29 de enero 2014 - 23:43

Preocupan a Rajoy las amenazas de fractura del PP

Rajoy, preocupado por la inestabilidad del PP.
Rajoy, preocupado por la inestabilidad del PP.
El presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, se enfrenta a uno de los mayores retos internos desde que está al frente del Partido Popular (PP): evitar que se consume la fractura que se ha abierto en la formación española y que protagoniza su ala más conservadora.

Las críticas de tibieza frente al desafío independentista en Cataluña y a una ETA derrotada que ya no mata pero conserva armas y estructura se transformaron en los últimos días en deserciones.

Y todo ello abre la incógnita de una posible escisión en un partido que integra desde un sector de la extrema derecha hasta un sector centrista, liberal en lo económico y progresista en determinadas cuestiones sociales. 

En las últimas semanas, miembros del PP lo abandonaron para irse a una nueva formación, Vox, impulsada por José Antonio Ortega Lara, víctima del secuestro más largo en la historia de ETA.

Uno de ellos es el vicepresidente del Parlamento Europeo Alejo Vidal-Cuadras, que hizo el anuncio justo el día en el que el vasco Jaime Mayor Oreja, ministro del Interior con José María Aznar y una de las figuras emblemáticas de la lucha contra ETA, anunciaba públicamente su renuncia a volver a encabezar la lista electoral del PP en los comicios europeos de mayo.

Su decisión "ha dejado al descubierto en toda su rotundidad las discrepancias que existen entre una facción del partido en la que militan históricos 'pata negra' y el nuevo PP, plegado a la política 'sin garra" que le achacan los críticos.

El propio Aznar, presidente de honor del PP, confirmaba la fractura al anunciar que no acudirá a la Convención Nacional del partido este fin de semana en Valladolid, donde estaba prevista su intervención en la apertura.

Un plantón a Rajoy, el delfín que eligió como sucesor pero del que desde muy pronto se apartó con sus críticas, primero cuando era jefe de la oposición y luego ya siendo jefe del Ejecutivo.

La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, trató de minimizar el asunto reduciéndolo a "una cuestión de agenda". Pero, a tenor del espacio dedicado al tema en digitales, radios y televisiones, no tuvo mucho éxito en su empresa. "Una agenda no se puede transformar en una ruptura de partido", defendió Cospedal.

El vaso del ala más conservadora se llenó en estos algo más de dos años que Rajoy lleva al frente del gobierno. Su política fiscal, con la que incumplió el programa electoral al subir impuestos, sentó mal. El propio Aznar lo hizo saber en varias ocasiones.

Luego llegó el desafío independentista de Cataluña, donde el jefe del gobierno regional, Artur Mas, pretende celebrar un referéndum de autodeterminación el 9 de noviembre. Los más conservadores achacan tibieza a Rajoy por ir dejando pasar el tiempo, fiel a su estilo, sin la respuesta contundente que les gustaría.

Y a ello se suma el tema de ETA, en el que recriminan al jefe del Ejecutivo haber acatado sin más el fallo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que obligó a la excarcelación de etarras a los que de forma retroactiva se les habían aplicado medidas para evitar su salida de prisión una vez cumplida la condena.

El acatamiento de ese fallo y de decisiones de la Justicia como la que permitió este mes a los excarcelados reunirse en un acto público en el País Vasco alimentaron las críticas.

Y también la tensión con el gobierno de asociaciones de víctimas del terrorismo que no hace tantos años salían a la calle con Rajoy protestando por la política antiterrorista del socialista José Luis Rodríguez Zapatero y su malogrado diálogo con ETA. "Este gobierno ni ha negociado ni va a negociar con ETA", manifestó Cospedal.

Rajoy intentó sin éxito ganarse con la polémica reforma del aborto a ese sector más duro.

Un sector del que él mismo proviene como delfín de Aznar pero del que se apartó definitivamente en 2008. En medio del cuestionamiento de su liderazgo tras la segunda derrota electoral consecutiva frente a Zapatero, aquel año dio el puñetazo en la mesa con una profunda remodelación que dejó fuera de la dirección a muchos aznaristas.

La restrictiva reforma del aborto, que no llegará al Parlamento hasta después de las elecciones europeas, ha contentado quizá a los más conservadores, pero ha provocado polémica y crítica en la sociedad española, pero también en el sector centrista del propio PP.

La grieta interna en el partido se extiende justo en el momento en el que el Ejecutivo está más confiando en la salida de España de la grave crisis económica, el gran reto de Rajoy desde que llegó a La Moncloa en 2011 y cuya gestión, con duros ajustes y recortes, ha pasado al partido cara factura en las encuestas.

Ahora habrá que ver cómo influye todo en el resultado del PP en las elecciones europeas de mayo. "Las grietas son muy importantes y llegan en un momento difícil para España. Rajoy tiene que hacer algo cuanto antes", citó "El País" a un veterano del partido.

Dejá tu comentario

Te puede interesar