20 de diciembre 2004 - 00:00
Misiones: un arte con mirada propia
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Una de las libélulas de Roberto Urbanowicz, artista que luego de investigar diversas especies de flores, presentó partículas de polen ampliadas, y flotando entre ellas estos bellísimos insectos.
Lo que hoy se está gestando en Misiones tiene una calidad poética en cierto modo musical, con resonancias de un misticismo ligado a la tierra. Como si en vez de dar un paso para mostrar el infierno, los artistas estuvieran tratando de encontrar un camino al paraíso. La definición puede resultar grandilocuente y vacía si no se conecta con las obras, pero cobra sentido al recordar las utópicas Misiones Jesuíticas, sus tallas, su música y arquitectura, que permanecen en la memoria colectiva. Así, en las maquetas y proyectos se perciben los eslabones de una cadena de influencias que contribuyen a conformar una creatividad local, aunque no tiene nada de folklórica.
• Simbolismo
Cargado de resonancias y símbolos, el árbol de Cecilia Azcué une la naturaleza con lo espiritual, invitando a la contemplación con sus hojas doradasque evocan el oro de América, y los hilos de colores que se atan y desatan como las raíces de nuestro arte textil. En esta misma tendencia está la obra de Roberto Urbanowicz, que luego de investigar diversas especies de flores, presentó partículas de polen ampliadas, elemento que determina la diversidad de la selva.
Flotando entre estas partículas, en la futura instalación, estarán también las bellísimas y frágiles libélulas y mariposas de su autoría. Compitiendo en gracia con la naturaleza, Andrés Paredes, recorta maderas como si fueran encajes, y como dijo Gumier: «Su trabajo no acepta ninguna crítica, salvo invitarlo a dejar volar aún más su imaginación».
El bosque de Cristina Ryndycz está apenas sugerido con «chips» o trozos de madera del tamaño de las hojas de los árboles, y envuelto en aromas sensuales. En esta línea y con el aporte de la tecnología, Héctor Borges construyó una mágica la caja blanca donde se observa la imagen magnificada de un estanque plagado de reflejos y destellos. Como el video hiperrealista de María del Carmen Denti, que muestra las flores con colores y formas exaltadas, con un ritmo dinámico que contribuye a brindarle un tono psicodélicoa la secuencia de imágenesque se contraponen a las del film «Metrópolis» en blanco y negro.
Con la misma intensidad y el acento puesto en los colores vibrantes, Gisella Bollini presenta una casita esquemática, que contrasta con el precario y misterioso túnel de madera que construyó Jan Kislo, un talentoso alumno de la Facultad de Arte de Oberá.
En suma, se trata de proyectos que sin proponérselo podrían conformar una muestracon criterio unitario, conjugarse para levantar junto a las dunas de madera tersa de Maximiliano Peralta, algo así como un bosque encantado, donde -como se dice comúnmente- «las obras dialoguen entre sí». Se sabe, cuando los artistas presentan el proyecto y no la obra acabada, que en el camino de realización pueden desdibujarse sus virtudes.
Pero en este caso, los artistas misioneros Alí Brouchoud, Susuky y María Blanca Iturraldedel Museo de Arte Contemporáneo de Misiones, harán un seguimiento exhaustivo durante todo el verano, de apoyo al Programa Educativo que se acaba de inaugurar en Posadas. El primer elenco de becarios misioneros se completa con los artistas Mauro Ariel Koliva, Violeta Bondarenco,Verónica Jakus, César Cuevas, Hugo Braga, Eduardo Ledantes, María Itatí Cremades, Germán Britch, Milton Kalbermatter, Eladio Javier Sprenck y Adriana Da Silva.
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