22 de septiembre 2008 - 00:00

"Si digo que la fama no me importa creen que soy loco"

Todas las miradas en San Sebastián, ayer, sobre JohnMalkovich, y no sólo por su saco de confección propia dedudoso gusto.
Todas las miradas en San Sebastián, ayer, sobre John Malkovich, y no sólo por su saco de confección propia de dudoso gusto.
San Sebastián - Con aire fatigado, hablar suave y cansino, y algunos leves suspiros ante ciertas preguntas, pero siempre muy cordial y bien educado, de John Malkovich lo único discutible era el saco, que parecía inspirado en un viejo gobelino de mercado persa. «Lo diseñé yo», dijo sin ningún cargo de conciencia.

El actor vino a presentar «Burn After Reading» Quémese después de leer»), la comedia de los hermanos Coen, «que evidentemente habla de cretinos capaces de hacer todo lo posible para lograr su idea de una vida perfecta, aún poniendo todo al borde del peligro. El mundo está lleno de gente que pagaría su cirugía estética vendiendo secretos de Estado. Pero no creo que sea una película política. No sé lo que eso significa.»

Sobre esta dirección, avanzó un poco más: «¿Alguien supondrá que, según el film, estamos en manos de irresponsables? Para nada. No estamos en manos de nadie, nadie controla nada, nadie está a cargo de nada, es más, nadie está siquiera en su casa.». Astuto, se anticipa a la pregunta que tantas veces se le hace en estos días a los actores norteamericanos: «Si me pregunta sobre las próximas elecciones no tengo nada que decir, me mantengo ajeno. Hay unas elecciones, la gente vota, y lo que deba pasar, pasará. Espero que ningún candidato necesite mis consejos, y si los necesita no debería ser candidato».

Después, pasa a hablar de su carrera: «Siempre dirigí teatro, por lo cual simpatizo mucho con los directores. Intento ser abierto, ayudarlos, en especial si son debutantes. También dirigí algo en cine que tardó ocho años en concretarse, y no quiero perder mi tiempo de esa manera, ni cargarme de presión, como pasa cuando alguien te dice 'bien, te doy la plata para que cuentes tu historia, pero más vale que me guste', y luego está en el set y empieza: 'esto no me parece bien', 'aquello podemos cambiarlo', y así sucesivamente».

Tampoco le gusta dar consejos a los jóvenes artistas, como Rilke: «Felizmente para todos,no doy consejos. Sé lo que habría dicho hace 20 años, pero el mundo era muy diferente. Entonces hubiera recomendado leer el discurso de aceptación del Nobel de William Faulkner, 'crear de los materiales de la existencia humana algo que no existía'. Hoy se recomiendan tácticas para imitar y ser famoso. Pero, si digo que la fama no me importa, me miran como trastornado.»

Sobre su carrera, Malkovich recuerda: «Empecé a trabajar en esto cuando iba a la universidad, y desde entonces todo ha seguido así, fuera de control. No sé siquiera si tengo talento para otro oficio, suponiendo que pudiera elegirlo, y no esté en la cárcel. Pero dejaría de ser actor si comprendiera que ya no tengo algo bueno que aportar en cada obra. En cuanto a los personajes, para mí es lo mismo componer uno para un drama, una comedia o un film romántico. No hay diferencias. Eso sí, los que muestran ira son los más sencillos: mostrar rabia es muy fácil porque todo el mundo tiene una reserva; no es tanto cuestión de encontrarla, es cuestión de encontrar cuándo soltarla».

Tiene su favorito, desde luego, en el panorama de los directores de cine: «He trabajado con muchos muy buenos, pero me encantaría producirle algo a Raoul Ruiz, con quien trabajé ya en 'Klimt' y 'En busca del tiempo perdido', y con quien pronto haré una biografía del médico y escritor Sacher Masoch, de quien viene el término masoquista. Ruiz me resulta muy inteligente, creativo, a veces hilarante, de cultura amplia, fantástica, y tiene una costumbre que yo quisiera poner en práctica: nunca responde algo de modo directo.»

Sobre la película que lo hizo más famoso, y sobre la que parece inevitable hacerle una pregunta, respondió: «Una vez debía ir a Europa, y le pregunté a un agente si tenía algo bueno para leer en el viaje. Hizo una larga pausa, y me dijo que sí: era el guión de '¿Quieres ser John Malkovich?' Creí que sería una broma, pero no una película, porque Malkovich no es un tema que me interese. Luego hablé con el director, le sugerí otra persona, pensé también 'nadie será demasiado tonto para producir esto', pero ahí está, y me pareció graciosísima.»

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