A contramano de lo que ocurrió en el plano nacional, Sergio Massa derrotó a Javier Milei en la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, la diferencia de poco más de un punto de poco le sirvió para dar una pelea en la que corría con desventaja en Córdoba, Mendoza y Santa Fe, los otros tres distritos clave.
La batalla en la Provincia, clave en el triunfo de Javier Milei
Impulsado por el voto del Conurbano, Sergio Massa ganó la pulseada bonaerense por apenas un punto y no pudo hacer la diferencia. Reordenamiento del peronismo y Kicillof ante su mayor desafío.
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Allí el postulante de La Libertad Avanza (LLA) terminó arrasando. Lejos del 60/40 con el que los armadores peronistas especulaban, Massa cosechó el 50,7% en territorio bonaerense frente al 49,2% del economista, una distancia insignificante para las pretensiones del oficialismo.
Según el escrutinio provisorio, el líder del Frente Renovador (FR) obtuvo 4.919.211 votos mientras que Milei alcanzó los 4.776.711. La buena performance del libertario se sustentó principalmente en el interior provincial, mientras que el peronismo se sostuvo en el Conurbano aunque no alcanzó guarismos que le permitieran despegarse de la inclinación en favor de LLA.
La batalla bonaerense entre Sergio Massa y Javier Milei
El ministro de Economía ganó en las estratégicas Primera y Tercera Sección Electoral -esta última congrega a La Matanza y Lomas de Zamora, los dos partidos más populosos-, pero cayó en la Segunda, Cuarta, Quinta, Sexta y Séptima. También en la capital La Plata.
El desagregado muestra que Milei se impuso sólo en seis municipios del Conurbano bonaerense. Morón, Pilar, San Isidro, San Miguel, Tigre y Vicente López, todos de la Primera Sección Electoral, fueron los únicos lugares del populoso cordón del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) en los que el libertario triunfó.
La diferencia más holgada la obtuvo en San Isidro: 64,65% (130.059 votos) del diputado nacional contra 35,34% (71.104) del ministro de Economía. Un número similar se registró en Vicente López (62,60% -106.078 votos- para el libertario y 37,39% -63.362- para el funcionario nacional). Sin embargo, de esos distritos llamó la atención Tigre, ya que se trata del terruño de Massa: ahí fue 52,05% (128.526 votos) en favor de Milei y 47,94% (118.382) para el local.
En el resto de los partidos del Conurbano, el candidato de Unión por la Patria salió primero, aunque no con la potencia electoral que necesitaba. Únicamente en Florencio Varela y en La Matanza el postulante oficialista pudo superar las 60 puntos: 63,14% y 61,19%, respectivamente.
Además, en dos distritos hubo casi un empate y la diferencia fue mínima: en Tres de Febrero Massa logró 50,09% (105.705 votos) y Milei, 49,90% (105.315); y en San Fernando, 50,15% (50.181) para el tigrense y 49,84% (49.865) para el libertario.
El rol de los intendentes
Tal como ocurrió en el escenario nacional, la preocupación de UP pasaba por si, una vez pasadas las elecciones generales -en las que muchos intendentes jugaron su reelección-, los alcaldes se mantendrían activos.
Desde los municipios juran y perjuran que así fue. “Paramos solo un día después de las generales para recobrar fuerzas y desde entonces no descansamos ni un minuto. Pusimos todo”, indicaron desde una localidad de la Primera Sección donde el peronismo ganó. Esa gimnasia fue seguida de cerca por el propio Kicillof.
Luego de asegurar su reelección el 22-O, con casi el 45% de los votos y 20 puntos de distancia de su perseguidor, el cambiemita Néstor Grindetti, el gobernador se tomó el trabajo de reunirse con todos los jefes comunales justicialistas, divididos según sus secciones electorales. “La campaña termina el 19 de noviembre, con Sergio Massa en la Casa Rosada”, repetía el mandatario en cada encuentro y acto en el que tomó la palabra.
Es que, en los comicios de octubre, el peronismo exhibió todo su potencial y no solo logró retener las intendencias que puso en juego sino que le arrebató 16 a JxC, incluyendo bastiones como Olavarría, Bahía Blanca, Lanús y La Plata.
