2 de enero 2003 - 00:00

Asumió Lula: esperanza en Brasil, dudas en el mundo

Luiz Inácio Lula Da Silva asumió ayer como primer presidente socialista de la historia de Brasil, con la promesa de combatir el hambre y la corrupción, crear empleo, impulsar el Mercosur, profundizar la reforma agraria y luchar contra el proteccionismo de las naciones industrializadas, ante una multitud sin precedentes de 350.000 personas que festejaron en la calles de Brasilia. Lula, elegido con más de 51 millones de votos, reivindicó en su discurso inaugural la necesidad de revertir el modelo económico legado por su antecesor, Fernando Henrique Cardoso, por considerar que limita el crecimiento del país. Prometió que ese cambio se hará "gradualmente, sin atropellos ni sorpresas". El nuevo presidente llega al poder con el apoyo de 76% de la población, lo que expresa la gran esperanza interna que genera su figura. Sin embargo, según observadores, esas expectativas favorables pueden convertirse en su mayor problema, con sus aliados de izquierda presionándolo para que introduzca urgentemente drásticas reformas económicas y sociales. En este punto se concentran las principales dudas a nivel internacional: ¿cómo hará Lula para cumplir con su ambiciosa agenda social y, a la vez, ganarse la confianza de los inversores y los empresarios para relanzar la economía del país? Todo esto en un escenario económico difícil, de creciente inflación, bajo crecimiento, necesidad de contención en materia de gasto y apremiantes vencimientos de deuda externa. Esas dudas se refuerzan con la aproximación a Fidel Castro evidenciada durante los actos de su asunción.

Asumió Lula: esperanza en Brasil, dudas en el mundo
Brasilia (Reuters, EFE, ANSA, AFP, DPA) - El ex líder sindical Luiz Inácio Lula Da Silva asumió ayer como el primer presidente socialista en la historia de Brasil, prometiendo un cambio «gra-dual» del modelo económico y ambiciosas reformas sociales, entre las que ubicó la lucha contra el hambre como su mayor prioridad.

«Mientras haya un hermano brasileño o una hermana brasileña pasando hambre, tendremos motivos de sobra para cubrirnos de vergüenza», dijo Lula tras jurar en el Congreso.

Lula, del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), recorrió en un Rolls Royce descapotable la enorme explanada donde se encuentran los edificios gubernamentales de Brasilia para llegar al Congreso, pasando entre una multitud que coreaba su nombre y protagonizaba una imponente fiesta popular. «Cumpliré todas mis promesas electorales y nunca les voy a mentir», prometió el nuevo mandatario desde un palco ubicado frente a la sede de la Presidencia.

Miles de personas llegaron a la capital desde diferentes puntos del país para conmemorar la asunción del ex tornero mecánico de 57 años, quien aseguró que «cambio es la palabra clave» de la nueva era que comienza. Con todo, durante su discurso de asunción señaló que «vamos a cambiar, pero con coraje y cuidado. El cambio será gradual y continuado, no un acto voluntarista. Será un cambio por medio del diálogo y la negociación, sin atropellos ni sorpresas», precisó.

En esas palabras, analistas detectaron la principal tensión que cruzará su gobierno: la necesidad de conquistar la confianza de los inversores y los empresarios y, a la vez, las presiones del ala izquierda del PT, que exigirá drásticos cambios políticos y económicos a corto plazo.

• Pacto social

Como herramienta para restaurar el crecimiento económico -bloqueado, según él, por el actual modelo-, Lula convocó a un pacto social. En lo que fue el eje principal de su mensaje, Lula -quien asume con el apoyo de 76% de los brasile-ños-reiteró sus promesas de combatir la pobreza y la desigualdad en una nación de 170 millones de habitantes, de los que al menos 50 millones son pobres.

«Si al final de mi mandato todos los brasileños tuvieran la posibilidad de desayunar, almorzar y cenar, habré cumplido la misión de mi vida», dijo Lula ante el cerrado aplauso del pleno del Congreso. También prometió -en un guiño a sus aliados del movimiento de trabajadores rurales sin tierraacelerar la reforma agraria, revitalizar el Mercosur, combatir la corrupción y abogar por el fortalecimiento de los organismos internacionales y la resolución pacífica de conflictos como el de Medio Oriente.

Lula ganó la presidencia de Brasil -la undécima potencia económica del mundo-luego de tres intentos frustrados y tras moderar su antigua retórica socialista, que preocupó durante la campaña electoral a los inversores extranjeros. Para ganar la confianza del electorado que lo había rechazado en las elecciones de 1989, 1994 y 1998, Lula se alió al Partido Liberal y colocó a su líder, el magnate textil
José Alencar, como su compañero de fórmula.

• Compromisos

También se comprometió, incluso antes de ser electo, a honrar los compromisos inter-nacionales de Brasil, incluyendo los asumidos con el Fondo Monetario Internacional (FMI), al que como líder sindical y político opositor había criticado duramente.

Además de Lula,
asumieron los 27 gobernadores del país, electos o reelectos en los comicios de octubre.

En su discurso inaugural, Lula prometió -revelando lo duras que serán las negociaciones por el ALCA-luchar contra el proteccionismo comercial que ejercen los países ricos y ayudar a la estabilidad política de América del Sur.

«Brasil combatirá el proteccionismo, luchará por la eliminación de barreras y tratará de obtener reglas más justas y adecuadas a nuestra condición de país en desarrollo», dijo.

«Buscaremos eliminar los escandalosos subsidios agrícolas de los países desarrollados que perjudican a nuestros productores», agregó el ex líder sindical.

Declaró, asimismo, que «la gran prioridad de la política externa durante mi gobierno será la construcción de una América del Sur políticamente estable, próspera y unida con bases en ideales democráticos y justicia social».

• Presidentes

En la ceremonia se encontraban varios presidentes latinoamericanos, entre ellos el argentino Eduardo Duhalde. Pero las estrellas del acto fueron el cubano Fidel Castro y el venezolano Hugo Chávez, quienes bromearon con los periodistas formando con los dedos índice y pulgar de sus manos la letra «L» de Lula, tal como hacen los simpatizantes del nuevo presidente.

El ex sindicalista, nacido en la pobreza e hijo de padres analfabetos, se dirigió luego al Palacio del Planalto, donde recibió la banda presidencial de manos del mandatario saliente,
Fernando Henrique Cardoso (ver aparte).

En la enorme Explanada de los Ministerios, en tanto, entre 150.000 y 350.000 personas, muchas vistiendo remeras rojas -el color del PT-, desafiaron una tenue llovizna y seguían la fiesta a través de pantallas gigantes, donde artistas populares -incluyendo el designado ministro de Cultura,
Gilberto Gil-brindaron conciertos. Grupos folklóricos de todas las regiones brasileñas también se sumaron a la fiesta.

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