13 de febrero 2024 - 18:30

La otra guerra de Israel

Las guerras tienen muchas dimensiones. Una de esas es la económica. Justo cuando Israel comienza a necesitar de fondos para mantener sus acciones en contra de Hamas, asoma su cabeza "el enemigo” menos pensado, uno al que los argentinos bien conocemos: las calificadoras de riesgo

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La deuda a... “observación”

El 17 de octubre del año pasado, apenas 10 días después del monstruoso ataque de la guerrilla de Hamas a Israel, la gente de Fitch Ratings, la tercer mayor calificadora de riesgo soberano del mundo, anunciaba que colocaban el “A+” con que evaluaba la deuda soberana israelí en un proceso de revisión negativa.

Una semana después, el 19, era el turno de la primera de los peso pesados, Moodys Investors Service, que ponían su evaluación “A1” bajo una revisión a la baja, señalando “El perfil crediticio de Israel ha demostrado ser resistente a ataques terroristas y conflictos militares en el pasado. Sin embargo, la gravedad del actual conflicto militar plantea la posibilidad de un impacto crediticio material y duradero. La revisión se centrará en la probable duración y escala del conflicto, y en evaluar sus implicaciones para las instituciones de Israel, en particular la efectividad de su formulación de políticas, sus finanzas públicas y la economía. El período de revisión puede ser más largo que los típicos tres meses” (en castellano: “les vamos a dar un “changüí” antes de decidir cualquier cosa”), agregando “Israel ha experimentado tensiones políticas internas durante algunos años, que han planteado desafíos para la formulación de políticas eficaces. La formación de un gobierno de unidad tras el inicio de un conflicto militar probablemente respaldará una mayor cohesión interna mientras dure el conflicto. La revisión evaluará la capacidad del gobierno para implementar políticas para mitigar el impacto económico y fiscal del conflicto y orquestar una futura recuperación de la crisis”.

Con esto, a la siempre más renuente Standard & Poor´s no le quedó más remedio que hacer otro tanto y manteniendo su evaluación de “AA-“ (un “notch” arriba de lo de sus competidores) seguirlas el día 24 anunciando una rebaja en la perspectiva de esta deuda de "estable a "negativa", con el argumento que “La perspectiva negativa refleja el riesgo de que la guerra entre Israel y Hamas se extienda más ampliamente o afecte las métricas crediticias de Israel de manera más negativa de lo que esperamos” agregando que “Actualmente asumimos que el conflicto seguirá centrado en Gaza y no durará más de tres a seis meses”. No hace falta agregar que parece que le erraron fiero.

Medio en broma, medio en serio siempre se dijo en “el mercado” que luego de las reformas económicas de 1985 (en 1980 la inflación fue de 133% anual, en 1983 de 191% y en 1984 llegó a 445%, algo parecido pero muy diferente al actual caso argentino) la deuda de Israel era “de teflón”, ya que ni las crisis políticas ni las sucesivas guerras, recesiones o expansiones la mellaban. Claramente lo de las calificadoras era el primer rasguño que recibía en la cara el estado israelí, pero prudentemente, no hubo ninguna reacción oficial.

Casi una traición

Como dice el subtítulo y mientras los argentinos seguíamos las andanzas de nuestro presidente Milei y su comitiva, así tomaron en Jerusalén este viernes la desición de la gente de Moody´s de rebajar la calificación de la deuda de Israel de A1 a A2 . Por primera vez en la historia, una calificadora de riesgo le bajaba el pulgar a Israel.

En principio, los argumentos para la medida son sólidos. Según el comunicado:

“El principal factor de la rebaja de la calificación de Israel a A2 es la evaluación de Moody's de que el actual conflicto militar con Hamás, sus efectos posteriores y consecuencias más amplias aumentan físicamente el riesgo político para Israel, así como debilitan sus instituciones Ejecutivas y Legislativas y su fortaleza fiscal, en el futuro esperado”

“Al mismo tiempo, las finanzas públicas de Israel se están deteriorando y la tendencia a la baja del ratio de deuda pública que proyectábamos antes, ahora se ha revertido. Moody's espera que la carga de la deuda de Israel sea materialmente mayor a la proyectada antes del conflicto”.

