La música y la creatividad no saben de límites. En este caso, queda demostrado a través de una composición perteneciente al folclore húngaro, realizada con 146 botellas.
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En 50 segundos, tres jóvenes interpretan la canción valiéndose de la gran cantidad de envases de vidrio, distribuidas a lo largo de una habitación.
Así, corren por el recinto (dentro de la Escuela de Música de Cork) en busca de la nota indicada, hasta lograr la perfecta armonía con instrumentos que para otros, serían simplemente basura.
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