28 de mayo 2023 - 00:00

Jackie Coogan: el "pibe" que inspiró una ley

Aunque lo decía en broma al recuperar su popularidad luego de décadas, sabía que su transformación desde máximo astro infantil con "El pibe" de Chaplin al Tío Lucas de la serie "Los locos Addams" era una especie de metáfora de toda su vida en Hollywood.

Coogan Con Chaplin

Aunque esto lo decía en broma al recuperar su popularidad luego de décadas sin un protagónico, Jackie Coogan sabía que su transformación desde máximo astro infantil con “El pibe” de Chaplin al Tío Lucas de la serie “Los locos Addams” era una especie de metáfora de toda su vida en Hollywood. Un lugar que, según él, era “ideal para ser apuñalado por la espalda”.

No hay manera de entender, desde nuestro punto de vista moderno, lo famoso que podía ser el máximo astro infantil de Hollywood a comienzos de los años ’20. El cine había explotado en popularidad entre las clases trabajadoras y las salas se llenaban en todo el mundo. Los astros y estrellas solían ser tipos salvajes de comportamientos y gastos extravagantes, ya que ganaban fortunas y las dilapidaban en fiestas demenciales o bañeras de oro, y cuando vemos viejos dibujos animados de personajes como Elmer Gruñón de Bugs Bunny, haciendo de directores de cine vestidos en una especie de uniforme militar, siempre con una fusta y un megáfono, era una caricatura de un fenómeno real, los intentos de los cineastas y productores de los incipientes pero ya poderosos estudios de Hollywood por controlar a los actores famosos que eran quienes llevaban el público a las boleterías. En ese contexto la vida de millonario aclamado por masas de admiradores dejaría su huella en cualquier chico, sobre todo en el más popular del planeta, el pibe de una de las grandes películas de Chaplin, Jackie Coogan,

El pequeño Coogan había nacido en 1914 y, como tantos actores de su generación, lo había hecho prácticamente sobre las tablas del vaudeville donde actuaban sus padres, Jack Coogan Sr. y Lillian Coogan que ya de bebé lo hicieron actuar en uno de sus números cómicos. La vida de saltimbanqui no era precisamente tranquila y durante un accidente en la ruta Jackie fue dado por muerto con un golpe tremendo, pero empezó a revivir en el hospital y pronto se recuperó para seguir apareciendo junto a sus padres en los espectáculos de varieté. A este milagro sucedió otro momento “bigger than life”: Charles Chaplin, por ese entonces cada vez más popular entre los cómicos de la era, solo hacia películas cortas de dos rollos, pero quería evolucionar y buscaba un nuevo tipo de película. Iba a ser su primer largometraje, por primera vez con elementos dramáticos mezclados con los cómicos, y en su cabeza había algo que lo hacía volver a su dura infancia de extrema pobreza en el varieté londinense. Entonces, una noche, vio el acto de la familia Coogan y quedo impresionado con la gracia y el carisma de Jackie bailando el “shimmy”.

Coogan Tio Lucas

“Recuerdo muy poco de mi primer encuentro con Chaplin” dijo ya adulto Coogan. “Solo sé que hablamos en el lobby del hotel Alexandria y luego me quedé dormido en un sillón mientras mi padre seguía los arreglos con Chaplin”. Pero la relación entre los dos protagonistas de “The Kid” (“El pibe”) se fue volviendo muy cercana, empezando por el hecho de que Chaplin cambió radicalmente su modo de trabajo y escribía sobre la marcha, y desde el principio hasta el montaje y la composición de la música que acompañaría las proyecciones demoró un año, algo inusitado para ese tiempo. Lo mismo se aplicó a los costos de producción, y en un momento los inversionistas empezaron a presionar al cómico. La respuesta fue hacerlos visitar el set y mostrarles lo bien que iba a todo; en esta estrategia fue esencial el encanto del protagonista infantil.

