16 de julio 2019 - 00:00

Cuatro artistas paraguayos ante la década del 70

La galería Herliztka + Faría presenta la muestra “Asunción” con los artistas Claudia Casarino, Fredi Casco, Ricardo Migliorisi y Osvaldo Salerno. Si bien las obras provienen de distintas vertientes, coinciden en el mismo territorio y el tiempo de realización, la década del 70, signada por la larga dictadura de Stroessner. Paraguay es “una isla rodeada de tierra en el corazón del continente”, según la definición de Augusto Roa Bastos citada por el curador Roberto Amigo para señalar esa “otra isla”, que conforma “el arte erudito de Asunción”, rodeado por “el arte popular que, a veces, lo contamina y singulariza”. El arte por momentos erudito de la muestra no pretende quebrar la realidad de “una contemporaneidad bizarra”. Y los dibujos de Migliorisi abren la exhibición. Allí está la vocación mestiza de un artista ligado al teatro, la psicodelia y la alegría del Pop. Las máscaras y el hombre alado que nace de las plantas y se convierte en pez y también en jaguar, son híbridos tan enraizados en la tierra como en la estética queer.

El curador pone en evidencia obras que, con un lenguaje propio y de algún modo periférico, alcanzan a denunciar el régimen. Los grabados de impresión directa de Salerno son elocuentes. En sus alusiones abiertas al encierro utiliza imágenes de llaves, candados y ventanas. Salerno imprime su propio cuerpo sobre un sudario blanco para representar la tortura. La visión de una huella junto a otra, delata el estremecimiento del cuerpo y resulta escalofriante.

“El retorno de los brujos I y II” son dos series de fotografías de archivo reunidas por Casco que parodian el esoterismo. El artista relata el viaje de Graham Greene a Asunción en 1969 y el encuentro con su padre. “Recuerdo vagamente el olor a tabaco… Años después, (mi padre) me comentó que se tomaron una botella de ginebra mientras Greene le confesaba que un grupo de policías le había arrebatado su cámara justo en el momento en que él se disponía a documentar un desfile. Siempre según Casco, hablaron sobre las fiestas exclusivas a las cuales había asistido Greene y sobre los nazis refugiados en Paraguay. Luego, Casco tuvo acceso a los archivos policiales de la dictadura de Stroessner durante la Operación Cóndor 2. Observa que la segunda parte de la novela “Viajes con mi tía” transcurre en Asunción (y termina en una fiesta organizada por un ladrón y criminal de guerra de origen italiano buscado por la CIA). Casco crea su propia historia al mejor modo conceptual, con fotos de archivo que coinciden con el relato de su padre y fragmentos de la novela de Greene.

Casarino habla sobre el trabajo de la mujer. Así pinta con tierra roja los canastos que cargan en la cabeza con productos que llevan para vender. En el medio de la sala presenta una instalación, una ronda de vestidos que cuelga del techo. En la transparencia del lienzo color crudo se adivina la historia de los cuerpos ausentes.

  • M. Q.

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