Hay quienes lo consideran un género frívolo, pasatista y sin ninguna tradición en la Argentina; otros ven en él una de las expresiones más intensas y emotivas que haya dado el teatro: «allí cuando la palabra no es suficiente, la expresión estalla en música, en canto, en baile», asegura el periodista y crítico teatral Pablo Gorlero, quien además de asumirse como auténtico «fan» de la comedia musical se impuso la tarea de reivindicarla ante olvidos injustos y prejuicios sin fundamento. En primer lugar rastreó minuciosamente los orígenes del género en la Argentina y de puntualizar «la penetración foránea que fue sufriendo a lo largo del tiempo». El resultado derivó en 800 páginas (divididas en dos tomos) con coloridas anécdotas y entretelones faranduleros, que de algún modo equilibran la rigurosa investigación académica que encuadra a este material.
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A lo largo de 6 años de trabajo, y varios viajes al exterior, Gorlero pudo reconstruir y analizar críticamente la historia de este género habitualmente ignorado por los académicos. En esta primera parte incluyó un completo fichaje técnico de las obras estrenadas hasta 1979, con su sinopsis argumental, un índice de salas teatrales y un pequeño anecdotario final. Esto hace que su libro resulte tan atractivo para el público común como para el interesado en estudios teatrales.
Entre los datos recopilados figuran varias perlitas, como por ejemplo: el descontrolado «morcilleo» de Florencio Parravicini que tanto desquiciaba a dramaturgos y libretistas; la curiosa discusión entre «Marianito» Mores y Francisco Canaro por «Adiós Pampa mía» (el maestro «Pirincho» se negaba a incluir el tema en su espectáculo, pero Mores defendió a muerte su composición convencido de que iba a convertirse en un gran boom, y no se equivocó); las internas de «Hello Dolly» y el insospechado divismo de Libertad Lamarque; las increíbles vicisitudes que rodearon al estreno de «Hair»; la pelea entre Nélida Lobato y Ambar La Fox por las críticas ( bastante desparejas) de « Chicago»; el fracaso de Niní Marshall, en una insólita versión musical de «Las de Barranco» (donde le tocó interpretar a la autoritaria Doña María, incompatible con su vis cómica). Estos y otros tantos episodios permiten evocar a figuras entrañables como Tita Merello, María Esther Gamas, Sofía y Olinda Bozán, Pedro Quartucci, Gloria Guzmán, Elena Lucena, Delia Garcés, Dringue Farías, Fanny Navarro, Alfredo Barbieri, Rafael Pato Carret, Adolfo Stray, Amelita Vargas, Gogó y Tono Andreu, Jorge y Aída Luz y Juan Carlos Mareco, entre otros artistas, y una no menos importante nómina de dramaturgos, compositores, libretistas, coreógrafos y productores apuntalaron el género. Este primer tomo de «Historia de la comedia musical...» culmina con un capítulo dedicado a los primeros espectáculos de Pepe Cibrián Campoy (su « Drácula» iniciará, años más tarde, la era de los musicales completamente cantados en la Argentina).
En su próximo libro Gorlero promete extender esta intensa cronología desde 1980 hasta 2005, donde no faltarán los productos cuasioperísticos, como «Los Miserables»; los que apuntan a grandes efectos especiales («La Bella y la Bestia»); los basados en piezas teatrales («Mi Bella Dama») y los que priorizan los buenos libretos («El beso de la mujer araña»). Patricia Espinosa
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