11 de abril 2001 - 00:00

"Hay que cambiar la forma de ver teatro"

Elenco político de la inauguración.
Elenco político de la inauguración.
"Hace nueve meses prometí que cuando cumpliera 44 años iba a abrir este Multiteatro. Por suerte fue un embarazo que anduvo bien", dijo anteanoche Carlos Rottemberg a este diario. Dialogamos con él, poco después de que cortara la cinta inaugural de su flamante Multiteatro, levantado en el sitio donde se encontraba el viejo Blanca Podestá.

Periodista: ¿Ya registró el nombre de Multiteatro?

Carlos Rottemberg: Sí, registré el nombre y, por las dudas, también el sistema. Pero en realidad yo no inventé nada, tomé el modelo de los multicines, por eso contraté a los arquitectos José Saragusti y Adriana Sturm, que son expertos en el tema. Hasta ahora sólo los complejos del Estado reunían varias salas, en general dos salas grandes y una más chica. Yo creo que el verdadero precursor de todo esto fue Héctor Ricardo García que sin darse cuenta creó el primer multiteatro de Buenos Aires, el Estrellas, que funcionó en Riobamba 280 hasta que lo voló una bomba.

P.: ¿Qué novedades ofrece este sistema?

C.R.: Son cuatro salas con una capacidad total para 1.450 espectadores (la más grande de 700 butacas y la más chica de 200). La idea es que los elencos vayan rotando para ofrecer funciones de lunes a lunes sin día de descanso. Quise salir del esquema tradicional porque además los espectáculos van a cambiar de sala de acuerdo con la afluencia de público que tengan. Por ejemplo: si una obra de la salita de 200 butacas atrae mucho público la pasamos a una de más capacidad. Por eso no quise ponerle nombre ni número a ninguna de las salas, así la programación puede rotar como en los cines sin que el público lo perciba. Los elencos se van a ir enterando cada semana a qué sala va su obra. No corre el riesgo de que algún actor distraído aparezca en el escenario equivocado. No, los camarines van a estar intercomunicados. Son salas equipadas con lo último en tecnología. El sistema de luces está computarizado así que cuando cambia el espectáculo sólo es cuestión de cambiar la tarjeta de la computadora y el equipo responde a la planta de luces deseada. Es un sistema argentino, lo inventó Daniel Arrascaeta.

Inversión

P.: ¿Cuánto invirtió en este Multiteatro?

C.R.:
Un millón y medio de pesos, nada más.

P.: Le salió menos que lo que costó el montaje de «Fiebre del sábado por la noche».

C.R.: No sé cuánto costó «Fiebre...». lo que sí sé es que yo cuido mucho mis números. El año pasado cumplí 25 años con el teatro y ahora quiero llegar a festejar mi cincuentenario.

P.: A pesar de la crisis usted insiste en abrir teatros.

C.R.:
Vengo hablando hace cuatro años de la crisis en el teatro y de que hay que adaptar los antiguos edificios a las nuevas demandas. Si no aggiornamos pronto la ley de teatro, en lugar de construir una sala donde se cerró otra, sólo van a quedar playas de estacionamiento. Gracias a esta remodelación puedo achicar el costo fijo de la sala que siempre fue muy alto. El Blanca Podestá cerró con la entrada orillando los 30 pesos y ahora lo podemos reabrir con un precio de platea de 18 pesos.

P.: Ahora se lo ve contento pero ¿no se deprimió cuando tuvo que alquilar el Tabarís como templo evangélico?

C.R.:
No ¿por qué? A mí me interesa conservar mis salas para poder seguir abriendo otras. Además, ¿cuál es la diferencia? Para mí lo que hacen los evangélicos es un espectáculo teatral, sólo que en lugar de poner el nombre de Thelma Biral en la marquesina, colocan una cruz.

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