La exposición que se inaugura mañana en el Museo Peggy
Guggenheim de Venecia busca mostrar las coincidencias
tanto técnicas como conceptuales entre el norteamericano
Matthew Barney (arriba una de sus obras) y el alemán Joseph
Beuys.
En el Museo Peggy Guggenheim de Venecia se presentará a partir de mañana la muestra «All in the present must be transformed: Matthew Barney and Joseph Beuys», realizada con la curaduría de Nancy Spector. La Colección Peggy Guggenheim se destaca en Italia como importante museo de arte europeo y americano de la primera mitad del siglo XX. Está ubicado sobre el Gran Canal en el Palazzo Venier dei Leoni, que fuera el hogar de la coleccionista. La muestra se propone explorar afinidades entre ambos artistas, tanto desde el punto de vista de sus posturas acerca de la creatividad como también en las técnicas utilizadas y la relación entre la acción y la documentación de sus trabajos.
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Si todo artista verdadero es hijo de su tiempo, Joseph Beuys, que desarrolló su obra en la segunda mitad de nuestro siglo, lo fue como pocos. Adolescente bajo el nazismo, soldado joven en la Segunda Guerra, Beuys llega al arte después de volver de la muerte. El arte fue su renacimiento, y él convertirá a su obra excepcional en el renacimiento del arte alemán, arrasado por los huracanes siniestros del Tercer Reich. Su objetivo, sin embargo, era aún más vasto y promisorio: Beuys deseaba también el renacimiento de la humanidad a través del arte, es decir, con la movilización de aquella energía creadora que cada hombre, según reiteraba, trae al mundo.
A partir de la década del sesenta y durante un cuarto de siglo, Beuys fue reconocido y admirado dentro y fuera de Alemania. Como sucede a menudo, tras su muerte a comienzos de 1986 se multiplicaron los estudios acerca de su obra. Las ciencias naturales y el dibujo lo apasionan desde temprano. En 1938, en el patio de la escuela, se ejecuta uno de los grandes ritos nazis, la quema de libros, inaugurado en 1933 con unos 20.000 volúmenes de la Universidad de Berlín. Ahora arde la biblioteca del Liceo, pero Beuys logra rescatar un ejemplar del «Sistema de la Naturaleza», de Linneo, una novela de Thomas Mann -a quien el gobierno acaba de privar de la ciudadanía alemana-, y el catálogo de una exposición del escultor Wilhem Lehmbruck. Fue la visión de los trabajos de Lehmbruck, en las fotos del catálogo salvado del fuego, la que conmociona a Beuys. El dirá más tarde: «Tuve esta idea, como una intuición - la escultura. Hay que hacer algo con la escultura. Todo es escultura, parecía gritarme esa imagen de Lehmbruck. Y en esa imagen vi una antorcha, una llama, y escuché: ¡Protege esa llama!».
No son épocas normales para el arte, en Alemania. Después de mudarse a Berlín, en 1932, el Bauhaus ha cerrado en 1933, bajo la amenaza del gobierno nazi. Ese año, 6.500 obras de creadores contemporáneos (Kokoschka, Grosz, Dix, Kirchner, Nolde, Klee, Chagall, van Gogh, Gauguin, Cézanne, Monet, Matisse, Picasso y tantos otros) son retiradas de los museos alemanes por orden de Hitler. Las purgas continuarán, porque tales obras constituyen el paradigma del Entartete Kunst («arte degenerado»), un elemento venenoso para el alma alemana y el Tercer Reich. Hacia 1942, Beuys es enviado al frente soviético, en la zona de Crimea. Al parecer, ejecuta su primera misión en 1942, en un bombardeo a Sebastopol. Pero a fines de 1943, su avión cae a tierra, perece el otro piloto y Beuys, que ha sido despedido de la cabina, queda a las puertas de la muerte: yace sobre la nieve, bajo la cola del despedazado Stuka, detrás de las líneas alemanas. Beuys es salvado por unos tártaros que lo llevan a sus tiendas y, durante ocho días, lo curan untándole el cuerpo con grasa y tapándolo con paños de fieltro. Estos mongoles nómades, oriundos de las cercanas estepas de Kuban, ofrecen a Beuys un lugar en su familia. A las doce de la noche del 8 de mayo de 1945 cesa el fuego en Europa, al cabo de cinco años, ocho meses y siete días. Alemania se ha rendido a los aliados incondicionalmente. En 1945 se entera Beuys de la noticia en un campamento británico de prisioneros de guerra, en la ciudad alemana de Cuxhaven, sobre el Mar del Norte, donde fuera internado después de restablecerse de su quinta herida, que le costara la extirpación del brazo.
