18 de octubre 2005 - 00:00

Corte en crisis, pero más viajera que nunca

Antonio Boggiano
Antonio Boggiano
«Cuando no se puede cambiar el argumento, ni los actores, lo mejor es cambiar la escenografía», suelen aconsejar quienes exploran la mente humana. La antiquísima regla -que a veces da buenos resultados- domina hoy por hoy la convicción de los cortesanos. El caso Boggiano ha agotado la resistencia física y psíquica de los supremos. Ellos han encontrado una receta capaz de curar sus males: viajar.

Claro está, que esas «escapadas» son por cuestiones oficiales propias de la labor de los ministros y de su interés por adaptar la Justicia argentina, la mayoría de las veces, al modelo europeo, donde la Corte Suprema tiene el imperio y no la apariencia. Es difícil, que en el Viejo Mundo se repita un caso como el de Antonio Boggiano aquí, sentado en su despacho resistiendo la destitución dictada por un Congreso obediente al gobierno. No sería posible tampoco que los jueces firmen fallos a escondidas en sus oficinas temiendo que la presencia de su colega perturbe o altere una sentencia en una u otra dirección. Desde hace dos semanas la Corte Suprema no se reúne, porque la situación de Boggiano no está definida y no hay certeza de que hoy se realice el acuerdo de los martes.

• Tiempo para el ocio

Lejos de la crisis institucional, los supremos diagraman sus vuelos, intentando que en sus ajustadas agendas protocolares quede un tiempo para el ocio. Necesario para conocer algunos de los vistosos y apasionantes lugares que existen en las tierras europeas.

Si es por viajes, la «Nueva Corte» de Enrique Petracchi no tiene nada que envidiarle a la de Julio Nazareno. Algunos calculan que tiene la misma cantidad de viajes que el desaparecido tribunal. Aunque, claro está, el que acumulaba más millas de vuelo era Boggiano. No en vano fue nombrado «ministro itinerante».

Elena Highton de Nolasco
aterrizó a fines de la semana pasada en Buenos Aires, luego de haber pasado unos días en Perú en representación de la Justicia argentina. Rápidamente le pasó la posta a Petracchi, quien ya tiene su ticket de vuelo con destino a Madrid. En España lo esperan supremos de otras partes del mundo. Es de esperar, que el presidente de la Corte argentina no se entusiasme con el faisán, y termine provocándose una indigestión como le sucedió a Néstor Kirchner.

Para ese viaje,
Petracchi tuvo cuidado de no encontrarse en Ezeiza con su colega Boggiano. El eyectado ministro sacó pasaje rumbo a Roma, donde se asegura buscará reunirse con el Papa Benedicto XVI. Creen que fue a pedirle a Su Santidad el último esfuerzo para modificar su situación como supremo.

Los dañinos de la Corte -siempre existen- arriesgaban ayer que
Petracchi aguardará (se queda hasta el viernes en Europa) a que Boggiano deje el Vaticano para pedirle al Papa que termine con el vía crucis que significa cargar con (ex) colega.

Otro que tiene las maletas listas, aunque está un poco indeciso, es el ministro
Ricardo Lorenzetti. También él tiene una reunión internacional de Cortes, aunque en su caso es un «viaje japonés» (de solo dos días) con destino a Andorra. Quizá sea el poco tiempo lo que no convence al juez de embarcarse en semejante aventura.

Quien por ahora está bastante tranquilo es
Eugenio Zaffaroni. El trotamundos no tiene en el corto plazo planes de viajar. Aunque con él nunca se sabe.

Otro que ha empezado a hacerse amigo de los aviones es el consejero
Beinusz Smukler. Hace dos semanas se apareció sorpresivamente en un foro que la Federación Argentina de Colegios de Abogados (FACA) organizó en la lejana Ushuaia. Nadie reconoce haberlo invitado, pero sin embargo Smukler pisó tierra fueguina. Abogados comentaron que el esfuerzo de semejante trayecto tenía un motivo: Smukler habría ido a pedir que los abogados apoyaran el reclamo del gremio de los judiciales por el aumento de $ 200 que generosamente concedió el Consejo de la Magistratura.

De vuelta,
Smukler sacó la ropa de invierno y empacó prendas más livianas. La Habana, Cuba, lo esperaba.

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