3 de septiembre 2024 - 15:08

Minuciosa crónica de una mujer argentina de clase media

Diálogo con el narrador Santiago Craig, quien en su nueva novela, "Vivir en Marta", imagina la cotidianeidad de su personaje, con hechos grandes y minúsculos, desde fines de los 70 hasta un poco más allá de hoy

Santiago Craig, autor de la novela Vivir en Marta que acaba de aparecer.

Santiago Craig, autor de la novela "Vivir en Marta" que acaba de aparecer.

Acompañar el recorrido existencial de una mujer, íntimamente, desde ella misma, siguiendo su universo familiar y generacional, ofrece “Vivir en Marta” (Tusquets), nueva novela de Santiago Craig, autor premiado por sus libros de cuentos “Las tormentas”, “24 maneras de enamorarse”, “Animales” y su novela “Castillos”. Dialogamos con él.

Periodista: ¿Qué lo llevó a contar el destino de una mujer desde el nacimiento a sus últimos días?

Santiago Craig: Quería dar cuenta de una vida entera. Lo primero que tomé en cuenta fue todo lo que iba a dejar afuera, los blancos que no iba a poder llenar. Me enfrentaba a un desafío y a un ejercicio imposible. Al comienzo no sabía nada del protagonista, y eso estaba bien. Los primeros detalles se fueron asociando a una mujer, a un nombre, a Marta, a la vida de Marta. Sentí que la iba conociendo a medida que avanzaba en su vida. No era que iba a contar la vida de Marta. Era la vida en Marta, desde esa mujer, en el interior de esa mujer, desde ella. Leía su vida desde ella, en ella.

P.: ¿Eso le hizo narrar su acontecer mezclado con el fluir de su conciencia?

S.C.: Marta va mezclando su voz, su perspectiva, lo que la rodea, lo que le pasa. Fueron muchos años, mucho que anotar, mucho que dejar de lado. Detenerme a entender cómo ella ve las cosas, la gente que la rodea, qué piensa, qué le importa y cómo le importa. Y eso tenía que interesarle a ella, y tenía que interesarme. Vivir la vida en Marta me entretenía.

P.: ¿La novela es el documento de una generación?

S.C.: La “Vida en Marta” comienza a fines de los setenta, poco antes de la vuelta de la Democracia y llega a pocos años después de estos tiempos que estamos viviendo. Esa etapa la imagino de forma nebulosa. La escritura acompañó la época que viví mientras escribía, el 2020, el covid, los últimos tiempos. Ese es el arco de su historia.

P.: Hubo acontecimientos que ella apenas menciona, interesada por asuntos menores, íntimos, cotidianos.

S.G.: Uno va viviendo mientras pasan cosas. Uno está un poco al costado de los acontecimientos. A mí, como a Marta, como a la mayoría, me pasan cosas chiquitas, cercanas, íntimas, diarias. La vida chica es infinita. Estoy acostumbrado a vivir con eso, a alimentarme de eso, a asumir que la vida es eso, como Marta. Uno va viviendo mientras los grandes hechos pasan, y pueden afectarnos o no. Los grandes sucesos, lo que sale en los diarios, es contextual respecto a lo que le pasa a Marta.

P.: ¿Eligió que Marta sea una mujer de clase media?

S.C.: Me interesaba hablar desde ese lugar. Marta se instala en la medianía. Las cosas que le pasan no tienen que ver ni con los ricos que tienen tristeza ni con los pobres que la pasan pésimo, sino con alguien que está a veces bien y a veces mal. Marta es de esa clase media que hoy está un poco en retirada, cambiando, acaso yéndose.

P.: ¿Qué autores fueron sus referentes durante esos años?

S.C.: Fueron variando. Seguramente todo lo que leí en ese tiempo me influenció de algún modo, pero a grandes rasgos no veo que nada de lo mucho que leí esté reflejado en la novela. Claro, hay los que están inevitablemente presentes. Me gustan las novelas que hablan sobre el paso del tiempo, que cuentan una vida, que son la mayoría. Ahí están Flaubert, Proust, Virginia Woolf. Y también aquellos que siempre llevo puestos como Cortázar o Beckett. Si tuviera que nombrar una obra que fue de algún modo importante para “Vida en Marta” es la del noruego Karl Ove Knausgard, por su extraordinaria autobiografía, en seis tomos, “Mi lucha”. La leí apenas comenzó a publicarse en castellano. Me impresionó como cuenta su vida diaria de forma minuciosa, detallada, uniendo su interioridad con los escenarios que atraviesa. A alguna gente “Mi lucha” le parece aburridísima, a otra le encanta. Yo estoy entre los que le encanta. Y creo que influyó en la “Vida en Marta” en su modo de contarlo todo.

P.: ¿También cree que hay algo de Beckett?

S.C.: Es un maestro que trabaja con lo que otros tiran, lo que otros descartan, que mira donde otros no miran o se queda mirando un lugar del que los otros se van rápido.

P.: ¿Por qué dividió “Vida en Marta” en cuatro libros en un tomo?

S.C.: Se me impuso. Al principio pensé seguir un orden clásico: nacimiento, juventud, adultez, vejez. Después eso se fue desdibujando y aparecieron los cuatro grandes saltos y las elipsis de la “Vida en Marta”. Esos libros, esas etapas vitales, fueron escritos en el orden en que están. En principio el material era mucho, saqué unas doscientas páginas y así quedó finalmente el libro que se publicó.

P.: ¿Qué dejo de lado?

S.C.: Episodios de la vida de Marta que me parecieron prescindibles o reiterativos. La novela es muy episódica. Hubo partes que terminaron siendo cuentos. Hubo una etapa en que quería que se contara la vida de Marta desde la perspectiva de otros personajes, que ya no hablara ella. Lo hice un tiempo. Cuando releí la novela me di cuenta que eso no tenía nada que hacer ahí. Eso se fue, y está bien que se haya ido, no era del libro. Son cosas que, buena parte de las veces, son parte del proceso de escritura.

P.: Un atractivo de su novela es el ritmo, el estilo.

S.C.: Empecé escribiendo poesía. Voy armando la historia desde la frase, buscando su música, su puntuación. Después lo voy puliendo, cambiando. No soy muy consciente de cómo ocurre porque en “Vida en Marta” la mirada está en otro lado, en el punto de vista de Marta, en que señale lo que le interesa, sus sensaciones, sus emociones, y eso tiene su propio ritmo.

P.: ¿Qué está escribiendo ahora?

S.C.: Revisando un libro de cuentos que tengo terminado, y empezado una nueva novela.

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