La herencia del país es tan pesada que el ciclo electoral desencadenó una combustión en el mercado, que reaccionó en forma muy negativa a los dichos y contradichos de los principales actores políticos sobre un discurso que ya estaba plasmado en la sociedad.
Argentina puede salir de la crisis sin eventos disruptivos
Mas allá del resultado de las elecciones generales del 22 de octubre, esperamos que el día después prime la calma y que los dólares alternativos encuentren algún nivel de equilibrio. Si bien no esperamos un rally de los activos locales, creemos que no hay lugar para eventos disruptivos.
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El candidato con mayores posibilidades de ganar la elección presidencial no dijo nada nuevo: la dolarización estuvo siempre arriba de la mesa, con la consecuente extinción del peso argentino y el Banco Central.
Tampoco es nueva la situación que atraviesa el país: inflación de dos dígitos, profundización de la desaceleración económica, importaciones limitadas, acotada disponibilidad para acceder a los dólares, hoja de balance del BCRA en niveles preocupantes, reservas liquidas negativas, creciente inseguridad y desencanto social.
En los últimos 20 días, la brecha entre el dólar oficial y los alternativos trepo al 170%, luego de haber lateralizado en torno al 100% por largos meses. Este jueves, anterior al comienzo del fin de semana extra largo, el BCRA volvió a subir la tasa de política monetaria, que ya alcanza el 133%, lo que implica una tasa efectiva mensual del 11%, nivel superior a la inflación de agosto y septiembre. Sin embargo, el aumento de tasas está ligado a sostener una brecha, una presión a la dolarización.
Según voceros del Banco Central, el dólar oficial se sostendría en 350 pesos, independiente del resultado electoral. De ahí surgen las inevitables preguntas de qué pasaría el día después, ante los niveles insostenibles de brecha y el escaso gas que le quede a la institución monetaria. Estimamos que quizás venga alguna otra devaluación, o bien la vuelta a las micro-devaluaciones.
Calma después de la turbulencia
Mas allá del resultado del 22 de octubre, esperamos que luego de las elecciones nacionales prime más la calma. Si hablamos de calma, es que los dólares alternativos encuentren algún nivel de equilibrio; no hablamos de “rally”, de una suba sostenida en los precios de los instrumentos financieros.
Consideramos que el país puede atravesar el tiempo, hasta que llegue el cambio de gobierno, sin eventos disruptivos, incluyendo reestructuraciones de deuda del Tesoro e hiperinflación, por nombrar algunos, y evitar así el listado de debacles que han caído sobre los argentinos en tantos años de crisis.
Mientras tanto, si miramos para afuera, vemos que los inversores internacionales continúan atrapados por la apatía.
Un país atravesando una estacionalidad electoral que lo lleva a un inminente cambio de régimen político, basado en un cuestionado programa económico. Por lo tanto, los precios de los bonos en dólares, que se negocian en los mercados globales, continúan con precios cuyos valores tienen implícitos más de un 90% de probabilidad de default.
El 2024 viene con promesas. El frente externo empujaría a los mercados emergentes tras la esperada baja de tasas de la Fed. En este punto, esperamos ansiosamente que Argentina vuelva a encontrar su lugar perdido como atractivo “high yielder”, encontrando compradores marginales.
Con respecto al mundo local, el 10 de diciembre próximo, la esperanza existe, independientemente del resultado electoral. Esperamos ante todo el reconocimiento de un nuevo gobierno cuya gobernabilidad sea suficiente para garantizar la capacidad de ejecutar las tan esperadas reformas estructurales que lleven a Argentina a la senda de crecimiento sostenido tan anhelada, desde hace ya tantos años.
La herencia es tan compleja que parecería no haber soluciones posibles para este país que eviten disrupciones. Consideramos que los problemas del país se pueden solucionar sin eventos disruptivos, incluyendo reestructuraciones de deuda del Tesoro e hiperinflación, por no nombrar un listado de debacles que han caído sobre los argentinos en tantos años de crisis.
CIO de Adcap Asset Management
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