Cambia hoy Israel 5 presos por 2 soldados que presume muertos
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Antes del último paso formal previo al canje, Peres se había entrevistado con miembros de la familia Haran, que trataron de convencerlo de que no perdone a Kuntar.
Entretanto, las fuerzas de seguridad, autoridades de prisiones, Cruz Roja y rabinos militares se preparan para que el operativo del canje siga su curso sin incidentes. Para ello, el Ejército israelí declaró anoche la zona limítrofe con el cruce de Rosh Hanikrá, en la Galilea occidental, «área militar cerrada». Poco después de las 9 de la mañana hora local se espera que el servicio israelí de prisiones transfiera a los presos a la frontera con el Líbano, donde la Cruz Roja hará de intermediaria.
Los libaneses no serán puestos en libertad hasta que el equipo de identificación del Ejército verifique que los soldados o sus restos son los jóvenes militares Goldwasser y Regev.
Si la identificación no pudiese realizarse in situ, los huesos serían trasladados a otro lugar de Israel para efectuar un análisis de ADN, para evitar que, como «en otras ocasiones, nos den restos que no eran de nuestros soldados», dijeron fuentes oficiales.
Israel también devolverá al Líbano los restos de unos 200 milicianos de Hizbollah y otros libaneses muertos en distintas circunstancias después de cruzar la frontera común. Como parte del acuerdo, que prevé varias fases, también se hará entrega a la Autoridad Palestina (AP) de guerrilleros de diversas organizaciones muertos en las últimas décadas.
En una primera fase, Hizbollah entregó el último fin de semana a Israel un informe sobre Ron Arad, el piloto israelí derribado sobre el Líbano en 1986 y desaparecido presumiblemente tras ser trasladado de un lugar a otro por el grupo terrorista que lo tenía cautivo.
Pese a que Israel considera que dicho documento «no satisface las condiciones del acuerdo sobre la suerte de Ron Arad», según un comunicado oficial, el gobierno siguió adelante con el canje.
Hizbollah se prepara para presentar el canje como un triunfo, tal como lo hizo con la guerra de 2006, que provocó severos costos humanos y materiales al Líbano, pero en la cual Israel no logró destruir, como era su objetivo, al grupo proiraní y prosirio. Busca reforzarse así en un momento delicado, dado que su implicación en el conato de guerra civil de mayo último puso en cuestión el derecho que le reconoce la ley libanesa de permanecer en poder de sus armas para combatir la ocupación israelí, que, de hecho, sólo persiste en una pequeña zona, las Granjas de Chebaa, cuya soberanía Israel atribuye a Siria.
Una vez que los combatientes sean devueltos al Líbano serán transportados en helicóptero al aeropuerto de Beirut, donde los líderes, desde el presidente, Michel Sleiman, hasta el primer ministro prooccidental, Fuad Siniora, el presidente del Parlamento y los jefes de partidos políticos participarán en una vasta ceremonia que repercutirá en todo el país.
En el sur del país, feudo chiita, y especialmente en la ruta entre Naqoura y Sidón, centenares de voluntarios han colgado banderas de Hizbollah y pancartas con frases como «nosotros no abandonamos a nuestros detenidos en prisión» o «gracias a las armas de la resistencia, liberaremos a nuestros presos». El significado político de ésta es de enorme calado, dado que el Acuerdo de Doha con el que las facciones pusieron fin al conflicto de mayo las obliga a abrir un diálogo sobre el futuro de las armas del Partido de Dios.
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