Periodista: Venimos de un rally vertiginoso. Después de la reunión de Jackson Hole, cuando Jay Powell nos hizo el guiño de una baja de tasas, que luego ejecutó en septiembre, el avance se acentuó. Subió “todo”, y bastante. ¿Toca descremar la espuma? ¿Estamos en la antesala de una corrección? Primero, dos semanas atrás, las criptomonedas sufrieron una paliza. Hoy (por el lunes) le tocó al oro y los metales preciosos. ¿Debería la Bolsa poner barbas en remojo?
Diálogos en Wall Street: el mercado cambia el rally por la montaña rusa y hay temor a una corrección
La bolsa de Nueva York cambió el rally por la montaña rusa. ¿Vamos a una corrección de una suba de vértigo en la Bolsa, como acontece ya con las criptomonedas y el oro, Gekko?
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Trump reavivó la confrontación con China, sin preaviso, y los mercados se frenaron en seco.
Gordon Gekko: Dos viernes atrás el choque frontal fue generalizado. Trump reavivó la confrontación con China, sin preaviso, y los mercados se frenaron en seco. Tuvimos un viernes negro, pero Trump se ocupó de que no hubiera un lunes sangriento. El presidente le bajó los decibeles a la confrontación, y la Bolsa y los metales preciosos se recuperaron con ganas. Pero, el daño en el universo cripto no se arregló. Y las criptomonedas no participaron del rebote.
P.: Hoy es el turno del oro, con una caída abrupta de más de 5% (al igual que el platino y el paladio). Y la plata se precipita más de 7%. Los futuros de oro treparon más de 56% desde que comenzó el año. La plata, que acababa de superar su nivel récord desde 1980, retiene una suba de más de 60%. Nadie puede alegar un cambio de tendencia y un fin de fiesta, ¿o sí?
G.G.: Con la FED todavía embarcada en la baja de tasas, no hay moros en la costa. Pero sí demasiada gente montada en una misma apuesta. Que, por cierto, pagó muy bien. Pero que está sobrecargada.
P.: Incluyendo, en el caso del oro, a los bancos centrales.
G.G.: Los bancos centrales no se van a bajar. Pero pueden hacer una pausa. Pueden esperar que la especulación tardía o más apalancada se retire. Y retomar sus compras a precios más moderados.
P.: La suba de los metales preciosos parecía a prueba de balas. La teoría de la licuación del dólar y las monedas fiduciarias. La búsqueda deliberada de alternativas al dólar como moneda internacional. La sobrevaluación de los activos puramente financieros. La deuda pública que crece sin freno. El riesgo geopolítico. La utilización de sanciones financieras – como el congelamiento de las cuentas rusas tras la invasión a Ucrania – como mecanismo de presión política entre las naciones, todo ello le da pie a la bonanza sostenida del oro. ¿Cree que alguno de esos argumentos se ha visto afectado como para pensar que la corrección se convierta en un fenómeno más duradero?
G.G.: No. Tampoco han sido tan importantes para cimentar la suba reciente. Se los menciona, sí, a raudales. Si usted vive de la compraventa de metales preciosos es lo que debe recitar. Pero nada ha sido más potente para nutrir el ascenso que la propia aceleración de las cotizaciones. Y entiendo que ahora toca corregir ese vértigo. No más que eso.
P.: ¿Se van apagando las luces de la kermesse? Las criptomonedas, los metales preciosos corrigen. ¿No debería la Bolsa sosegar su entusiasmo?
G.G.: Ya vimos un patín fuerte de los bancos regionales a mitad de la semana pasada.
P.: Que arrastró a los bancos grandes, pero que pudo remontarse después. ¿Es un aviso, o no?
G.G.: Estamos en plena temporada de balances. Esa es la diferencia. Una onza de oro es siempre eso y nada más que eso. Es más fácil tomarle examen a una acción, hurgar en sus números y proyecciones, cotejar con lo prometido, y analizar las luces y sombras de sus negocios. Los grandes bancos trajeron balances excelentes. Pero los regionales vinieron con abolladuras. Pequeñas. Y este es un mercado que, de repente, se volvió quisquilloso, quiere chequear los precios que paga.
P.: Subió deprisa sin fijarse mucho en el detalle, y ahora resulta que lo que le importa son las minucias.
G.G.: Zions Bank perdió 50 millones de dólares en un par de transacciones. Y tiene otros 5 millones de difícil recuperación. No más que eso. A lo sumo serán 60 millones de dólares de quebranto, que ya previsionó. Cuando avisó, antes incluso de mostrar el balance, el valor de la compañía cayó en mil millones de dólares. Zions Bank ganó dinero en el trimestre – más que el año pasado – pero quedó en capilla.
P.: Jamie Dimon, el CEO de JPMorgan, le dio mucha importancia. Dijo que cuando uno ve una cucaracha, debe pensar que de seguro hay más.
G.G.: Si hubieron encontrado más, y créame que todos estos días el mercado se dedicó a buscarlas, la Bolsa estaría sumida en la misma corrección que usted observa en los otros mercados.
P.: No hubo más.
G.G.: No se encontraron más, que no es exactamente lo mismo, pero que a los efectos prácticos es equivalente.
P.: El Dow Jones acaba de clavar un nuevo récord, apenas por debajo de los 47 mil puntos. ¿La Bolsa puede separar su destino y hacer rancho aparte?
G.G.: A golpe de buenos balances, sí. En este caso, Coca Cola y 3M abrieron el paso. GM escaló casi 15% después de mejorar su interpretación sobre el impacto negativo de los aranceles en su proyección anual de resultados. Wall Street quizás está más sensible que de costumbre, pero no se cierra a la idea de que el rally pueda tener continuidad y tomar un nuevo impulso hacia fin de año. Solo pide que le muestren la evidencia.
P.: ¿No hemos visto lo mejor?
G.G.: La economía parecería estar creciendo más de lo que imaginábamos, dijo Neel Kashkari de la Fed de Minneapolis antes de entrar en el silencio de radio, previo a cada reunión. La tasa de diez años se ubica levemente por debajo de 4%, lo que no registrábamos desde hacía más de un año. Y la semana que viene descontamos que la Fed reducirá la suya otro cuarto de punto. Si los balances no desentonan, como hasta el presente; si no aparecen las cucarachas que llevaron el índice de volatilidad a un pico de 28 el jueves (desde entonces volvió al corral de la tranquilidad por debajo de 20), podemos, entonces, esperar algo todavía mejor.
P.: ¿Qué puede salir mal? ¿El cierre del gobierno que se prolonga, China, o que la Fed cambie de opinión?
G.G.: La lectura de inflación de septiembre no va a salir bien. Y si es así, la baja de tasas que se descuenta para diciembre entrará en zona de discusión.
P.: Se publicará el viernes, ¿no? Nueve días después de la fecha originalmente prevista, por culpa del “shutdown”. Pero igual cae antes de la próxima reunión. ¿Qué es un número malo? Y si sale así, ¿por qué debería suspender la baja de tasa recién en diciembre?
G.G.: Se espera lo mismo que vimos en agosto: +0,4% (+0,3% la versión núcleo). Y no será obstáculo para la baja de tasas porque la Fed tiene una visión relativamente peor de la marcha del empleo. Teme una destrucción neta y prefiere prevenir antes que tener que curar. Después de asistir al intercambio de ideas dentro de la Fed, que se hizo público, y de escucharlo a Powell, entiendo que hay consenso para tomar esa decisión. Por supuesto, diciembre ameritará una nueva discusión.
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