22 de septiembre 2025 - 10:41

¿Los Rothschild se van de la revista The Economist?

La dirección de la influyente publicación británica dejaría de estar bajo la órbita de la emblemática dinastía europea. El legendario banco de inversión Lazard tiene el mandato de la operación.

Para los expertos del negocio, la venta de acciones de estos centenarios accionistas respondería a la merma del número de lectores que viene en declive desde hace más de una década.

Para los expertos del negocio, la venta de acciones de estos centenarios accionistas respondería a la merma del número de lectores que viene en declive desde hace más de una década.

El mundo de los negocios y de las comunicaciones a nivel global se sacudió días atrás al conocerse que la magnate y filántropa británica Lynn Forester de Rothschild está considerando vender una participación familiar de larga data en la emblemática revista “The Economist” en la mayor reestructuración de la propiedad de la revista en una década.

Según consigna la agencia Bloomberg, y se hacen eco desde The Telegraph, The Times, y otros medios internacionales, Rothschild contrató asesores del legendario banco de inversión Lazard para explorar la venta de una participación minoritaria del 20%, con derecho a voto, por hasta 400 millones de libras (unos u$s540 millones).

Analistas del mercado editorial explican que cualquier venta representaría el cambio de propiedad más drástico para el semanario de más de 182 años desde 2015, cuando la editorial educativa británica Pearson vendió la mayor parte de su participación del 50% junto con la venta del periódico británico especializado “The Financial Times”. Cabe señalar que la revista se fundó en 1843 y desde entonces ha contado con la inversión de la familia Rothschild.

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The Economist pierde lectores: las causas

Para los expertos del negocio, la venta de acciones de estos centenarios accionistas respondería a la merma del número de lectores que viene en declive desde hace más de una década. Los datos del mercado dicen que en 2015 The Economist tenía una audiencia de 1,6 millones y ahora descendió a 1,2 millones, similar a la que tenía a principios de la década de 2000.

Los críticos señalan que The Economist se inclinó cada vez más hacia la izquierda durante este período, con una marcada hostilidad hacia la administración Trump. Titulares como: "Donald Trump es impopular. ¿Por qué es tan difícil hacerle frente?", "La siniestra brillantez del teatro de seguridad de Donald Trump" y "La terrible política comercial de Donald Trump lo sobrevivirá", se han convertido en un tema recurrente en la publicación.

A la vez también destacan que The Economist tiene una ideología agresivamente globalista, con numerosos artículos que advierten sobre un posible desastre si el orden actual se ve alterado por el populismo, las restricciones al comercio internacional o un enfoque en la producción nacional en lugar de la externalización. Además, sostienen que siguen defendiendo la inmigración masiva a Occidente desde países en desarrollo, explotando las falacias comunes de los progresistas, incluyendo la afirmación de que las economías occidentales no pueden sobrevivir sin el crecimiento poblacional derivado de la migración.

Para fundamentar estos argumentos, explican los críticos, suelen utilizar datos de expansión del PIB como prueba de que la inmigración masiva mejora las economías occidentales, cuando en realidad se trata de más gasto público vinculado con subsidios y programas de asistencia social. Por ende, sostienen los críticos, no se trata de una mejora económica legítima, sino de una redistribución de la riqueza a escala global. Esta es alguna de las muchas narrativas controversiales que The Economist ha promovido a lo largo de los años.

También la revista es conocida por sus inquietantes portadas anuales con predicciones, que algunos consideran repletas de simbolismo y mensajes secretos, y otros sugieren que es una plataforma para que globalistas como los Rothschild tanteen las aguas de las políticas orwellianas.

Los expertos del negocio sostienen que a medida que disminuye el número de lectores de los medios corporativos y más personas recurren a fuentes alternativas en internet, publicaciones tradicionales como The Economist se enfrentarán a numerosos obstáculos para crecer en los próximos cinco años. En tal sentido, los Rothschild son bien conocidos por su asombrosa habilidad para abandonar las malas inversiones antes de una caída mayor, por lo que la larga relación de The Economist con la familia ya no bastaría para mantener su interés.

