimentados por lo que se sacaba de las minas. La minería fue el corazón de esa logística”, subrayó Meglioli.

El periodista también puso en contexto el rol de José Antonio Álvarez Condarco, quien perfeccionó fórmulas de pólvora y explosivos. “Condarco fabricó explosivos de mayor potencia que los realistas. Y todo con recursos locales, con lo que daban las minas de la región. Esa fue la clave: no depender de envíos externos, porque la cordillera y las guerras hacían imposible esperar abastecimiento de Buenos Aires”, explicó.

Minería antigua historia
El 7 de mayo de 1813 la Asamblea sancionó la primera ley de fomento minero, conocida con el nombre de “Reglamento de Mayo”, con la cual se liberó de aranceles la introducción de maquinaria y utensilios destinados a la explotación minera y se declaró libre la comercialización del azogue o mercurio utilizado a las operaciones de beneficio del oro y la plata.

El 7 de mayo de 1813 la Asamblea sancionó la primera ley de fomento minero, conocida con el nombre de “Reglamento de Mayo”, con la cual se liberó de aranceles la introducción de maquinaria y utensilios destinados a la explotación minera y se declaró libre la comercialización del azogue o mercurio utilizado a las operaciones de beneficio del oro y la plata.

Una política productiva integral

La minería fue parte de un modelo integral de desarrollo que San Martín impulsó en Cuyo. Meglioli recordó que “San Martín no solo fue un gran militar, fue un gran administrador. Promovió la vitivinicultura, los telares, la cría de ganado y la minería. Era consciente de que para hacer la guerra había que sostener a la sociedad, no solo al ejército. Fue un visionario en términos productivos”.

El Ejército de los Andes se nutrió, así, de una sociedad movilizada y de recursos autogenerados. “Cuando decimos que Cuyo fue la retaguardia de la independencia, hablamos de un territorio que puso todo: hombres, mujeres, comida, ropa y, sobre todo, minerales. Sin ese sustento, el cruce no hubiera sido más que una ilusión”, planteó Meglioli.

El legado minero del Libertador

San Martín mantuvo su interés por la minería incluso después del cruce de los Andes. En 1819 solicitó prisioneros para que trabajaran en las minas de Famatina, convencido de que el aprovechamiento de los recursos era inseparable de la causa libertadora. Esa mirada de largo plazo fue reconocida un siglo más tarde, en 1941, cuando se descubrió un mineral –el wolframato de zinc– que fue bautizado “sanmartinita” en su honor.

El wolframato de zinc es un material inorgánico de color blanco, conocido científicamente como tungstato de zinc, que es estable a temperatura y presión ambiente y se aplica en los campos de la óptica, fonética y el magnetismo.

De hecho, según contó Susana Villegas Marcó, presidenta Asociación Damas Pro Glorias Mendocinas, si bien a San Martín se lo podría distinguir como precursor de la minería en el país, fueron dos científicos extranjeros, el italiano Victorio Angelelli y el estadounidense Samuel Gordon, quienes descubrieron un tungstato de zinc: ZnW04, denominándolo "sanmartinita" en 1948 por la Academia de Ciencias de Filadelfia, en reconocimiento al impulso que brindó a la minería el Padre de la Patria.

Cruce de los Andes

Para Meglioli, ese reconocimiento científico no hace más que ratificar una verdad histórica: la independencia de medio continente tuvo también raíces mineras. “San Martín sabía que la minería era estratégica. Lo comprendió en Cuyo y lo aplicó en toda su campaña. Por eso digo que sin minería no hay cruce de los Andes, ni Ejército de los Andes, ni libertador de América”, concluyó.

La historia de San Martín suele contarse en clave épica militar. Pero al rescatar el rol de la minería, se revela también su dimensión de estadista productivo, capaz de convertir un territorio pobre en la base material de una de las gestas más extraordinarias de la humanidad.

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