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Corte en crisis, pero más viajera que nunca
Elena Highton de Nolasco aterrizó a fines de la semana pasada en Buenos Aires, luego de haber pasado unos días en Perú en representación de la Justicia argentina. Rápidamente le pasó la posta a Petracchi, quien ya tiene su ticket de vuelo con destino a Madrid. En España lo esperan supremos de otras partes del mundo. Es de esperar, que el presidente de la Corte argentina no se entusiasme con el faisán, y termine provocándose una indigestión como le sucedió a Néstor Kirchner.
Para ese viaje, Petracchi tuvo cuidado de no encontrarse en Ezeiza con su colega Boggiano. El eyectado ministro sacó pasaje rumbo a Roma, donde se asegura buscará reunirse con el Papa Benedicto XVI. Creen que fue a pedirle a Su Santidad el último esfuerzo para modificar su situación como supremo.
Los dañinos de la Corte -siempre existen- arriesgaban ayer que Petracchi aguardará (se queda hasta el viernes en Europa) a que Boggiano deje el Vaticano para pedirle al Papa que termine con el vía crucis que significa cargar con (ex) colega.
Otro que tiene las maletas listas, aunque está un poco indeciso, es el ministro Ricardo Lorenzetti. También él tiene una reunión internacional de Cortes, aunque en su caso es un «viaje japonés» (de solo dos días) con destino a Andorra. Quizá sea el poco tiempo lo que no convence al juez de embarcarse en semejante aventura.
Quien por ahora está bastante tranquilo es Eugenio Zaffaroni. El trotamundos no tiene en el corto plazo planes de viajar. Aunque con él nunca se sabe.
Otro que ha empezado a hacerse amigo de los aviones es el consejero Beinusz Smukler. Hace dos semanas se apareció sorpresivamente en un foro que la Federación Argentina de Colegios de Abogados (FACA) organizó en la lejana Ushuaia. Nadie reconoce haberlo invitado, pero sin embargo Smukler pisó tierra fueguina. Abogados comentaron que el esfuerzo de semejante trayecto tenía un motivo: Smukler habría ido a pedir que los abogados apoyaran el reclamo del gremio de los judiciales por el aumento de $ 200 que generosamente concedió el Consejo de la Magistratura.
De vuelta, Smukler sacó la ropa de invierno y empacó prendas más livianas. La Habana, Cuba, lo esperaba.
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