15 de febrero 2007 - 00:00

Adiós a popular actriz Alicia Bruzzo

Una imagen de la multitud que acompañó ayer el sepelio en Chacarita de Alicia Bruzzo, confirmandola popularidad de la versátil actriz.
Una imagen de la multitud que acompañó ayer el sepelio en Chacarita de Alicia Bruzzo, confirmando la popularidad de la versátil actriz.
Según diversas mediciones, la inesperada muerte de Alicia Bruzzo el martes de noche fue la noticia más leída de ayer en casi todos los diarios argentinos. Esto confirma la popularidad de la actriz, y el cariño que el público le tenía, y que se expresó durante su sepelio en la Chacarita. Los más jóvenes la recuerdan de «Verano del 98», los mayores, de decenas de obras junto a Narciso Ibáñez Menta (que le dio su primer protagónico en «El monstruo está vivo»), Alberto de Mendoza (de quien fue partenaire en «El rafa»), y muchos otros grandes con los que se lució y a quienes hizo lucir.

Dos etapas registra su carrera, y en ambas fue siempre la mujer fuerte, atractiva, carnal, de sonrisa dominante y cariñosa. Primero, como la joven que perturbaba a Alfredo Alcón en «Las brujas de Salem», arremetía contra las normas junto a Rodolfo Bebán en la miniserie «Cumbres borrascosas», reblandecía a Sergio Denis en «Me enamoré sin darme cuenta» (debut de ambos) y consolaba gentilmente de sus pesares al flaco Norberto Aroldi en «Los chantas», y a Pepe Soriano en «Las venganzas de Beto Sánchez».

Luego, tras ese tour de force que fue interpretar a la pervertida señora de Fogelman en «Pasajeros de una pesadilla», y tras una recordada intoxicación con jarabe de propóleos en mal estado, que afectó su metabolismo, haciéndola engordar 25 kilos, supo lucirse de otro modo.

Fue entonces la señora agradable e imponente de la televisión en decenas de programas, la actriz cómplice de las mujeres que van sin el marido al teatro, en «Yo amo a Shirley» (versión local de «I Love Shirley Valentine») y « Monólogos de la vagina», y la reivindicadora de las gordas que toman la iniciativa sexual (zafada escena de «Una sombra ya pronto serás» con Miguel Angel Solá en un Citroën), o que sufren divertidamente el amor romántico y pegajoso de, por lo menos, dos hombres a la vez (grata comedia «De mi barrio con amor», que siempre tiene buen rating cuando la reponen, incluso a medianoche).

Fue al mismo tiempo madre, artista plástica, con varias exposiciones en su haber, y directora y maestra de nuevas generaciones de actores. Pocos sabían que, también al mismo tiempo, era la mujer que luchaba sufridamente contra la obesidad (llegó a pesar 140 kilos), y, peor aún, contra un cáncer de pulmón.

Nacida en Parque Patricios (algunos dicen que en 1955, otros 1946), sobrina del escenógrafo Saulo Benavente, alumna de Agustín Arezzo, egresada del Bernasconi y el Conservatorio de Arte Dramático (y casi también de la Facultad de Derecho, que abandonó en el último año), deja buenos recuerdos, muchos admiradores, y dos películas todavía en demorada postproducción: «Doña Ana», de Zuhair Jury (2001), donde es protagonista, y «La mitad negada», demorado ejercicio cinematográfico del director de teatro Augusto Fernandes.

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