Dos restaurantes destacados de Ciudad de Buenos Aires, recomendados por la Guía Michelin, decidieron cerrar sus puertas debido a dificultades y costos por la situación económica. Ambos habían sido reconocidos por su exclusividad y calidad gastronómica.
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Factores como los altos costos y la falta de previsibilidad los llevó a la decisión. Ambos habían sido destacados por su oferta culinaria de alta gama.
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Se trata de dos opciones ubicadas en Palermo, Ciudad de Buenos Aires.
Se trata de las firmas Franca y Sál, apreciadas por su oferta culinaria de alta gama y por representar la sofisticación de la gastronomía porteña.
La Guía Michelin los había destacado en su última edición. Sin embargo, la inflación, los altos costos de insumos y la falta de previsibilidad económica pusieron en jaque a los establecimientos.
Los restaurantes Franca y Sál debieron cerrar
Franca se ubicaba en Palermo y era dirigido por el chef Julio Báez. A pesar de la excelente calidad de sus platos y de su éxito en la Guía, la crisis económica impactó en su modelo de negocio.
El aumento de los precios de los insumos, la devaluación de la moneda y el impacto de la inflación en los costos de operación fueron algunos de los elementos clave que llevaron a su cierre.
Al anunciar el final de sus servicios, en redes expresaron su dolor: “No fue una decisión fácil, dolió mucho, pero creemos que es el momento correcto".
Además, destacaron que "Franca nació con una filosofía: ser más que un restaurante, ser un lugar de encuentro (...) Pusimos el alma, el corazón y mucha energía en este proyecto. Este cierre es el resultado de una realidad económica que nos toca profundamente y ya no podemos sostener”.
Por su parte, Sál, el otro restaurante destacado, se especializaba en cocina nórdica y había sido creado por el chef Nicolás Díaz Martini. Este restaurante, al igual que Franca, se dedicaba a ofrecer una experiencia gastronómica de lujo, pero no pudo soportar las dificultades que trajo la crisis económica.
Los costos de los insumos y los problemas derivados del tipo de cambio hicieron que la operación se volviera inviable.
En su Instagram oficial, en colaboración con el del local, Martini sostuvo luego de una reflexión: "Gracias por acompañarme en este sueño que fue Sál, en estos tres años... mi último plato fue simplemente el primero de otro... somos así, cocineros".
Costos altos, el factor determinante
Los precios de los insumos esenciales para la alta cocina, como carnes, verduras y productos importados, se dispararon debido a la inflación y a la dificultad para acceder a divisas extranjeras.
Estos aumentos no solo afectaron a los productos importados, sino también a los nacionales, lo que complicó la posibilidad de ofrecer un menú de calidad al nivel esperado por los comensales.
Además, los salarios y los gastos de mantenimiento también aumentaron considerablemente. Los restaurantes de lujo, como Franca y Sál, requieren una atención meticulosa a los detalles, implicando altos costos laborales y un nivel de exigencia difícil de mantener en una inestabilidad económica.
Otro factor importante fue la caída en la demanda. Por una baja en el poder adquisitivo de los consumidores muchas personas optaron por recortar sus gastos, evitando frecuentar locales de alta gama.
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