18 de septiembre 2024 - 11:54

Como en la vida, la pandemia sigue resonando en el teatro

El autor y director presenta "Las esperas", que está integrada por el díptico "Plataforma" y "Limbo", dos obras cortas representadas por los mismos actores. Puede verse los sábados en Itaca.

Carla Haffar, Cecilia Cósero, Ana Livingston, Gisella Sirera y Julián Felcman en Las esperas. 

Carla Haffar, Cecilia Cósero, Ana Livingston, Gisella Sirera y Julián Felcman en "Las esperas". 

“Los vínculos reales van disminuyendo su importancia en nuestras vidas y comprobarlo nos genera una sensación de desasosiego”, dice Héctor Levy Daniel, autor y director de “Las esperas”, que está compuesta por dos obras cortas, “Plataforma” y “Limbo”, esta última distinguida por el Teatro Cervantes en ocasión del concurso realizado en pandemia.

Para poder estrenarla, Levy Daniel armó este díptico que se acerca en tema y cantidad de actores que protagonizan ambas obras. El elenco está integrado por Carla Haffar, Cecilia Cósero, Ana Livingston, Gisella Sirera y Julián Felcman. Se presenta los sábados en Itaca, Humahuaca 4027. Conversamos con Levy Daniel.

Periodista: ¿Cómo podés ampliar los interrogantes que plantea la obra?

Héctor Levy Daniel: Estamos tan inmersos en las redes, tan acostumbrados a la nueva modalidad de vida que las tecnologías nos fueron imponiendo, que un montón de vivencias nos parecen naturales, aunque no lo sean. Somos capaces de convocar a miles de personas, podemos establecer potencialmente vínculos con ellas pero al mismo tiempo sabemos que esa potencialidad jamás se realiza; por otra parte, sería imposible: ¿cómo haríamos para tener mil amigos? Reemplazamos los vínculos reales por “contactos” y tratamos de creer que esto es satisfactorio. Y este es el núcleo de la cuestión: el desasosiego con que aprendimos a vivir desde que comenzó el siglo XXI.

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Héctor Levy Daniel, autor y director de

Héctor Levy Daniel, autor y director de "Las esperas".

P.: Suena desolador. ¿Será que quienes vivimos otras realidades lo sentimos así a diferencia de los jóvenes?

H.L.D.: Siento que la soledad se agrava, los contactos físicos se vuelven excepcionales e incluso ya no somos capaces de mantener ni siquiera conversaciones telefónicas, lo que constituyó un avance extraordinario en el siglo pasado. Una llamada telefónica es vivida como una intrusión porque implica la obligación de comunicarse de manera directa y eso significa un compromiso intolerable. Estamos solos, aislados, y sin embargo vivimos con la ilusión de que estamos más acompañados que nunca. Incluso las relaciones sentimentales tienen la calidad de lo efímero, lo provisorio. Esta sensación de desasosiego nos acompaña día a día y nos impide imaginar cómo será el futuro. No un futuro abstracto, histórico, sino personal. No logramos imaginar cómo va a ser el futuro para cada uno de nosotros. Todo esto que menciono se vivió durante la pandemia, cuando se instauró una sensación de “fin del mundo” de la cual creo que todavía no nos logramos desprender y creo que va a durar todavía mucho tiempo.

P.: De hecho la obra fue escrita en pandemia.

H.L.D.: “Limbo”, la segunda de las obras que componen “Las esperas”, fue escrita durante este período, para el concurso Nuestro Teatro, organizado por el Teatro Nacional Cervantes, en el que ganó una Mención de Honor. La otra cara de la cuestión es el avance del neoliberalismo que ha logrado naturalizar la explotación, la injusticia, la exclusión, la deshumanización, sobre todo esto último, en todo el mundo. Y el avance de las extremas derechas, cada vez más frecuente, es una expresión cabal de esa naturalización. Sin embargo, no todo es tan oscuro. Siempre, parafraseando a Hannah Arendt, hubo hombres y mujeres en tiempos de oscuridad que se han plantado para que lo natural dejara de ser natural, lo cual implica un gesto fundamental de resistencia, incluso al precio de la propia vida. Este es el tema de “Plataforma” la primera de las obras que forman parte de “Las esperas”. ¿Se vive la deshumanización con naturalidad o se la vive con espanto y se trata de modificar el orden de las cosas por imposible que eso parezca?

