25 de noviembre 2008 - 00:00
"Un actor no arruina un film; un guión sí"
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Durante el
rodaje de
«Vicky Cristina
Barcelona»,
Woody Allen
conversa con
Penélope Cruz
y Javier
Bardem.
P.: ¿Pero no es eso habitual en usted? ¿No escribe usted un personaje pensando en un actor en particular?
W.A.: Antes sí, ahora ya no. Hace tiempo, cuando yo actuaba en todas mis películas, sabía que iba a hacer una historia para mí y para Diane Keaton, o para mí y Mia Farrow, o para mí o cualquier otra, y todo era mucho más sencillo. En los últimos años eso ya no es así, y la elección del elenco representa otros problemas. Con Scarlett Johansson ya hicimos varias películas juntos, y a veces me tranquiliza saber que ella también a a estar en la siguiente. Pero faltan todos los otros.
P.: Hace tiempo, a usted solían criticarle que abandonara el humor cada vez que quería hacer un film dramático. Eso ya no ocurre más. Su cine ya no se inclina hacia un lado ni el otro. Pero ¿cómo definiría «Vicky Cristina Barcelona»? ¿Una película dramática con toques románticos y también algo de humor?
W.A.: No sé. Yo diría que es una película triste en el fondo. Su apariencia es todo lo contrario: hay una hermosa ciudad, que tiene una música incomparable, bellas mujeres y un hombre buen mozo y seductor como es Javier Bardem. Pero, a medida que se va desarrollando la historia, se va llegando casi a la certeza de que esa relación amorosa, ya no pasional sino simplemente amorosa, está condenada a no perdurar en el tiempo.
P.: ¿Piensa lo mismo de todas las relaciones amorosas?
W.A.: Al menos de la que retrato en el film sí, y hay muchas así en la vida diaria. Hay vínculos de pareja en los que el elemento más excitante es lo efímero, lo volátil. Penélope Cruz le dice en un momento a Bardem: «A tí te gustan mis cambios de humor, mi poca previsibilidad». En efecto, lo que lo atrae al hombre es no sólo la llama de ella, su potencial pasional y sexual, sino también la capacidad de experimentar otras pasiones que son completamente incompatibles con la idea de la perdurabilidad y, mucho menos, la convivencia. De modo que sí, es una película triste, aunque con una gran química entre ambos actores.
P.: ¿Un mal actor puede arruinar una película?
W.A.: Sí, pero muy rara vez. En realidad, lo que suele estropear una película es un mal guión. Yo diría que 95% de los casos, una mala película es el resultado de un mal guión. Estropear un buen libro es algo difícil e infrecuente, tanto como mejorar un mal guión con la actuación o la dirección. Pese a lo que suele creerse, dirigir es mucho más fácil que escribir. Yo puedo repetir varias veces una toma, mejorarla en la sala de edición, hacer que luzca bien de muchas formas distintas. En cambio, un libro mediocre, un diálogo mediocre, es imposible de embellecer.


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