La discusión sobre el huso horario en Argentina volvió a escena después de décadas de quedar en el olvido. Aunque pareciera un detalle técnico, lo que marcan los relojes tiene consecuencias concretas en la vida diaria: desde el descanso hasta el consumo eléctrico. De hecho, uno de los males de nuestra época, el cansancio "antes de tiempo" está íntimamente ligado a la relación entre las actividades que desarrollamos y al momento del día.
Cambio de huso horario: No, no es cansancio mental lo que sufrís es "jetlag social"
El desfasaje en el huso horario afecta no solo a la productividad o el consumo de energía: también impacta en tu salud.
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El cambio de horario podría ayudar a muchas personas a dejar de sentirse cansadas "sin razón" aparente.
En efecto, el país funciona hace más de medio siglo en el huso horario GMT -3, una hora adelantada respecto de lo que le correspondería por ubicación geográfica. Esa decisión, pensada en su momento para coordinar con Brasil y favorecer a ciertos sectores productivos, dejó un saldo incómodo: un desfasaje entre la hora social y la biológica que los especialistas llaman jetlag social.
Los efectos se sienten con más fuerza en provincias del oeste y en la Patagonia, donde la diferencia con la luz solar es mayor. Allí, las mañanas oscuras fuerzan a encender la calefacción o las luces mucho antes, lo que impacta tanto en el bolsillo como en la calidad de vida.
Qué se entiende por jetlag social y cómo impacta el cambio del huso hoario
El jetlag social no tiene nada que ver con subirse a un avión: es esa sensación de estar “cansado antes de tiempo” porque los relojes van a destiempo del sol. Según el informe del Centro de Investigaciones Sociales de la UADE, cuando la hora oficial se corre respecto del ciclo natural de luz, se genera un choque con los ritmos circadianos.
Esto trae consecuencias: cansancio acumulado, menor concentración, uso de estimulantes como café o tabaco, e incluso mayor riesgo de problemas cardíacos y metabólicos. En las aulas, se traduce en alumnos que rinden menos por falta de descanso. En los lugares de trabajo, en más accidentes y errores de cálculo.
No es casual que países como Chile o los de la Unión Europea estén debatiendo medidas similares. Allá también se comprobó que cambiar los relojes, ya sea con horarios de verano o con husos “forzados”, no siempre produce el ahorro energético que se prometía, y a veces hasta empeora la situación.
El proyecto de ley aprobado por Diputados
En este contexto, la Cámara de Diputados aprobó un proyecto que busca regresar al huso GMT -4, el que corresponde naturalmente a gran parte del territorio argentino. La iniciativa, impulsada por Julio Cobos, apunta a alinear mejor la hora oficial con la solar y a reducir el jetlag social.
El texto también contempla la posibilidad de volver a aplicar el horario de verano, aunque con una coordinación regional que incluya a los países del MERCOSUR. La idea es evitar desajustes logísticos en sectores sensibles como el comercio, la banca o el transporte.
Aun así, algunos sectores empresariales temen que un cambio complique la integración con Brasil, que sigue en GMT -3. Y, más allá de los argumentos técnicos, también está el “shock cultural”: a muchos no le gusta que le cambien las rutinas de golpe.
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