Israel: presidente pidió licencia, pero le exigen renuncia
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El presidente israelí, Moshe Katzav, hizo ayer una dramática
defensa de su integridad. Negó los cargos de abuso
sexual en su contra, pero su situación política es terminal.
Minutos después que Katsav juró no renunciar a menos que sea formalmente acusado, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, dijo que el presidente debe dejar su cargo.
«No tengo dudas en mi corazón de que el presidente no puede continuar en sus deberes y que debe abandonar la residencia presidencial», dijo Olmert, en lo que comentaristas políticos calificaron como un llamado directo a Katsav para que renuncie.
A su vez, la ministra de Relaciones Exteriores y de Justicia, Tzipi Livni, y el titular-de la cartera de Seguridad- Interior, Avi Dichter, reclamaron la renuncia del presidente por la gravedad de los delitos que se le imputan. «La importancia pública obliga al presidente a renunciar y librar la batalla fuera de la residencia presidencial», señaló Dichter al diario israelí «Yediot Ahronot».
Desde el cuerpo legislativo, la diputada del frente pacifista Meretz, Zehava Gal-On, encabeza la campaña para apartar a Katzav de la presidencia mediante un proceso de destitución, y hasta ahora ha recogido las firmas de 27 diputados, según informó el diario « Yediot Aharonot.» Con veinte firmas, la petición puede ser presentada en la Comisión de Asuntos Internos del Parlamento. Para prosperar, deberá contar allí con el apoyo de 75%, el mismo porcentaje que se necesita en el pleno para destituir al presidente.
El presidente israelí dispone aún de una audiencia preliminar con Mazuz para exponer sus posturas sobre los cargos de los que es sospechoso.
El procesamiento de Katzav es el último de una larga serie de escándalos que salpican a la elite política y militar de Israel. El primer ministro Olmert será investigado por supuestas irregularidades en la privatización, en 2005, de uno de los tres grandes bancos de Israel, el Banco Leumí. Además, el jefe del ejército, Dan Halutz, presentó su dimisión al asumir su responsabilidad en el fracaso en la guerra, librada contra la milicia chiita libanesa de Hizbollah que había secuestrado a dos soldados israelíes, quienes no han podido ser rescatados.
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