P.: ¿Qué podés decir de los personajes?

H.L.D.: Escribí “Limbo” en 2020 y aunque era mi intención estrenarla, sabía que eso no era posible porque es una obra breve. Por eso, escribí Plataforma, para poder generar un espectáculo que incluyera a las dos. Por esa razón, las dos obras tienen la misma cantidad de personajes y la misma distribución por género: cuatro mujeres y un varón, para que pudieran ser encarnadas por los mismos intérpretes. Salvo la mujer que cuida el paso de la frontera, cada uno de los personajes de “Plataforma”, que también es una obra breve, carga con una historia que los motiva a cruzar del otro lado, cada uno de ellos tiene una razón para dejar el país y comenzar de nuevo en otro lugar. Esas historias diferentes originan objetivos diferentes para cada uno de ellos y, por supuesto, distintos modos de plantarse ante la adversidad, y es eso lo que los define. En “Limbo”, una directora, dos maestras, un maestro y una secretaria advierten que ese día no es un día más, sino que tiene mucho de particular y el modo de advertir la nueva situación es lo que los va a delinear como personajes hasta la aceptación final.

P.: ¿Cómo pensaste la puesta?

H.L.D.: Cuando terminé de escribir “Plataforma” me di cuenta de que aunque era bastante diferente de “Limbo”, ambas compartían cierto parentesco, como si fueran hermanas. Primero detecté que en una y en otra se producía una situación de espera que constituía su eje cardinal; y después me di cuenta de que en las dos podía reconocerse un estilo similar. Por lo cual decidí que había que idear un espacio que fuera lo suficientemente sugestivo que sirviera para las dos piezas, es decir, que pudiera ser compartido por las dos, pero que se marcara la diferencia a través del diseño de la iluminación y del diseño de vestuario. En ese sentido, la labor de Gabriella Gerdelics y Ricardo Sica es fundamental. Y lo que me parece más importante: que los cambios de una obra a la otra se realizaran delante del público para poner énfasis en la idea de que no hay intención de “mostrar la realidad” sino que se trata de teatro, lo cual equivale a decir que se trata de una convención basada en unas pocas reglas que el público asimila enseguida para poder hacer sin ninguna dificultad el seguimiento de las acciones dramáticas que se plantean en escena. En este sentido, “Las esperas”, en el aspecto formal se plantea como un espectáculo que trata de hablar de cómo se genera el hecho teatral.

P.: ¿Tu militancia es desde el teatro independiente?

H.L.D.: En cada momento histórico puede comprobarse la existencia de un campo de tensiones entre fuerzas opuestas y la tarea consiste en detectar ante todo ese campo de tensiones, verificar cuáles son las fuerzas en conflicto y determinar a cuál o cuáles de esas fuerzas voy a sumarme. No hay modo de ser neutral, la realidad nos convoca para transformarla o para conservar el estado de las cosas. Y si es para transformarla, la idea es estar allí donde sea necesario que esté. Y esto excede, con mucho, mi tarea en el teatro, aunque por supuesto, hacer teatro puede significar en determinadas circunstancias y en ciertas condiciones, como las actuales, un acto de resistencia. En otras palabras, se trata de pensar, se trata de comprender y de actuar en consecuencia. Pensamiento y acción no pueden oponerse, tienen que constituir una sola herramienta con dos dimensiones que se complementen mutuamente.

P.: ¿Qué podés decir del teatro y la cultura hoy?

H.L.D.: El teatro en Argentina tiene una potencia y una vitalidad extraordinarias, aun en circunstancias tan adversas para el teatro y la cultura como las que estamos atravesando. Desde hace ya muchos años se ha generado una efervescencia que se mantiene con la llegada de nuevos creadores y creadoras. Sin embargo, para que eso suceda, para que la vitalidad del teatro no se apacigüe, creo que es necesario que cada cual adquiera el hábito de bucear en su propio mundo, en busca de sus propias imágenes y sus propias obsesiones. Lo que muchas veces sucede (y lo he comprobado como jurado en concursos de dramaturgia) es que los autores o autoras se dejan arrastrar por los temas de moda o lo que se supone que al público le va a interesar. Y no hay nada más difícil que detectar lo que al público le interesa. Sencillamente porque no hay “un público” sino muchos, muchos públicos.

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