Alejandro Awada (arriba junto a Nazareno Casero) compone
uno de los dos personajes que sostienen la gracia de
«Arizona Sur», desparejo y algo alargado film debut de
Miguel Angel Rocca y Daniel Pensa.
«Arizona Sur» (Argentina, 2004, habl. en español). Dir.: M.A. Rocca y D. Pensa. Guión: A. Pauls. Int.: N. Casero, D. Freire, A. Awada, B. Thibaudin, C. Banegas, M. Glezer, M. Onetto.
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Largo tiempo demorada a la espera de una buena fecha de estreno, al fin se lanza esta comedia, debut autoral de Miguel Angel Rocca y Daniel Pensa, hasta ahora conocidos como titulares de una pequeña firma de servicios de producción y alquiler de equipos profesionales de cine y video. Lo que han hecho, como para despuntar el vicio y ostentar sus méritos, es una singular comedia, entre picaresca, fantástica y romántica, un poco extensa e irregular, pero con -por lo menos- dos personajes memorables.
Uno de ellos lo interpreta la veterana actriz Beatriz Thibaudin, que, oh maravilla del cine y de los libretistas, a su tierna edad queda sorpresivamente embarazada de un vagabundo seductor que pasó por ahí y ya se mandó mudar quién sabe adónde. El otro personaje es, por supuesto, el susodicho galán, un embarazador de mujeres de cualquier edad, condición social y estado civil, que anda por el mundo como un eternamente inmaduro Peter Pan, y al que Alejandro Awada encarna con una deliciosa mezcla de Antonio das Mortes, Buffalo Bill, tenor milagroso y tano chanta.
Ella se luce en la primera parte, él recién en la segunda, y el momento en que ambos aparecen juntos es lo mejor de la película, no porque el tipo se quede y se haga cargo de la criatura, sino por el inesperado y hasta emotivo empleo de un aria de «Turandot», sobre lo cual corresponde decir lo menos posible, para que haga todo su efecto en los espectadores, sobre todo en los espectadores que creen en la fuerza del amor, y de los amantes, en especial los viejos amantes que andan sueltos en una vieja moto por los desiertos argentinos.
Los otros personajes son, precisamente, los dos hijos de la viejita, que al enterarse de la novedad salen clamando venganza contra el seductor, y lo rastrean por los lugares menos convenientes para la salud, porque en vez de encontrar al sujeto de buenas a primeras, primero van encontrando unos cuantos tipos muy poco recomendables, y también una muchachita muy generosa y algo comprometedora llamada Acuario, con la cual no puede decirse exactamente que se pierda el tiempo, pero lo distrae a uno de su misión, cualquiera sea ésta.
Acuario es Marina Glezer, y los hijos son Nazareno Casero, en rol protagónico, y Daniel Freire, que ya apareció en varias películas nacionales, pero a quien el público recordará mejor como al buceador de la española «Lucía y el sexo». Detalle interesante, cada uno de los hermanos tiene una razón diferente para buscar al tenebroso sujeto. En suma, y sin entrar más en detalles, una curiosa expresión de realismo mágico como para pasar el verano, filmada en San Juan y San Luis como si fuera algún lugar perdido de la Patagonia, y con un resultado, aunque desparejo, suficientemente simpático y de buen climax.
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