25 de agosto 2025 - 14:30

Qué significa bostezar cuando otra persona lo hace, según la psicología: ¿son realmente contagiosos?

El fenómeno de ver a alguien bostezar y sentir de forma automática la necesidad de hacerlo podría significar algo más según la ciencia.

La verdad detrás de bostezar después de que el otro lo hizo. 

La verdad detrás de bostezar después de que el otro lo hizo. 

Freepik.

A todos les ha pasado alguna vez que, estando en compañía de otras personas, alguien bosteza y al instante varios más lo imitan. Este es sin duda un fenómeno llamativo, la forma en que un gesto tan simple se vuelve contagioso casi de manera automática, incluso sin sentir sueño o cansancio.

Lejos de ser únicamente un reflejo fisiológico, este comportamiento está relacionado con aspectos sociales y psicológicos, como la empatía y la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Diversos estudios señalan que el bostezo contagioso funciona como una especie de espejo emocional que refleja los vínculos entre las personas, mostrando hasta qué punto estamos conectados con quienes nos rodean.

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Por qué bostezamos cuando otra persona lo hace, según la psicología

El bostezo es una acción natural que cumple funciones importantes en el organismo. Entre ellas, ayuda a regular la temperatura cerebral y a mantenernos en un estado de alerta, especialmente en momentos de cansancio o somnolencia. Es decir, aunque muchas veces lo asociamos únicamente con el sueño, también actúa como un mecanismo del cuerpo para reactivar la mente.

Lo curioso es que este gesto puede aparecer incluso cuando no tenemos sueño, siempre que lo veamos en otra persona. La ciencia y la psicología han investigado este fenómeno, y la primera explicación apunta a un componente social y empático. En nuestro cerebro existen las llamadas neuronas espejo, que son responsables de que podamos sentir y reflejar lo que observamos en los demás. Por eso, al ver a alguien llorar podemos entristecernos, al ver una sonrisa solemos sonreír… y al ver un bostezo, muchas veces terminamos imitando el gesto.

Según especialistas del National Institutes of Health (NIH), el bostezo contagioso es más frecuente en personas con alto nivel de empatía y también está influenciado por la edad. En los niños pequeños, por ejemplo, este comportamiento casi no se presenta, mientras que entre adolescentes y adultos resulta bastante común.

Observar un bostezo activa áreas cerebrales vinculadas con la imitación y el control motor, pero el fenómeno va más allá de lo fisiológico: también revela aspectos de nuestra forma de relacionarnos. De hecho, los estudios señalan que es más probable que ocurra entre personas con las que ya tenemos un vínculo emocional cercano, como familiares o amigos. En ese sentido, se plantea que bostezar en sincronía con otros podría funcionar como un mecanismo de conexión social.

En otras palabras, cuando bostezas después de ver a alguien hacerlo, no se trata solo de un reflejo involuntario. Es también una muestra de nuestra capacidad de empatía y conexión, un recordatorio de que incluso los gestos más simples pueden reflejar lo profundamente interconectados que estamos con quienes nos rodean.

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