Organizada por Americas Society (Nueva York), el Museo Amparo (Puebla, México) y la Fundación Proa (Buenos Aires) se acaba de inaugurar en esta institución de La Boca “El Dorado- Un territorio”. Una oportunidad para revisar el impacto de uno de los mitos americanos más influyentes en la historia de la humanidad. Así comienza el comunicado de prensa de esta fascinante exposición que comprende videos, instalaciones, fotografías, performances a través de temas sobre un territorio rico en materias primas que cambiaron el mundo a partir del siglo XVI.
Adriana Rosenberg, directora de la Fundación, se pregunta por qué la exposición consta de obras de arte contemporáneo y no históricas. “Como centro de arte contemporáneo, revisitar la historia exige hacerlo con herramientas del presente”. El Dorado, ¿existió o no? En un seminario a cargo de Edward Sullivan se concibió esta investigación con eje en la noción de territorio, así como sueños, comercio, codicia, viajes, cielo e infierno.
Sullivan puso énfasis en la leyenda de El Dorado, sobre todo en la famosa película “Aguirre – la ira de Dios” de Werner Herzog, filmada en la Amazonía peruana. Los cazadores de oro españoles, quedaron varados en sus balsas, sufrieron toda clase de tormentos tratando de encontrar El Dorado. Para Sullivan, el oro es más que un objeto, es un concepto de sacralidad, de lujo, de éxito que está en nuestro inconsciente colectivo. Se convocó a más de 30 artistas y a reconocidos historiadores de arte, semiólogos, investigadores sobre la época colonial y el poscolonialismo cuyos textos echan luz sobre el mito.
El semiólogo argentino Walter Mignolo señala cómo el oro afectó el sentimiento, el deseo y los modos en los que las personas se emocionaban. Los humanistas de la iglesia estaban consternados por la atención que los españoles daban a la posibilidad de ser extremadamente ricos. España saldaba deudas por el dinero prestado por los genoveses para pagar la exploración, despertando, a su vez, el celo de otras monarquías europeas. En los países del norte de Europa, según Mignolo, se enfocaron hacia el Caribe donde había algodón, azúcar, café, tabaco.
En el texto de Gabriela Siracusano leemos que “el oro tanto en imágenes religiosas como en objetos litúrgicos y paralitúrgicos ha funcionado siempre en los discursos textuales y visuales del cristianismo como una metáfora que pivoteaba entre la sacralidad y el peligro de la idolatría. Aparte de evangelizar se controlaban las ideas, creencias y tradiciones ajenas a lo que la conquista española imponía”. Sergio Baur, en un párrafo de su texto resume la idea principal del mito de El Dorado: “posiblemente la frustración inicial de no haber hallado la ruta buscada a las Indias haya promovido su creación. La esperanza y la fe en supuestas riquezas promovería la financiación de las empresas conquistadoras. De igual modo los relatos de los distintos pueblos originarios del Nuevo Mundo distraían a los visitantes y los alejaban de su vocación violenta.
En esta exposición se destaca el aporte del Museo Fernández Blanco de carácter histórico: monedas coloniales, el nicho para imagen religiosa del siglo XVIII, las capas pluviales del siglo XIX en gros de seda blanco con bordados en hilos metálicos dorados. Entre los convocados están: Iván Argote (Colombia) con su “Batata” gigante en aluminio y láminas de oro, Andrés Bedoya (Bolivia) “Moscas”, alrededor de 700 labradas por el artista, quien nos explica que el 80 % de la plata que circulaba provenía de Potosí, los palimpsestos de Stefan Brüggemann (México), y el monocromatismo dorado de Matías Goeritz (México), los 50 dibujos en tinta sobre papel del peruano Fernando Bryce, la obra textil de Leda Catunda (San Pablo).
La artista argentina Teresa Pereda montó sobre una gran mesa montículos de tierra que trajo de sus numerosos viajes por Latinoamérica, está Víctor Grippo (Buenos Aires, 1936-2002) con las obras “El Dorado, huevo de oro” de 1990 y también su célebre “Naturalizar al hombre, humanizar a la naturaleza”, papas, frascos de vidrio, Leopoldo Maler y “La gesta del Oro”, pintura negra, alambre de púas, la no menos célebre fotografía de Marta Minujín con Andy Warhol “Pago de la deuda externa” de 1985. Otras obras son la gigantografía de Martín Chambí “Ezequiel Arce y su cosecha de papas” (Perú 1891-1963), las obras en chocolate del colombiano Santiago Moyano, “Elote de balas” del guatemalteco Benvenuto Chavajay, mazorca o choclo cubiertos de balas, las llantas de camión grabadas con incrustaciones de hoja de oro de Betsabé Romero (México). Estos trabajos con los que los artistas se expresan resumen la fuerte presencia de esas commodities que significaron riqueza, expoliación, violencia, muerte, ambición , rituales religiosos, y que una mirada contemporánea revisa con sentido crítico. Esta muestra estará en los museos mencionados al principio de la nota a partir del cierre, a fines de agosto, durante 2023 y 2024. (Pedro de Mendoza 1929, miércoles a domingos de 12 a 19).
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