Chaplin llevaba a pasear a Coogan a parques de diversiones y heladerías casi diariamente, antes o después del trabajo, lo que para muchos era algo relacionado con las cosas de las que había carecido su propia niñez. El padre de Jackie tuvo que dejar su carrera para que el niño actuara con Chaplin, y el director le dio un sueldo muy alto, 127 dólares semanales como “coach” de su hijo, además de dos papeles no acreditados, uno de vagabundo y otro de demonio durante una escena onírica. En una escena donde separan al nene del Chaplin y lo van a llevar a trabajar Jackie tenía que llorar, y el padre lo hizo llorar en serio amenazándolo con que si no hacia bien la escena el que tendría que ir a trabajar seria él.

La película fue un éxito rotundo no solo en los Estados Unidos sino en todo el mundo. Al convertirse en un actor famoso de un día para el otro, Jackie también logro un contrato con la MGM que le daba 1 millón de dólares por año (fueron cuatro millones, que serían alrededor de 48 millones actuales). Su primera película, ya como superastro, fue junto al “hombre de las mil caras”, Lon Chaney, que interpretaba a Fagin mientras Coogan era el personaje del título en “Oliver Twist” dirigida por Frank Lloyd sobre la clásica novela de Charles Dickens. “Mi padre me aconsejó que me cuidara de ese hombre Chaney, que era peligroso para mi carrera” contó Jackie que recuerda que cada escena con el famoso “fantasma de la ópera” era un duelo dado que ambos hacían cualquier cosa para llamar la atención y opacar al otro.

La carrera de Coogan siguió muy bien durante los años ’20 con títulos como “A boy of Flanders”, “Buttons” y “Little Robinson Crusoe” y durante esa década era tan famoso que hasta apareció en campañas internacionales de beneficencia para los niños huérfanos de Grecia y Turquía; conoció al Papa Pio XI y en 1924 tuvo un encuentro de 15 minutos a solas con el dictador Benito Mussolini que le entregó una foto autografiada dedicada “al Piccolo grande” (“para este gran chico”).

En esa época los millones convirtieron a la familia Coogan en nuevos ricos, snobs y extravagantes. “Yo tomaba leche de las vacas de mi propio rancho, y era el único chico del Sur de California con su propia pileta olímpica, y de hecho mi profesor de natación era el último campeón olímpico. Yo me resfriaba y la noticia sacaba al presidente de los >Estados Unidos de las primeras planas de los diarios”.

Pero como le pasa aun hoy a los actores infantiles, luego de un “Tom Sawyer” sonoro dirigido por John Cromwell –para muchos la mejor encarnación del personaje de Mark Twain, papel que repitió en la siguiente “Huckleberry Finn”- y de otras buenas películas sonoras como el western “La ley de la frontera” encabezando un reparto donde estaba segundo Randolph Scott, el adorable chico de “The Kid” empezó a convertirse en un adolescente con granitos y encima con poco pelo (el chiste que decía Coogan era que ya se le había empezado a caer durante el rodaje con Chaplin, pero también podría haber sido por el stress).

Si bien Coogan era consciente de su fama, no lo era tanto de su trabajo como actor y de la diferencia entre una obra maestra como la que hizo con Chaplin, o junto a Lon Chaney, y una película del montón. Coogan contó que, como pasaba siempre, en el estreno de “El pibe” vio unos pocos minutos y se quedó dormido el resto de la proyección. “Un día, cuando tenía 21 años, me crucé con Chaplin en el estudio por casualidad y le dije que en realidad nunca había visto “The Kid”. Chaplin, que estaba en medio de un rodaje, hizo parar todo, me llevó a la sala de proyección y me hizo proyectar la película mientras él tocaba el órgano con su música original”.

Las cosas se pusieron peor cuando a Jackie lo tocó la tragedia. Su padre, con el que siempre se había llevado bien, tuvo un accidente manejando un auto donde iban él y su mejor amigo. Los dos murieron y Jackie quedó mal herido. Se recuperó físicamente pero no en lo emocional, y entonces vino el gran golpe cuando estando de parranda con su novia de la época, la starlet Toby Wing –Coogan se casó varias veces incluyendo un sonado matrimonio escandaloso con Betty Grable- descubrió que su madre, divorciada de su padre hacía tiempo y vuelta a casar con un tipo solo interesado en el dinero y que quería manejar su vida, se negaba a dejarlo administrar la fortuna que él había ganado actuando en sus películas.

