En una era donde los avances científicos prometen alargar la vida y retrasar el envejecimiento, las élites económicas encontraron un nuevo terreno para invertir su fortuna: su propio cuerpo. Ya no se trata solo de cirugías estéticas o tratamientos rejuvenecedores, sino de intervenciones radicales, rutinas cronometradas y tecnologías biomédicas que desafían los límites de la biología humana.
Quién es Bryan Johnson, el polémico multimillonario que busca vivir 150 años e invierte en peligrosos tratamientos
El empresario se convirtió en un símbolo de los excesos en torno a la longevidad, con un estilo de vida muy controversial.
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El empresario millonario que convirtió su vida en un experimento.
Detrás de esta nueva cruzada, hay referentes del mundo del espectáculo, la tecnología y las finanzas. Algunos optan por discretas rutinas de bienestar mientras que otros, en cambio, transforman su vida en un experimento público. En este último grupo aparece uno de los nombres más resonantes del presente, un emprendedor que llevó su obsesión con la longevidad a niveles extremos, convirtiéndose en un fenómeno mediático y científico por igual.
Quién es Bryan Johnson
Bryan Johnson es un empresario estadounidense que se hizo conocido tras vender su empresa Braintree, una plataforma de pagos electrónicos, a PayPal en 2013 por 800 millones de dólares. Con apenas cuarenta años, ya había logrado una fortuna propia, independencia económica y un lugar destacado en el mundo tecnológico. Pero para Johnson, ese éxito era apenas el comienzo.
Criado en una familia mormona en Utah, Johnson tuvo una infancia marcada por dificultades económicas y conflictos personales. Esos años forjaron su carácter y su obsesión con el rendimiento y el control. En entrevistas confesó que, durante su adolescencia, enfrentó problemas de salud mental y que, más adelante, luchó contra una depresión que lo empujó a repensar su propósito. Fue en ese contexto que surgió su interés por la biotecnología, la medicina regenerativa y la longevidad.
Su inquietud lo llevó a fundar Kernel, una empresa de neurotecnología enfocada en desarrollar dispositivos para explorar el cerebro humano. Pero sería con Blueprint, su programa personal de longevidad, con el que alcanzaría notoriedad mundial. A través de este proyecto, Johnson convirtió su cuerpo en un laboratorio viviente, documentando cada uno de sus pasos y reuniendo un equipo médico dedicado exclusivamente a revertir el envejecimiento de sus órganos.
El deseo de Bryan Johnson de llegar a los 150 años
Blueprint no es solo una rutina de bienestar: es un sistema integral que incluye el consumo de más de 100 pastillas diarias, transfusiones de sangre (incluso de su propio hijo), dietas estrictamente calculadas y un seguimiento biomédico exhaustivo. Johnson vive bajo reglas precisas que regulan desde su hora de dormir hasta los minutos de exposición solar, y todo está registrado y evaluado en tiempo real por su equipo médico. Su objetivo es mantener el funcionamiento de sus órganos como si aún tuviera 18 años.
Más allá de lo personal, Johnson transformó su búsqueda en una causa pública. Afirma que no solo quiere extender su propia vida, sino también democratizar el acceso a los conocimientos que está generando sobre envejecimiento. Para eso, comparte abiertamente sus rutinas, resultados y fracasos en redes sociales, donde tiene una creciente comunidad que lo sigue como un gurú de la longevidad.
Sin embargo, no todos ven su cruzada como algo filantrópico. Muchos expertos advierten que sus métodos no están validados por la comunidad médica y que su forma de promover ciertos tratamientos puede inducir a errores graves. Para Johnson, los riesgos valen la pena si el premio es reescribir el destino biológico del ser humano. Para otros, su caso representa el extremo más riesgoso de una frívola tendencia.
Las polémicas detrás de Bryan Johnson
El modelo de vida de Bryan Johnson genera críticas por su carácter extremo, pero también por las condiciones en las que opera su proyecto. Según revelaciones recientes, varias personas que trabajaron con él afirmaron haber firmado acuerdos de confidencialidad con cláusulas estrictas que les prohíbe compartir información sobre el detrás de escena de Blueprint. Algunos ex colaboradores incluso lo describieron como una figura controladora, obsesionada con la perfección y con escasa tolerancia a la crítica.
A esto se suman las denuncias sobre efectos adversos de algunos de los tratamientos que promueven. Desde la caída en los niveles de testosterona de los consumidores hasta el aumento de casos de prediabetes o síntomas cómo vómitos, náuseas, acidez estomacal y alteraciones metabólicas.
Aunque el magnate afirma que todos sus protocolos están supervisados por médicos y respaldados por datos, distintos especialistas advierten que el uso experimental de terapias como las transfusiones o los fármacos anti-envejecimiento podrían tener consecuencias aún desconocidas.
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