20 de diciembre 2004 - 00:00

Misiones: un arte con mirada propia

Una de las libélulas de Roberto Urbanowicz, artista que luego de investigar diversas especies de flores, presentó partículas de polen ampliadas, y flotando entre ellas estos bellísimos insectos.
Una de las libélulas de Roberto Urbanowicz, artista que luego de investigar diversas especies de flores, presentó partículas de polen ampliadas, y flotando entre ellas estos bellísimos insectos.
Posadas (enviada) - La Fundación Antorchas, que durante años apoyó a los artistas con becas en el exterior y con planes educativos, ha culminado su gestión. En varias ciudades del país, sobre todo en Tucumán, Bahía Blanca, Córdoba o Misiones, desde mediados de la década del 90 hasta hoy, Antorchas posibilitó que muchos artistas se formaran y escalaran posiciones en espacios consagratorios. Ya comienza a sentirse el vacío que se abre ante la falta del estimulante impulso que brindó esta fundación, suplantando la gestión de un Estado que en ocasiones es inoperante.

Sin embargo, en Posadas, la empresa Alto Paraná, la Fundación arteBA y la Universidad Nacional de Misiones, aunaron sus esfuerzos para suplantar esta carencia con un programa de becas para 2005. El primer paso fue la presentación del «Proyecto Alto Paraná. Programa Educativo de Artes Visuales», un concurso destinado a brindar visibilidad al arte misionero durante la próxima Feria de Arte Contemporáneo arteBA 2005 y a incentivar la producción.

La semana pasada, entre los proyectos presentados, se seleccionaron los 20 futuros becarios, que realizarán sus obras con materiales que provee la empresa, derivados industriales de la madera y el papel.

Además, y para conversar sobre la concreción de las obras, los futuros becarios se reunieron con los curadores y también artistas, Jorge Gumier Maier y Francisco Alí Brouchoud, entre otros asesores.

El conjunto de proyectos, brinda una idea de la estética dominante en la nueva generación misionera. En lo formal, no abunda la pintura ni la escultura al modo tradicional y predominan los objetos, pero la producción tiene características especiales: se trata de un arte vitalista y consustanciado con el lugar, ligado por supuesto a la exuberante naturaleza. Llama la atención la exaltación de los sentidos (colores, formas, perfumes, etc.), además de una capacidad de expresión que es, en casi todos los casos, de una sensibilidad muy refinada y minuciosa, atenta a los pequeños detalles. Como suele ocurrir con el arte, las imágenes misioneras quedan peregrinando en la memoria, y entonces cobra fuerza su belleza, surge así el feliz encuentro con esas buenas y viejas bellas artes, tan olvidadas ante el predominio de las tendencias conceptuales y el arte social o «comprometido».

Lo que hoy se está gestando en Misiones tiene una calidad poética en cierto modo musical, con resonancias de un misticismo ligado a la tierra. Como si en vez de dar un paso para mostrar el infierno, los artistas estuvieran tratando de encontrar un camino al paraíso. La definición puede resultar grandilocuente y vacía si no se conecta con las obras, pero cobra sentido al recordar las utópicas Misiones Jesuíticas, sus tallas, su música y arquitectura, que permanecen en la memoria colectiva. Así, en las maquetas y proyectos se perciben los eslabones de una cadena de influencias que contribuyen a conformar una creatividad local, aunque no tiene nada de folklórica.

• Simbolismo

Cargado de resonancias y símbolos, el árbol de Cecilia Azcué une la naturaleza con lo espiritual, invitando a la contemplación con sus hojas doradasque evocan el oro de América, y los hilos de colores que se atan y desatan como las raíces de nuestro arte textil. En esta misma tendencia está la obra de Roberto Urbanowicz, que luego de investigar diversas especies de flores, presentó partículas de polen ampliadas, elemento que determina la diversidad de la selva.

Flotando entre estas partículas, en la futura instalación, estarán también las bellísimas y frágiles libélulas y mariposas de su autoría. Compitiendo en gracia con la naturaleza,
Andrés Paredes, recorta maderas como si fueran encajes, y como dijo Gumier: «Su trabajo no acepta ninguna crítica, salvo invitarlo a dejar volar aún más su imaginación».

El bosque de Cristina Ryndycz está apenas sugerido con «chips» o trozos de madera del tamaño de las hojas de los árboles, y envuelto en aromas sensuales. En esta línea y con el aporte de la tecnología, Héctor Borges construyó una mágica la caja blanca donde se observa la imagen magnificada de un estanque plagado de reflejos y destellos. Como el video hiperrealista de María del Carmen Denti, que muestra las flores con colores y formas exaltadas, con un ritmo dinámico que contribuye a brindarle un tono psicodélicoa la secuencia de imágenesque se contraponen a las del film «Metrópolis» en blanco y negro.

Con la misma intensidad y el acento puesto en los colores vibrantes,
Gisella Bollini presenta una casita esquemática, que contrasta con el precario y misterioso túnel de madera que construyó Jan Kislo, un talentoso alumno de la Facultad de Arte de Oberá.

En suma, se trata de proyectos que sin proponérselo podrían conformar una muestracon criterio unitario, conjugarse para levantar junto a las dunas de madera tersa de
Maximiliano Peralta, algo así como un bosque encantado, donde -como se dice comúnmente- «las obras dialoguen entre sí». Se sabe, cuando los artistas presentan el proyecto y no la obra acabada, que en el camino de realización pueden desdibujarse sus virtudes.

Pero en este caso, los artistas misioneros
Alí Brouchoud, Susuky y María Blanca Iturraldedel Museo de Arte Contemporáneo de Misiones, harán un seguimiento exhaustivo durante todo el verano, de apoyo al Programa Educativo que se acaba de inaugurar en Posadas. El primer elenco de becarios misioneros se completa con los artistas Mauro Ariel Koliva, Violeta Bondarenco,Verónica Jakus, César Cuevas, Hugo Braga, Eduardo Ledantes, María Itatí Cremades, Germán Britch, Milton Kalbermatter, Eladio Javier Sprenck y Adriana Da Silva.

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