“La perspectiva negativa refleja la opinión de Moody's de que los riesgos a la baja se mantienen en el nivel de calificación A2. En particular, persiste el riesgo de una escalada que involucre a Hezbollah en el norte de Israel, lo que tendría un impacto potencialmente mucho más negativo en la economía de lo que actualmente supone el escenario base de Moody's. En tal escenario, las finanzas gubernamentales también estarían bajo una presión más intensa”.

“En términos más generales, las consecuencias del conflicto en Gaza para el perfil crediticio de Israel se manifestarán durante un largo período de tiempo. El impacto negativo sobre las instituciones y/o las finanzas públicas del país descrito anteriormente puede resultar más severo de lo que Moody's evalúa actualmente”.

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Moody´s es casi siempre la primera en bajar el pulgar, luego le siguen las otras calificadoras de riesgo

Moody´s es casi siempre la primera en bajar el pulgar, luego le siguen las otras calificadoras de riesgo

Dejemos de lado que los de la calificadora no hablan del fracaso que hasta ahora está teniendo el presidente yanqui, Joe Biden, para conseguir que el Congreso le aprueba un paquete de ayuda a Israel que vino creciendo de U$D 2,000 millones en octubre a U$D 17,600 millones a hoy -dicen que en estos momentos Biden y el primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu no se hablan-, lo que llama la atención del comunicado es que insólitamente deslizan lo de “riesgo político” y debilidad de las instituciones”.

La respuesta del gobierno israelí fue prácticamente inmediata y la furia del Netanyahu fue tal que violando el precepto del Sabbath Judío -las malas lenguas sospechan que la gente de Moodys, a propósito, lanzó el comunicado un viernes a la tarde- retrucó: “La economía israelí es fuerte. La baja en la calificación no está relacionada con la economía, se debe enteramente al hecho de que estamos en una guerra” finalizando “La calificación volverá a subir en el momento en que ganemos la guerra, y ¡ganaremos la guerra!”. Después fue el turno durante todo el fin de semana y ayer del presidente del banco central Amir Yaron y toda una suerte de funcionarios de salir a retrucar a los de la calificadora. Pero ya era tarde, para el mercado global la fama de invencibilidad de la deuda de Israel se había quebrado.

La Furia de “Bibi”

Lo que enfureció a “Bibi”, como se lo conoce popularmente a Netanyahu, fueron un par de párrafos del comunicado, y en particular lo que para ser sinceros -independientemente de que tengan razón o no- son comentarios de carácter político, algo muy inusual por parte de cualquier calificadora, que apuntaban directamente hacia él.

“Un factor clave para la rebaja de las calificaciones a A2 es que la elevada exposición de Israel a los riesgos políticos probablemente persistirá en el futuro previsible, incluso aunque se reduzca la intensidad o se detengan los combates en Gaza”.

“Los mayores riesgos de seguridad se relacionan con un mayor riesgo social para Israel. A su vez, este entorno debilita las instituciones del país, en particular las ejecutivas y legislativas que, en el futuro previsible, dedicarán una importante capacidad institucional a restablecer la seguridad. La evaluación de Moody's también tiene en cuenta el sólido historial y los recientes indicios de la fortaleza de la sociedad civil y el poder judicial, que han demostrado proporcionar controles y equilibrios sólidos. El Tribunal Supremo anuló el intento del gobierno de restringir la supervisión judicial, subrayando la fuerza y la independencia del poder judicial. Además, la fuerza de la sociedad civil ha quedado de manifiesto desde el inicio del conflicto militar”.

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Javier Milei y Benjamín Netanyahu dos días antes de la

Javier Milei y Benjamín Netanyahu dos días antes de la "traición" de Moody´s

El efecto de la rebaja

Por ahora, la decisión de Moody´s de bajarle el pulgar a Israel no ha tenido ningún efecto apreciable.

