Ramallah, Cisjordania (AFP, Reuters, ANSA, EFE) - Luego de que se dieran a conocer los resultados de una encuesta según la cual Yasser Arafat sigue ocupando el primer lugar en la intención de voto, el presidente de la Autoridad Palestina (AP) recordó ayer que corresponde a su pueblo el derecho a elegir a sus dirigentes, en una respuesta tajante al presidente de los EE.UU, George W. Bush, quien el lunes condicionó la reanudación de las negociaciones de paz en la región a su reemplazo.
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A punto de cumplir 73 años, Arafat afirmó rotundamente, tras reunirse con el jefe de la diplomacia francesa Dominique de Villepin en su cuartel general de Ramallah, donde se encuentra nuevamente rodeado por el ejército israelí, que corresponde al pueblo palestino y a «nadie más» el derecho a elegir sus dirigentes. Bajo fuerte presión internacional para llevar a cabo reformas a la AP, Arafat prometió convocar a elecciones, aunque no dio una fecha precisa. «Respetaremos las decisiones del pueblo palestino en las urnas», dijo. «El presidente Bush habló de un Estado palestino y de elecciones, y nosotros consideramos que nuestro Estado será democrático como lo demostrarán las próximas elecciones.»
De Villepin consideró en Jerusalén que el discurso de Bush «tiene los mismos objetivos que Francia y la Unión Europea», (UE) aunque consideró también que «corresponde a los palestinos el derecho a elegir a sus dirigentes». Por su parte, el primer ministro británico, Tony Blair, expresó en Londres su apoyo a las declaraciones de Bush, sobre la necesidad de elección demo-crática de las autoridades palestinas, pero pidió por la continuidad de Arafat, hasta que su pueblo disponga lo contrario.
Por su parte, los países árabes reaccionaron de manera dispar. El Líbano desilusionado, Siria silencioso por ahora pero casi seguramente irritado, otros países árabes descontentos, Jordania y Egipto en parte satisfechos. Mientras Jordania consideró que el discurso de Bush marca «el inicio del fin del conflicto árabe-israelí», en el Cairo, Hosni Mubarak lo definió como «plenamente equilibrado». En tanto, satisfecho con las palabras pronunciadas por Bush en la víspera, el gobierno de Ariel Sharon aceleró su ofensiva militar en Cisjordania y ocupó la localidad de Hebrón, al sur.
En tanto, según los últimos datos dados a conocer, detrás de Arafat, en la intención de voto figura el jeque Ahmed Yassin, fundador y líder del movimiento integrista Hamas, responsable de los sangrientos atentados terroristas en Israel. De todas formas, según analistas es casi improbable que el jeque, casi ciego y paralítico, acepte presentarse como candidato. Además, la AP buscaría obstaculizar la presentación de una lista encabezada por Yassin, ya que despertaría reacciones negativas en la comunidad internacional. Mucho se habló sobre la posible sucesión de Arafat en las últimas semanas. Pero el líder palestino, que conduce los destinos de su pueblo desde hace más de 30 años, no parece dispuesto a hacerse a un lado, aunque ahora podría verse obligado a favorecer el crecimiento de otro representante. Un político que agrada a Arafat es sin duda Marwan Barghuti, secretario de Al Fatah (principal movimiento político palestino). Pero desde el 13 de abril último, está preso en Israel, acusado de haber organizado «actos de terrorismo». Un representante de los territorios que es visto con buenos ojos por los EE.UU e Israel es Mohammed Dahlan, ex jefe del servicio de seguridad en Gaza y actual consejero para la seguridad de Arafat. Otros dirigentes palestinos que agradan a Israel, pero que no gozan de popularidad, son Mahmud Abbas, Ahmad Qrea y Sari Nusseibeh, vice presidente de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), presidente del Consejo Legislativo autónomo, actual ministro palestino para las cuestiones en Jerusalén, respectivamente.
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