24 de enero 2005 - 00:00
El arte emergente refleja un espíritu menos festivo
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Por el contrario, el «Proyecto-Zanon + Emei», marca el despertar de la utopía, la búsqueda de una sociedad ideal que emprendió un grupo de artistas, al rescatar las capacidades creativas y de autogestión de los trabajadores de una fábrica de cerámica. En esta línea, el proyecto «Super Sopa» está directamente ligado a la filantropía, fue creado en la Universidad de Quilmes por un grupo de diseñadores y alumnos de la carrera de Alimentos, con el fin de paliar carencias nutricionales.
Por otra parte, en un margen impreciso, mientras Miguel Mitlag muestra las contundentes imágenes de mundos diversos, desde una inhabitable instalación hasta un cálido escenario, Jorge Miño parece encontrar un equilibrio al fotografiar antiguas balanzas.
Luego, sellando el encuentro con la felicidad privada, están las bellas pinturas de Constanza Alberione, los registros de la vida cotidiana que documentan las fotografías de Cecilia Szalcowicz, la nostalgia de las fotos rétro de David Nahon, los «Mandalas» realizados con cuentas de colores de Marcelo Totis, y las páginas de Inés Dragonsch, donde con líneas y diminutos puntos rojos, configura un poético mapa para una selección de textos.
La curaduría de Daniel Joglar está determinada por la supremacía de la sensibilidad. El artista propuso a sus invitados una extraña imagen para generar un clima compartido en las obras, le habló de una persona que avanza por un territorio nevado, absolutamente blanco, con una doble tarea: caminar y a la vez, borrar las marcas de sus pasos para no dejar rastros. La obra que mejor expresa esta levedad es la de Juan Souto, consistente en un gran bloque de arena que trajo desde su Mar del Plata natal, donde se percibe la huella sutil que al retirarse las olas, deja un hilito de sal.
Así, desde el clima de bolero del tatoo tumbero con formato mural de Jimena Lascano, pasando por los bellos juegos de luces, espejos y reflejos de Christian Wloch, Gustavo Chistiansen y Livio De Luca, hasta las sofisticadas radiografías de juguetes japoneses de Fabián Bercic, con la dificultad que representa brindar una visión de lo que está aconteciendo, Proa se las ingenia para exhibir lo que a la gente le gusta mirar y, además, lo que algunos no pueden -o no quieren- ver.
Si en base a este fragmento de arte actual se hiciera un balance, podría decirse que la alegría que signó el fin de la década del los '90 ha desaparecido, y que más allá de los pulidos gestos poéticos, hay un orden y una interesante profesionalización del oficio.
Para destacar el espíritu multidisciplinario de las nuevas propuestas, en el auditorio se presentarán videos de los artistas invitados y producciones emblemáticas del siglo XX. Además, durante los fines de semana, habrá ciclos de poesía, concietos de música electrónica, performances y video instalaciones.
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