París (EFE, ASN) - Los diputados franceses empezaron ayer el debate de la reforma de las 35 horas de trabajo semanal, y con él un enfrentamiento más ideológico que socio-laboral, sobre un texto de la mayoría conservadora que busca dar más flexibilidad a las empresas que no parecen particularmente entusiasmadas con la idea. «Trabajar más para ganar más» es el eslogan con el que el centroderecha gubernamental busca sintetizar de cara al público este proyecto de ley elaborado por cuatro de sus diputados del ala más liberal, que puede vaciar de contenido la reducción del tiempo de trabajo a 35 horas semanales, una de las medidas estrella de la izquierda cuando estuvo en el poder de 1997 a 2002.
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El ministro delegado de Relaciones Laborales, Gérard Larcher, insistió en vincular la reforma con la mejora del poder adquisitivo de los franceses, que figura entre sus prioridades, al indicar que «el trabajo suplementario será objeto de aumento de s ueldo-», y subrayar que «nuestro deseo es responder al que trabajando más quiere ganar más, y dar dinamismo a empresas».
La «madre» de las 35 horas, la ex ministra socialista Martine Aubry, cargó contra la reforma, que a su juicio « estigmatiza a los más débiles» en lugar de protegerlos, en referencia a los trabajadores, que deberán aceptar las horas de trabajo suplementarias que les impongan sus empresas, o correr el riesgo de ser despedidos.
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