La crisis financiera también lo llevó a una gran crisis personal que terminó en una vida de excesos y alcoholismo crónico que casi pone fin a su carrera, que de todos modos ya nunca sería la de sus tiempos de “El pibe”, pero nadie preveía que pudiera caer tan bajo como para no tener un centavo ni papeles de importancia. Cuando tocó fondo le pidió plata a Chaplin, quien le dio un cheque de mil dólares. No lo volvería a ver hasta el regreso a Hollywood del gran cómico, exiliado en Inglaterra, para un Oscar honorario en 1972. Coogan fue uno de los que lo esperó en el aeropuerto de Los Angeles y el único al que Chaplin no saludó con un apretón de manos sino con un gran abrazo.

Volviendo a su época más difícil, estafado por su propia madre y su padrastro, Coogan no se dio por vencido sin luchar, y de sus demandas surgió la llamada “Ley Coogan” que toma dos medidas fundamentales para cuidar el futuro sin fama de un astro infantil, señalando básicamente que los padres o tutores sólo administran el dinero de un menor hasta que sea mayor. Claro, cuando todo ese proceso terminó, ya casi no había dinero a la vista, y los esfuerzos de Jackie Coogan fueron útiles para las siguientes generaciones de niños actores, plos como el de Macaulay Culkin tan traumado por las disputas financieras de sus padres que dejó su carrera a pesar de que, al día de hoy, las dos “Mi pobre angelito” siguen facturando millones en todo formato.

De a poco y sobre todo gracias a la llegada de la televisión Coogan logró mantenerse activo moderadamente con apariciones breves en episodios de series como “La ley del revólver”, “Alfred Hitchcock presenta” y “Yo quiero a Lucy”. Uno de sus papeles más recordados en cine fue el de dealer de “La escuela del vicio” (“High School Confidential” con música de Jerry Lee Lewis y dirección de Jack Arnold). Incluso intentó dirigir, pero solo hizo una película, el thriller anticomunista “Escape from terror”, coproducción con Dinamarca que él mismo protagonizó sin mucho éxito pero con críticas dignas. La experiencia con Chaplin le había dado un don creativo que le sirvió, por ejemplo, para contarle un libro de piratas que estaba leyendo a los 8 años a Douglas Fairbanks, dando lugar al clásico “The Black Pirate”. El superastro del cine mudo le dio un cheque de 10 mil dólares, pero su padre se lo hizo devolver porque no consideraba que un chico pudiera cobrar como argumentista.

Pero lejos de esos buenos tiempos infantiles la carrera de Coogan siguió de serie en serie, siempre como invitado en uno o dos episodios, eso hasta que en 1964 lo llamaron para ser el tío Lucas (Uncle Fester) en la comedia “Los locos Addams” (“The Addams Family”). Más allá de que los protagonistas eran Gómez (Homero, interpretado por John Astin) y Morticia (Carolyn Jones) Lucas era un personaje esencial, tal vez el más sadomasoquista y genuinamente raro en sus costumbres de todo el clan, además de que era esencial para interactuar con sus sobrinos Pericles y Merlina.

Coogan participó prácticamente en cada uno de los 64 episodios producidos hasta 1966, cuando la serie se canceló, lo que no impidió que se repitiera una y otra vez en la pantalla chica mundial, y luego en el cable (un canal argentino la exhibe todas las mañanas junto al “Get Smart”, el Superagente 86).

A partir de un éxito tan especial como “Los Locos Addamas” la carrera de Coogan, si bien nunca volvió a darle protagónicos, al menos se dinamizo lo bastante para darle un buen pasar económico ya que nunca le falto trabajo hasta su muerte en 1984. Y no sólo lo recuerdan los fans de “The Kid” de Chaplin y de la familia Addams, sino también todos los estudiantes de abogacía que repasan la “ley Coogan”.

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