En diciembre el proyecto del presupuesto israelí 2024 estimaba que, de finalizar las acciones armadas en marzo, se necesitarían U$D 13,800 millones más otros U$D 5,500 millones por gastos civiles y otros, para cubrir el costo de la guerra con Hamas. Por ese entonces las estimaciones privadas hablaban de unos U$D 260 millones diarios lo que serían U$D 33,800 a hoy. A principios del mes pasado, Ynet, uno de los sitios de noticias más populares en Israel, ya definía el costo de la “Operación Espada de Hierro” como la campaña militar más cara en la historia de Israel, superando los U$D 59,200 millones (esto, sumando lo militar a las compensaciones y gastos civiles devenidos), lo que a ese ritmo hoy estaría superando U$D 80,000 millones.

La realidad es que hasta que no termine la contienda, nadie sabe cuánto puede llegar a costar esta guerra (el Banco Central habla de unos U$D 70,000 millones). Por lo pronto, el gobierno ya revisó su proyección del déficit 2024 elevándola a 6.6% del PBI -el presupuesto debería aprobarse hacia fin de mes-, que bien podría ser el mayor en al menos los últimos 25 años (a lo que serían un faltante de U$D 34,000 millones hay que sumar un “rollover” de la deuda "vieja" por U$D 23,100 millones). Lo que es claro es que, si no emite y la ayuda yaqui sigue empantanada, Israel deberá solventarlo emitiendo mas deuda.

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Este año se espera una emisión de bonos soberanos por 170,000 millones de shekels o U$D 46,275 millones a colocarse en el mercado local y 50,000 millones o U$D 13,600 millones en el externo, solo detrás del récord por la pandemia en 2020

Este año se espera una emisión de bonos soberanos por 170,000 millones de shekels o U$D 46,275 millones a colocarse en el mercado local y 50,000 millones o U$D 13,600 millones en el externo, solo detrás del récord por la pandemia en 2020

Los fondos de pensión y otros inversores institucionales locales tienen un tesoro de unos U$D 817,000 millones que históricamente le permitieron al gobierno fondearse mayoritariamente en el mercado local (la deuda en bonos del gobierno es de U$D 81,700). Esto significa que de no prolongarse la guerra más allá de julio, el Tesoro no tendría grandes problemas para conseguir 170,000 millones de shekels o más dentro del país, sin que esto modifique significativamente las tasa de los bonos locales, que después del susto de octubre pasado, están operándose debajo del 5% a 10 años.

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El salto de los Credit Default Swaps -seguros contra default- en octubre, llevo al gobierno israelí a apelar a colocaciones privadas de deuda

El salto de los Credit Default Swaps -seguros contra default- en octubre, llevo al gobierno israelí a apelar a colocaciones privadas de deuda

La duda es con la porción externa de la deuda. Si bien tradicionalmente menos del 17% del fondeo total anual israelí se realiza en el extranjero y la tasa en dólares de los títulos a 10 años continúa rondando el 5.6%, con la guerra el costo de los Credit Default Swaps -seguros contra default- más que se duplicó y hoy Israel conlleva un riesgo de defalco mayor al de países como México o Indonesia. Esto hizo que en lo que va del 2024 el gobierno apelara a emisiones de carácter privado (4 en lo que va del año por U$D 9.000 millones, 350% más que doce meses antes) en su búsqueda de no agitar las aguas.

El problema es que a medida que más se prolongue la guerra, más crítico se vuelve el fondeo externo -es mayor la chance de sobre-demandar el mercado interno- y más gravitante la decisión de Moody´s -a la que seguirían las otras calificadoras si no se avizora pronto algo parecido al fin del enfrentamiento armado- de bajarle el pulgar a Israel.

Esto no significa que Israel no vaya a conseguir al dinero que necesita, lo va a conseguir. El peligro es deba hacerlo a un costo que repercuta sobre futuro.

La solución es simple: PAZ

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