13 de enero 2005 - 00:00

"Los Fockers-La familia de mi esposo"

Barbra Streisand y Dustin Hoffman se suman ahora a Robert de Niro y Ben Stiller, logrando que «Los Fockers-La familia de mi esposo» haga reír, pese a tener menos gags eficaces que la comedia que le dio origen.
Barbra Streisand y Dustin Hoffman se suman ahora a Robert de Niro y Ben Stiller, logrando que «Los Fockers-La familia de mi esposo» haga reír, pese a tener menos gags eficaces que la comedia que le dio origen.
A quienes disfrutaron con «La familia de mi novia» les gustará este revival de humillaciones de Greg (Ben Stiller) a manos de su futuro suegro, el ex agente de la CIA Jack Byrnes (Robert De Niro), ahora que no tiene otro remedio que presentarle a su familia.

A diferencia del original, las cosas empiezan bien para Greg y su novia desde que un circunstante amable les cede el taxi para que lleguen a tiempo al aeropuerto y, como ya no quedan asientos en la clase turista del avión, son invitados a viajar cómodamente en primera. Pero esto es sólo un espejismo. Pronto el joven enfermero estará padeciendo nuevamente la persecución de su suegro, que no le pierde pisada, mientras entrena en las artes de la sospecha y las teorías conspirativas al nieto bebé, que otra hija le permite «educar».

Los problemas verdaderos se desatan cuando la militarizada familia Byrnes arriba a la casa playera, bella y caótica, donde los padres de Greg no son ni la médica ni el abogado prestigioso que mintió el hijo (si es por eso, su verdadero nombre es GAYlord para completar el apellido paterno ya dudoso en inglés: FOCKer), sino un par de hippies tardíos. Ella en realidad es terapeuta sexual especializada en recuperar la libido de ancianos, y él, aunque abogado, prefirió no ejercer para dedicarse a las tareas domésticas. Así que es fácil imaginarse los inútiles malabarismos que deberá hacer Greg-Gaylord para compatibilizar ambas idiosincrasias, con los enredos correspondientes.

Aunque hay varios secretos ocultos bajo la alfombra, que el ex espía sacará a la luz o serán directamente ventilados entre risas por los libérrimos padres del novio a la hora de las comidas, el argumento no es muy original. De modo que la secuela se sostiene básicamente por la entrega de los actores, a los que ahora se suman una desconocida Barbra Streisand y Dustin Hoffman (los Fockers), los primeros que parecen divertirse como locos entre sí y a costa de los fruncidos invitados. Entre las novedades, además del asombroso bebé Byrnes, causante de varios pecados de Greg y su familia, en la casa también hay un perrito afecto a refocilarse contra las piernas de los humanos, cuando no sobre el circunspecto gato de Byrnes, que se vengará debidamente en uno de los gags más desopilantes de la película.

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