«El tren blanco» (Argentina-España, 2003, habl. en español). Guión y dir.: N. García, S. Pérez Giménez, R. García. Documental.
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Como se sabe, el tren blanco es el que usan los cartoneros, con algunos vagones sin asientos donde ponen sus carros, y otros con asientos donde van quienes se dedican a este oficio. Porque como también se sabe, para los profesionales del cirujeo (los que no rompen las bolsas), éste es un oficio tan necesario y respetable como cualquier otro. Pero es sólo un rebusque, para quienes no consiguen otra cosa, como un muchacho que se recibió de peluquero en 1994 y nunca pudo instalarse, según cuenta a cámara en el documental que ahora vemos.
El mismo pone su acento en gente como ésa, que tiene alguna profesión, o ha tenido un empleo, pero hoy, con mayor o menor vergüenza, debe hurgar en las bolsas de basura. También aparece la otra punta: la mujer de 43 años con hijos y nietos que ascendió de mendiga a cartonera, lo cual la hace sentir un poco mejor, y los chicos que crecen de esa manera («la primera vez que vine estaba redivertido», dice uno).
Interesantes, y hasta tocantes, las respuestas que dan algunos de los entrevistados. Por ejemplo, «la pobreza no es nada, tenemos salud; andamos cortos de plata nomás», «pobreza es la del corazón, no de la vida». O lo que es para algunos de ellos la felicidad: «estar los domingos todos juntos sentados a la mesa», «que vuelva mi viejo», «todos los días cuando llego a mi casa me pongo feliz, porque veo a mi mamá y mis hermanitos».
Lástima que este tipo de registros, así cercanos a la emoción más espontánea, ocupe un espacio comparativamente menor dentro del documental, frena las muchas imágenes de ambientación (con elogiable fotografía nocturna, eso sí), y la inserción de tomas de archivo de diciembre del 2001, inserción que resulta siempre intempestiva e innecesaria, aun cuando el espectador coincida en que el país cartonero se expande gracias al desastre delarruista.
En suma, un film señalable, aunque con desniveles narrativos (quizá porque fue hecho a seis manos), y con varias respuestas pendientes, que también son de interés público. Nada dicen los entrevistados, por ejemplo, de la designación de zonas, los centros de concentración, las balanzas arregladas, los que se roban los carros mejor hechos, la reventa a las papeleras, el pago de peaje a la policía, la mugre que dejan algunos (apenas hay un brevísimo plano de unos gatos aprovechando el desastre), la campaña por vacunas antitetánicas, y otros pormenores de la lucha por la vida en la gran ciudad. Y apenas se menciona la otra parte, la patriada del tren solidario a Tucumán, llevando una colecta organizada por los mismos cartoneros. P.S.
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