26 de enero 2005 - 00:00

Cautiva retrato de la musa de Dalí

Cautiva retrato de la musa de Dalí
Dominique Bona «Gala» ( Barcelona, Tusquets, 2004, 395 págs.)

Compañera inseparable de Salvador Dalí, e ícono principal de su producción pictórica, Gala fue vista siempre por los medios masivos como una mujer fría, ambiciosa y dominante, que con su desmedida avidez por el dinero contribuyó a degradar el lenguaje artístico de su marido. Pero la vida de esta misteriosa eslava, que a los 18 años decidió reinventarse a sí misma al abandonar su Rusia natal y su antiguo nombre de Elena Diakonova, es demasiado compleja y significativa como para que se la juzgue sin la información adecuada.

Gala
murió en 1982 pocos meses antes de celebrar su 88º aniversario. En su prolongada existencia atravesó dos guerras mundiales, vivió varios exilios y fue testigo -y partícipe-de los principales acontecimientos artísticos del siglo XX. Primero, de la mano del poeta francés Paul Eluard (fuertemente ligado al movimiento surrealista, liderado por André Breton) y más tarde como musa y factótum del «imperio» Dalí, que en 1970 rondará los diez millones de dólares.

La biografía de Dominique Bona se lee como una atrapante novela que sigue paso a paso los destinos de estos tres personajes atípicos y contradictorios (Gala, Dalí y Eluard) y de otras tantas figuras: poetas, pintores, escritores, millonarios y mecenas con los que estuvieron vinculados (entre ellos, el pintor alemán Max Ernst, integrante de un explosivo menage à trois con Gala y Eluard, curiosamente alentado por este último).

Como era de esperar, el tramo más apasionante de esta historia es el dedicado a Salvador Dalí. La autora pone en juego toda su maestría literaria en recrear el fascinante universo daliniano y hacerlo vívido para el lector. Con lucidez y ecuanimidad pasa revista a las andanzas de la pareja, sin soslayar los méritos de Gala y el deslumbrante talento de Dalí, pero analizando también la débacle física, moral y económica que en los últimos años destruyó la armonía de este simbiótico matrimonio. La conocida rapacidad de ambos facilitó, entre otras cosas, la aparición de miles de falsificaciones y dio pasto al amarillismo periodístico,lo mismo que sus caprichos sexuales. Pero Bona no incurre nunca en el morbo ni en la chismografía cuando tiene que describirlos. Su biografía demuestra que Gala no fue una musa corriente sino también una medium que presentía destinos. Fue la primera en descubrir el talento poético de Eluard, y quien ayudó a Dalí a superar su timidez enfermiza y su coqueteocon la locura. Ella apuntaló su genio y lo alejó de sus terrores infantiles, acompañándolo silenciosamente en sus jornadas de trabajo y en su activa vida social. Y fue Gala también quien amplió el mercado de sus obras y organizó su propaganda y promoción. «Sin ella no sabría -y acaso jamás habría sabido-ser Salvador Dalí...» aventura su biográfa, y en verdad resulta muy difícil no darle la razón.

Patricia Espinosa

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