8 de abril 2004 - 00:00

Impresionante Theron en discutible drama

Ricci y Theron
Ricci y Theron
«Monster» (id. EE.UU., 2003, habl. en inglés). Dir.: P. Jenkins. Int.: C. Theron, C. Ricci, B. Dern, P. Taylor Vince, S. Wilson, A. Corley.

El Oscar que Charlize Theron ganó por este film fue atribuido reiteradamente a la debilidad de Hollywood por las actrices que se afean para trabajar más que a un reconocimiento a su interpretación de Aileen Wuornos, una prostituta norteamericana que asesinó a siete hombres y fue ejecutada en 2000. La película lo desmiente. La bellísima y, hasta ahora, poco menos que decorativa actriz sudafricana cumple en «Monster» un capolavoro que hace olvidar rápido esa máscara hecha de kilos reales (engordó 14), maquillaje envejecedor, lentes de contacto, dentadura postiza etcétera. Lo que se impone es la dimensión trágica de ese personaje y su impresionante verosimilitud.

El guión de la directora debutante Patty Jenkins se ocupa de la atormentada vida de Wuornos desde el día en que entra a un bar a tomarse la última cerveza y conoce a una adolescente llamada Selby (Christina Ricci), con quien entabla una relación que la salva del suicidio. Es que, antes que despertar en ella una faceta lésbica oculta, Selby la trata bien, algo que la protagonista desconoce por completo desde que en la infancia fue violada por un amigo de su padre, entre otros horrores.

La ilusión transformadora que este amor opera en ella dura poco porque, apenas un día después, Wuornos masacra a un cliente que la ha atacado con ferocidad. Sin saber que acaba de iniciar un raid demencial, guarda el secreto y se propone cambiar de vida, pero no es aceptada en ningún trabajo «decente». Entonces, la caprichosa y no menos carenciada Selby literalmente la empuja a volver a prostituirse a fin de que la siga manteniendo. Al respecto, «Monster» bien puede ser vista como una historia de amor entre dos mujeres con profundas heridas psíquicas y emocionales que se necesitan desesperadamente, al punto de que una mata para no perder a la otra, mientras se autoconvence de que los suyos son actos de justicia.

La caracterización de cada una y la relación entre ambas están muy bien delineadas por Jenkins. El problema es que mostrando a Selby como otra arma en contra de su ya acorralada amante (y desechando datos, como por ejemplo, que ésta había apaleado casi hasta la muerte a su marido tiempo atrás), el film parece justificar de algún modo los crímenes de Wuornos. Y esta impresión no se borra aun cuando se la vea fusilar, incluso, a un hombre que sólo quiere ayudarla.

Eso hace a
«Monster» un producto parcial y discutible. Lo que no se puede discutir ya es que Charlize Theron es una actriz formidable forzada a demostrarlo volviéndose irreconocible (y produciendo para sí la película adecuada).

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