Mishiguene no sólo es uno de los restaurantes más reconocidos del país, sino también un lugar donde la comida cuenta historias. Fundado en 2014 por el chef Tomás Kalika y el empresario Javier Ickowicz, el restaurante se propuso desde el inicio revalorizar la cocina de inmigrantes (en especial la del pueblo judío) desde una mirada contemporánea, emocional y profundamente personal.
Nueva carta de invierno en el restaurante que homenajea la cocina de inmigrantes
Mishiguene renueva su propuesta, que reinventa tradiciones con platos reconfortantes, ingredientes frescos y técnicas contemporáneas. Además, un menú degustación para quienes buscan vivir la experiencia completa.
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Mishiguene presenta su nueva carta de invierno con sabores que emocionan y técnicas de alta cocina que revalorizan la herencia judía
Hoy, tras años de consolidación, múltiples reconocimientos internacionales (entre ellos, su presencia sostenida en la lista de The World’s 50 Best y su estrella Michelin), Mishiguene luce su nueva carta de invierno, una celebración del sabor, la memoria y el producto.
La propuesta de temporada reafirma el espíritu de la casa: platos que emocionan, técnicas que sorprenden y combinaciones que despiertan todos los sentidos. El recorrido puede comenzar por los mezze, esos platitos para compartir que encienden la mesa desde el primer momento.
Entre las incorporaciones de invierno se destacan el hummus & puerros (con tahina cremosa, puerros asados a la leña, yema curada y un toque de anchoa) y la stracciatella con miel de dátiles, higos frescos y hojas verdes. La opción melena de león, con tahina y pilpel juma, es pura textura y profundidad de sabor. Las coles de Bruselasllegan fritas, con peras a la plancha, uvas encurtidas y un delicado labneh de dátiles. Y la entraña al mangal, servida con puré de papa y ajo caramelizado en miel de dátil, es un bocado lleno de carácter.
Las entradas de invierno se suman con sutileza y contundencia. El labneh con vegetales y frutas de estación juega con temperaturas y contrastes; el kibbe de pesca del día aparece como una versión delicada y cítrica de un clásico de Medio Oriente, y la Flor para un Mishiguene, con coliflor especiada y salsa tahina, es pura personalidad. También se incorpora el ya emblemático sándwich de pastrón (reinterpretado en pan tipo americano) y una reconfortante sopa de kneidalaj, con caldo de pollo especiado y albóndigas de matzá.
Para los principales, el invierno exige intensidad. El ojo de bife se sirve con puré de coliflor, gratín de papas, salsa zhoug, semillas tostadas y topinambour. El cordero braseado al vino tinto llega con croute de avellanas, arroz a la turca y verduras torneadas, en una combinación que abraza con su calidez.
La propuesta se completa con una carta de postres que incluye opciones como el malabi de coco (con chutney de piña picante y crema de chocolate blanco), el strudel de manzana o el leicaj, budín de miel con helado de yogur y almíbar de romero. También hay una cuidada selección de vinos (curada por la sommelier Paula Scapuccio) y una coctelería de autor con creaciones como el Beba Ganush o el Lo’ez, que maridan el viaje de sabores con identidad propia.
Para quienes buscan vivir la experiencia completa, Mishiguene ofrece además un menú degustación de varios pasos, que puede acompañarse con maridajes clásicos o premium. Una invitación a recorrer la herencia cultural del mundo judío desde una mesa porteña, con técnicas de alta cocina y una emoción que atraviesa cada plato.
Este invierno, Mishiguene reafirma su promesa: la de una gastronomía que no sólo alimenta, sino que también cuenta, recuerda y conmueve.
Dirección: Lafinur 3368, Palermo.
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