8 de abril 2004 - 00:00

Un divertido y liviano homenaje a famoso dúo

Ben Stiller Owen Wilson
Ben Stiller Owen Wilson
«Starsky & Hutch» (id., EEUU, 2004, habl. en inglés). Dir.: T. Phillips.-Int.: B. Stiller, O. Wilson, V. Vaughn, S. Dogg, F. Williamson, J. Lewis y otros.

El fenómeno había empezado en 1975 con un telefilm muy fuerte en clima e imágenes. Luego, entre septiembre de 1976 y agosto de 1979, la cadena ABC emitió los 92 episodios originales de la serie «Starsky & Hutch» (en la Argentina, y por el viejo canal 11, «Los aventureros»). El horario de las 10 de la noche era el adecuado dado el contenido adulto que tocaba temas mucho más crudos que « Kojak», pero además lo hacía desde la perspectiva más carismática de estos dos verdaderos íconos de aquellos años locos, capaces de permitirles un soplón negro, cafisho e impresentable, como el Hugy Bear encarnado por Antonio Fargas.

Intentar en serio revivir este producto fuerte e ingenuo en partes iguales no era nada fácil: por eso, la nueva película no es una remake, sino una parodia de aquel fenómeno setentista que satiriza sólo en sus aspectos más obvios. Sin intentar un gran esfuerzo intelectual, el director Todd Philips se conformó con revivir la serie en una comedia boba que mezcla toda esa nostalgia de los '70 con las referencias contraculturales de la época. No tiene sentido ser exigente con una película tan divertida: el guión es un mal chiste, pero ofrece una dosis constante de gags contundentes.

Más allá del sólido elenco, de la perfecta banda sonora de época, de la delirante dirección de arte y de los cuidados guiños dedicados a los fans de David Soul y Paul Michael Glaser, al final lo que salva la película son esos chistes delirantes que explotan sin aviso en la escena menos pensada.

Estos gags caprichosos, muchas veces fuera de lugar en la trama y hasta inconexos con la nostalgia setentista, o sea, guarros, descolgados y gratuitos, son lo mejor de la película y, de una manera rara, también son lo más fiel a aquel espíritu de 1976, un bicentenario demócrata que necesitaba darle algo del logo de Coca Cola a una cupé Ford, y confundir un poco el realismo de Sérpico con la ingenuidad de El Hombre Nuclear.

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