13 de abril 2004 - 00:00

Argentina: qué hay detrás de la fábrica de pobreza

Argentina: qué hay detrás de la fábrica de pobreza
"En caso de muerte o incapacidad del empleado -padre de familia o sosténuno de sus hijos o cónyuge podrá optar por ingresar al establecimiento a partir de la anteúltima categoría de convenio, sin que existiera para ello impedimento por congelamiento de vacante.» (Tomado de un Convenio Colectivo de Trabajo, hoy en categoría de ultraactivo.)

Datos de la Encuesta Permanente de Hogares elaborada por el INDEC muestran que en los últimos 25 años la distribución del ingreso ha mostrado un deterioro sostenido y lineal. El ingreso de los cinco deciles más pobres dividido por el de los cinco deciles más ricos se deterioró desde un nivel de 32% en 1980 hasta 19% en 2003.

El deterioro del ingreso relativo de los más pobres es la única serie económico-social de la Argentina que no muestra prácticamente ninguna oscilación, ciclo o serrucho: siempre cae. El ingreso relativo de los pobres ha caído con gobiernos autoritarios o democráticos, con gobiernos de derecha o de izquierda, con economía de mercado o con economía estatista y regulada, con economía abierta o con economía cerrada.

Mas aún, el abandono de la década de convertibilidad y el paso a la economía productiva (jubileo incluido) no fue siquiera registrado en la virtual línea recta que describe la caída del ingreso relativo de los pobres.

Viendo la serie temporal observamos que sólo registra una observación atípica que es la correspondiente a 1989, cuando con la hiperinflación cae drásticamente el ingreso relativo de los más pobres, alcanzando un anormal valor de 21%. Este valor anormal se recupera en 1990, llegando a casi 26%, nuevamente sobre la casi inmutable línea recta. ¡ Podría decirse que este evento anormal fue un acto visionario del gobierno de Alfonsín, ya que se anticipó en 14 años al registro de 19% que finalmente se alcanzó en 2003!

En realidad, además de aumentar la pobreza relativa, también ha aumentado la pobreza absoluta en magnitudes difíciles de creer de no provenir de datos oficiales.

La figura 2 muestra la evolución del ingreso real de 50% más pobre de la población. Aquí parece haber habido algo parecido a un ciclo (oscilaciones): cae el ingreso desde el '80 hasta el '89 y sube tímidamente en la década del '90, para luego caer nuevamente a partir de 2000.

Sin embargo, la tendencia nos muestra que el deterioro del ingreso absoluto de los más pobres ha sido de 60% entre 1980 y 2003.

La primera mitad de la convertibilidad no logra recuperar la pérdida de ingreso de los más pobres producida durante el gobierno de Alfonsín. Peor aún, a partir del tequila, la economía de mercado se muestra incapaz de mejorar los ingresos reales de los más pobres. Menem ya enfrenta un peronismo dividido y en aras de construir un poder político no logra continuar el proceso desregulatorio y aperturista que se había iniciado en 1990. Posteriormente, el modelo productivo mostró ser más efectivo que una licuadora, llevando los ingresos de los pobres a niveles aun más bajos que los logrados en 1989.

En un país tan inestable como el nuestro, debería ser objeto de cuidadoso análisis este fenómeno que difiere tanto del comportamientodel resto de las variables socioeconómicas y que aparentemente ha sido independiente de los sistemas políticos o económicos en vigencia. Algún factor fundamental debe existir que hace que en nuestro país los pobres sean relativa y absolutamente cada vez más pobres.

En este país gobernaron los militares, los peronistas de izquierda y de derecha, los radicales y los transversales. Todos ellos tienen una sola cosa en común: convivieron con el poder sindical y aceptaron la regulación del mercado laboral con la excusa de una falsa ética solidaria según la cual más vale un desempleado de por vida que un empleado sin « derechos sociales». Estos « derechos sociales» se convirtieron en un entramado de regulaciones al servicio de los sindicalistas y del Estado. Este participa de esta falsa ética solidaria aceptando financiarse a través de impuestos al empleo. El resultado ha sido la casi total extinción del trabajo en blanco, la explosión del desempleo y la pobreza, y -últimamente-la aparición del crimen como fenómeno omnipresente.

• Incompatibilidad

El sistema de regulación laboral argentino es incompatible con empresas que puedan operar con la escala y la flexibilidad requeridas para ser eficiente en el mundo moderno. El resultado es el florecimiento de la pequeña empresa familiar (sin empleados) y unas pocas empresas industriales enfocadas al mercado interno gracias al paraguas de la protección aduanera.

Nuestra ineficiencia competitiva se ocultó durante la última década gracias a la creación del Mercosur. Nuestra industria ineficiente aceptó la apertura a cambio de expandirse en el mercado brasileño.

El potencial de crecimiento en el Mercosur se agotó en 1999 y, desde entonces, nuestrasexportaciones industriales están en franca declinación, a pesar del nuevo tipo de cambio. Las exportaciones totales muestran una clara tendencia a la concentración en productos primarios, tal como se ve en el cuadro. Entre 2003 y 2000 el complejo soja explica más que la totalidad del aumento de las exportaciones.

El gobierno no ve la regulación del mercado laboral como un problema. En realidad, sistemáticamente han creído que el problema está en que el mercado evade las regulaciones y por eso se legisla para hacerlas cada vez más estrictas y con mayores penas por evadirlas.

También los reguladores creen que el desempleo aumenta porque hay despidos y es por eso que hace ya mucho que tenemos la doble indemnización. También se cree que hay pobres porque ganan poco y por eso se dictan graciosamente aumentos de salarios por decreto.

Regulaciones laborales más estrictas con penas mas severas, aumentos salariales por decreto y despidos costosos sólo logran un único efecto: que cada vez haya menos empresas competitivas y con empleo significativo, y que cada vez haya más empleo en negro ubicado en microemprendimientos poco competitivos. La falta de flexibilidad laboral ha logrado hacer parcialmente real la predicción de Karl Marx: ha creado un ejército de desocupados. La diferencia está en que estos desocupados son mano de obra barata, no para trabajar al servicio de los capitalistas (hoy extinguidos) sino para llenar las plazas en manifestaciones y actos al servicio de los políticos, sindicalistas y piqueteros.

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