En la capital bonaerense, por caso, el triunfo de Julio Alak sobre Julio Garro terminó saldándose por una diferencia ínfima, luego de una larga batalla judicial. En aquella jornada se materializó a la perfección el plan inicial de algunos dirigentes del oficialismo: alimentar a La Libertad Avanza para partir a la oposición.
Al menos en el territorio, la estrategia funcionó: los candidatos libertarios terminaron restándoles votos a sus pares de Juntos por el Cambio. Kicillof, por entonces, ganó en siete de las ocho secciones. Negocio redondo para la cosecha de UP.
Pero al igual que en las demás provincias, las valoraciones de la población sobre la gestión local poco tienen que ver con lo que se elige a nivel nacional.
Por ejemplo Milei no tiene gobernadores propios y sin embargo ganó en 21 distritos, mientras que el peronismo, hoy día accionista mayoritario en el país, solo se impuso en cuatro: Buenos Aires, Santiago del Estero, Formosa y Chaco. En esta última el final fue tan cerrado que la pintura celeste llegó recién en el escrutinio definitivo.
Ahora uno de los grandes interrogantes que se posa sobre el futuro de un jusiticialismo a priori disperso y sin jefaturas claras. Con Alberto Fernández en retirada y una alta imagen negativa a cuestas, Sergio Massa todavía asimilando el golpe y sosteniendo la economía y Cristina abocada a su frente judicial, el repliegue es evidente. Además, el PJ perdió Chubut, Chaco, San Juan, San Luis, Santa Fe y Entre Ríos en manos de JxC.
Tampoco logró arrebatarle a la coalición amarilla la Ciudad, Jujuy, Mendoza y Corrientes. Tal fue el golpe que Alicia Kirchner cayó en Santa Cruz -kilómetro cero del kirchnerismo- contra el petrolero Claudio Vidal.
La dispersión del peronismo
La reconfiguración del mapa demuestra que, por estas horas, la figura excluyente y que mejor parada sale es Axel Kicillof. El exministro de Economía podría liderar a los gobernadores propios, que el año próximo serán 9.
Buenos Aires asoma así como la el faro de un peronismo herido. Rápido de reflejos Kicillof ya reunió a su equipo para analizar el escenario venidero. Sabe que gobernar “el país dentro del país” con la Casa Rosada como enemiga será un desafío de peso.
Más aún cuando Milei ya declaró que los intendentes serán los responsables de asegurar el financiamiento de la obra pública en sus municipios. Las alarmas se encendieron en todo el tablero.
Y hay más problemas. En tiempos de barajar y dar de vuelta, la nueva hora bonaerense plantea una pulseada entre las tribus peronistas en búsqueda de posicionarse a futuro. Hoy día Máximo Kirchner es el titular del Partido Justicialista local.
El diputado acusó recibo del escándalo que le valió a Martín Insaurralde su eyección de la gestión y la posterior disolución de la Jefatura de Gabinete. Su apellido había sido acercado por el propio Kirchner, quien ahora ve cercada su posición por el lógico avance del gobernador.
Antes de octubre distintos dirigentes ya vaticinaban sus deseos de empoderar al mandatario sea quien conduzca en caso de ganar la reelección. “Es lo natural”, subrayaban, manifestando su malestar con la omnipresencia del hijo de la vicepresidenta.
Tras los comicios, el tablero en el Conurbano quedó repartido entre alcaldes históricos y dirigentes de La Cámpora. Entre los primeros figuran barones ortodoxos como Fernando Espinoza (La Matanza), Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas), Gustavo Menéndez (Merlo), Mariano Cascallares (Almirante Brown) y Fernando Gray (Esteban Echeverría).
En tanto, la agrupación referenciada en Cristina Kirchner cuenta con 12 jefaturas municipales. Además de retener Quilmes con una elección histórica de Mayra Mendoza, derrotó al cambiemita Diego Kravetz en Lanús -terruño de Grindetti- de la mano de Julián Álvarez y ungió a Damián Selci en Hurlingham, tras derrotar en la interna a Juanchi Zabaleta.
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