El legado de los Rothschild

Lo cierto es que Lynn Forester de Rothschild, de 71 años, quien se casó con el difunto Sir Evelyn de Rothschild en 2000, heredó y amplió sus propiedades, y juntos crearon E.L. Rothschild, una “family office” con inversiones que abarcan empresas públicas, privadas y bienes raíces.

Ahora ella (de novia hace un año con Lord Maurice Saatchi, cofundador en los ´60, junto a su hermano Charles, de Saatchi & Saatchi, una de las mayores empresas de publicidad y comunicación del mundo) puso en manos de Lazard la supervisión del proceso de venta de la participación accionaria, que se encuentra en una fase inicial, compuesta por acciones con derecho a voto. Esta operación, sería la primera reestructuración importante desde que Pearson vendió la mayor parte de su participación del 50% hace una década, lo que permitió a la familia italiana Agnelli, a través de su firma de inversión Exor, convertirse en el mayor accionista de la revista, con una participación del 43,4%.

Según los expertos del sector los posibles compradores esta vez son personas con un alto patrimonio neto o empresas familiares, ya que The Economist suele ser visto como un activo trofeo con valor a largo plazo, en lugar de un vehículo para obtener retornos financieros rápidos. De acuerdo con datos del mercado, The Economist Group, propietario de la revista semanal, el sitio web, los podcasts, la Economist Intelligence Unit y el negocio de eventos Economist Impact, emplea a más de 1.500 personas en 26 países, y en 2024 reportó ingresos de 369 millones de libras (u$s497 millones) un 3% más que el año anterior, con un beneficio operativo de 48,1 millones de libras (u$s65 millones) mientras que las suscripciones aumentaron un 3%, hasta alcanzar los 1,25 millones, incluyendo un aumento del 8% en los clientes exclusivamente digitales.

Un dato no menor: como se trata de una revista con alta reputación de independencia e influencia en los círculos políticos y empresariales globales, lo que atrae una base de suscriptores leales y anunciantes Premium, la venta deberá adaptarse a la inusual estructura accionaria, diseñada precisamente para preservar su independencia editorial. Su capital se divide en acciones ordinarias, acciones especiales "A", acciones especiales "B" y acciones fiduciarias. Las acciones del fideicomiso están en manos de fideicomisarios independientes, cuyo mandato es salvaguardar la libertad editorial y aprobar decisiones corporativas importantes. Exor posee la totalidad de las acciones "B", lo que le otorga influencia en los nombramientos de la junta directiva, mientras que hay más de 100 accionistas "A".

En tal sentido, Forester de Rothschild controla aproximadamente el 26,7% del capital total emitido, incluyendo acciones "A" y ordinarias. Las normas, fundamentalmente, impiden que cualquier accionista, o grupo que actúe en conjunto, posea más del 50% de los derechos de voto, esto significa que su participación no puede transferirse simplemente a Exor ni a ningún otro actor estratégico sin la aprobación del fideicomisario.

Vale recordar que Forester de Rothschild cuenta con una extensa trayectoria empresarial, tras fundar la empresa estadounidense de telecomunicaciones FirstMark Communications a fines de los ´90 y formar parte del consejo de administración de Estée Lauder. Según dicen en el mercado, la decisión de explorar una venta se considera parte de una revisión estratégica más amplia por parte de E.L. Rothschild y The Eranda Foundation, que también posee acciones en The Economist.

Pero lo cierto es que con el nombramiento de Lazard, la búsqueda de posibles compradores ya está en marcha, y cualquier acuerdo podría redefinir el equilibrio de poder en una de las empresas más influyentes del mundo. Si se completa, la transacción no solo representaría una oportunidad única de comprar una de las marcas de medios más reconocidas del mundo, sino que también marcaría el final de la gestión de dos décadas por parte de Lynn Forester de Rothschild de una de las instituciones periodísticas más celosamente protegidas de Gran Bretaña.

Con respecto a la anterior operación de una década atrás, cabe recordar que la británica Pearson vendió su participación de un 50% en el Economist Group por 469 millones de libras esterlinas (u$s730 millones) a la familia Agnelli, que pasó a ser el mayor accionista, y a otros accionistas como las familias Cadbury, Layton, Rothschild y Schroder.

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