7 de noviembre 2002 - 00:00

Hasta la infertilidad puede dar una comedia

Joely Richardson y Hugh Laurie
Joely Richardson y Hugh Laurie
«Cómo hacer bebés» («Maybe Baby», G. Bretaña, 2000; habl. en inglés). Dir.: B. Elton. Int.: H. Laurie, J. Richardson, A. Lester y otros.

En su examen de la obra del ilustre teatrista nórdico Edvard Stupianssön, Woody Allen dividió las piezas que se ocupan de la enfermedad y la muerte (las comedias) de aquellas que se refieren a la desesperación y la decrepitud (las farsas). «Cómo hacer bebés», en el mismo sentido, es una comedia inglesa sobre la angustia de un matrimonio infértil y su perspectiva de naufragar ante la falta de hijos. Como tema de comedia es innegablemente original. Ni a Groucho se le hubiera ocurrido.

Su base es una novela del mismo director, Ben Elton, llamada «Inconceivable» («Inconcebible», un título perfecto), quien habría vivido, aunque sin la crueldad de la película, una experiencia similar a la de su personaje: llevar a la ficción, con humor, su propia y desgastante búsqueda de un hijo. En el film, Sam ( Hugh Laurie) lo hace escribiendo un guión a espaldas de su mujer, Lucy ( Joely Richardson), ejercicio que lo redime de otra infertilidad, la artística. Sin embargo, si para su propio personaje cuenta con inspiración de primera mano, para el de la mujer debe recurrir a una Musa indebida: husmearle su diario íntimo.

Convertir en materia de risa los exámenes ginecológicos, Joely Richardson y Hugh Laurie en "Cómo hacer bebes", una comedia inglesa de humor un tanto extraño. los análisis de esperma y los sucesivos y frustrantes procesos de fertilización asistida es una tarea ante la que más de un comediógrafo tomaría una distancia prudente. Pero esta no es una producción norteamericana, y ni siquiera -por fortuna-termina como lo habría hecho Hollywood. La acidez británica permite que la película dialogue funcionalmente bien entre el sarcasmo y la tristeza.

La asiste ese costado entre siniestro y ridículo que tiene el sexo cuando debe ser programado y reglamentado, tal como lo exigen los tratamientos, y algunas felices circunstancias satíricas en las que el argumento se va complicando (un amante inesperado, los avatares del rodaje en el que interviene un director punkie irlandés que odia a los ingleses), también a veces confundidas con el drama. El film se ve siempre con una sonrisa, aunque interrumpida con frecuencia. La luminosidad de Joely Richardson, la comunicatividad de Hugh Laurie y la brillante participación breve de Emma Thompson son agradables hallazgos de elenco, que logran tapar la abominable presencia de Rowan Atkinson, el siniestro Mr. Bean con sus habituales ventosidades, en el papel del ginecólogo que debe examinar a Lucy. Pobre Joely, tan delicada ella en una escena tan infame.

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