En ese marco horrendo, desde esta herida mundial ( acentuada por la pulverización atómica de Hiroshima y Nagasaki, en agosto del 45), debe ser observada la opción de Beuys por el arte. Suponía para él, un modo diferente de curar. Beuys más tarde ha de declararse chamán, nombre del médico-mago de los tártaros. El interés de Beuys por el chamanismo fue robustecido -sino despertadopor su experiencia de 1943 en Crimea. De todas las fuentes beuysianas, el chamanismo es quizá la más decisiva para el artista, especialmente a partir de sus acciones, en 1963. El artista es para él algo así como el chamán de las sociedades contemporáneas.
En el período 1964-1982, Beuys participó en Documenta III-VII, en Kassel. Allí lo conocimos personalmente y después de hacerle una entrevista, nos dijo que lo tendríamos que haber llamado para nuestra guerra con los ingleses. En sus obras incorporó su propia experiencia vital para lograr la unidad arte y vida. Sus trabajos se caracterizan por la combinación de distintos medios expresivos: performances, acciones, «Lavado de pies», 1971; instalaciones «Terremoto», 1981, entre otras.
También realizó un trabajo multidisciplinario que incluye fotografías, esculturas, instalaciones, dibujos, objetos, videos y películas, el artista norteamericano Matthew Barney, nacido en San Francisco en 1967. Estudió Bellas Artes en la Universidad de Yale donde se graduó en 1991. Desde las primeras etapas de su trabajo, Barney ha explorado en el arte multimediático. En sus primeras exhibiciones, Barney presentó instalaciones muy elaboradas que incluían videos de él mismo interactuando con objetos y desempeñando proezas físicas como escalar el cielorraso suspendido de cables de acero. Sus impactantes obras incluyen interiores cargados de decorados complejos, motocicletas y actuaciones en vivo. Entre sus primeros trabajos se destaca el video «Field Dressing» en 1989 Desde 1992, Barney introdujo criaturas fantásticas en sus obras que anticiparon en parte la temática de películas narrativas posteriores. Dos años más tarde inició su ciclo épico Cremaster, que obtuvo el Premio Europa en la 45° Bienal de Venecia. Es un proyecto fílmico rico en metáforas que trata el enfrentamiento del hombre con su sexualidad. También incluye esculturas, fotografías y dibujos interrelacionados.
El conjunto de films está integrado por una mezcla de autobiografía, historia, mitología y un universo personal de imágenes y símbolos. La sucesión, que no tiene un orden, comprende Cremaster 4 (1994), Cremaster 1 (1996), Cremaster 5 (1997), Cremaster 2 (1999), y Cremaster 3 (2002). Organizado por el Museo Guggenheim, la exhibición del ciclo Cremaster fue presentada en el Museo Ludwig de Colonia, Alemania y en el Museo de Arte Moderno de la Ville de Paris.
Sus obras conforman un rico universo de imágenes y símbolos que se caracterizan por el cruce de elementos de la cultura popular, las bellas artes, la historia, la mitología y la autobiografía. En sus películas, que combinan diferentes géneros, presenta historias no lineales que exploran el tema de la identidad Una de ellas, «Drawing Restraint 9» (2005), fue rodada en la Bahía de Nagasaki (Japón) en un barco ballenero japonés. Barney reside actualmente en la ciudad de Nueva York con su pareja la cantante islandesa Björk, quien colaboró en su último proyecto multimedia.
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