17 de mayo 2020 - 00:00

EEUU-China, represalias cruzadas: el Covid-19 espolea la guerra tecnológica

El Covid-19 podrá atribuirse de manera secundaria haber impulsado una "nueva normalidad" en el tablero tecnológico-geopolítico.

Lo sugestivo de este tablero es que el ganador de la partida entre EEUU y China, que apunta al dominio tecnológico, depende en gran medida de Taiwan.

Lo sugestivo de este tablero es que el ganador de la partida entre EEUU y China, que apunta al dominio tecnológico, depende en gran medida de Taiwan.

Shutterstock

El gobierno estadounidense parece haber encontrado el momento de jugar fuerte y quiere vedar a Huawei definitivamente. China va a responder y un tercero puede inclinar la balanza de poder.

La crisis del coronavirus es la excusa perfecta. Los “halcones” en el Congreso de los Estados Unidos están apostando fuerte para que el gobierno sea más duro con China, presionando por medidas punitivas contra Beijing. Ya no son solamente los republicanos Marco Rubio, Tom Cotton o Josh Hawley quienes presionan en tal sentido, sino que han sumado a la influyente senadora demócrata Elisabeth Warren.

El actual trance de la economía se presenta como la oportunidad para ajustar definitivamente la balanza comercial estadounidense con respecto a China, con la redefinición de las relaciones en las cadenas de valor globales en beneficio de la producción nacional. Aunque en realidad, si bien la cuestión comercial es muy significativa, lo que subyace es el dominio de la alta tecnología.

En tal sentido, el Covid-19 ha ralentizado los despliegues de las redes de 5G, tecnología que China domina ampliamente con sus guerreros Huawei y ZTE y en la cual Estados Unidos está visiblemente relegada. No obstante, el hecho de retardar los lanzamientos de la Quinta Generación de tecnología móvil le permite a Washington ganar tiempo y generar una alternativa propia. No le faltan soldados para ello: Qualcomm, Intel, Cisco, AT&T y Verizon entre otros pueden contribuir a un standard abierto (OpenRAN), donde se sumarían también Nokia, Ericsson y Samsung eventualmente, logrando un frente que pueda competir contra los chinos.

Washington estaría avanzando en un bloqueo permanente a Huawei, traducido no solamente en restringir sus ventas en Estados Unidos y sugerir la misma postura a países aliados, sino en obstaculizar la provisión de semiconductores a China, ya sean de manufactura norteamericana o extranjeras.

Beijing esta vez ha recogido el guante y amenaza con represalias. De acuerdo con medios afines al gobierno (específicamente Global Times), si Washington avanza en el bloqueo de la provisión de tecnología a Huawei, China activará una “lista de entidades no confiables” para investigar y/o restringir a Qualcomm, Cisco y Apple, y suspender las compras de aviones a Boeing.

Si Estados Unidos finalmente cumple con la prohibición, China en el corto plazo sufrirá la falta de componentes para sus dispositivos, principalmente aquellos provistos por Qualcomm. Si China responde, Estados Unidos irá perdiendo posiciones comerciales paulatinamente, y deberá rearmar cadenas de valor sin poder contar con todos aquellos eslabones que tiene desplegados en China continental.

Lo sugestivo de este tablero es que el ganador de la partida, que apunta al dominio tecnológico, depende en gran medida de Taiwan. ¿Por qué? Las razones están en su industria de semiconductores, la más avanzada del mundo, nacida y criada por (y desde) el Silicon Valley, la meca californiana de la alta tecnología: la compañía TSMC (Taiwan Semiconductors Manufacturing Company) ya produce microchips con tecnología de 5 nanómetros (medida equivalente a 5 milmillonésimos de metro). La única firma en el mundo que se equipara a TSMC, por su ubicación en la frontera tecnológica, es la surcoreana Samsung Electronic.

¿Porque TSMC es tan importante en este ajedrez de la geopolítica de la tecnología?

Principalmente porque en la actualidad es tanto proveedor de China continental como de Estados Unidos, un ejemplo de que Taiwan mantiene por un lado fuertes lazos industriales, comerciales y de seguridad con los norteamericanos y por el otro de historia, comercio y cultura con el mainland (el continente).

Cabe recordar que la isla de Taiwan ha concentrado desde 1949 a la disidencia nacionalista china que fuera expulsada del continente, estableciendo un gobierno propio con sede en Taipei, a cargo del Partido Nacionalista Chino (Kuomintang), liderado por Chiang Kai-shek.

Originalmente el Kuomintang tuvo la intención de recuperar el mainland, pero con el paso de los años y la fortaleza creciente del Partido Comunista Chino, sus deseos cambiaron hacia la aspiración del reconocimiento internacional de Taiwan como una nación independiente (hoy solo 15 países la reconocen como tal).

Sus pretensiones se han mantenido en pie con un fuerte apoyo económico, militar y logístico de Estados Unidos, a quien Taiwan le reporta como parte del tapón geopolítico que los estadounidenses han creado en derredor de China. Desde el punto de vista estratégico, Washington, a pesar de no reconocer a Taiwan como nación, ha apuntalado a su aliado en el Mar de la China, al mismo tiempo que recuperaba las relaciones con el mainland. De esta manera, fue delineándose fuertemente la particular condición de rivales geopolíticos y socios comerciales entre Estados Unidos y China. Hoy la condición de socios comerciales estaría haciéndose trizas.

Volviendo a Taiwan, si Taipei prioriza su historia y se acerca más a China, el daño de corto plazo que sufrirá la industria de alta tecnología del gigante asiático (dependiente de Estados Unidos) será remediado a la brevedad, y tanto Huawei como ZTE podrán sortear (no sin dificultades) tamaña transformación. Actualmente las cadenas de valor de estas firmas incluyen a firmas norteamericanas como Intel, AMD, Qualcomm, Broadcom, Microsoft, Nvidia y Texas Instruments entre muchas otras. Pero el core de la cuestión está en los semiconductores que produce TSMC.

¿De qué se trata el Plan China 2025?

Si Taipei mantiene (y/o profundiza) sus relaciones con Washington, entonces China continental se verá obligada a apresurar la reducción de la brecha tecnológica que ya tiene pensada a partir del Plan China 2025. Actualmente sólo el 16 % de la demanda de chips que tiene la economía china es fabricada en el país y la mitad de esa producción la efectúan firmas extranjeras. El Plan aspira a lograr para 2025 que el 70% de las necesidades chinas de circuitos integrados sean cubiertas por manufactura local.

Propiamente nacional, en China se destaca como fundidora (fabricante de semiconductores) la firma SMIC, que aspira a tener un rol protagónico en el Plan a pesar de correr de atrás a los grandes players del mercado (TSMC, Samsung). Aún la diferencia de tecnología es abismal, cuestión que ha inducido a Huawei a recurrir a “los grandes” para proveerse de los chips de última generación. Este ha sido, por ejemplo, el caso del procesador Kirin, que en su versión más avanzada está hecho con tecnología de 7nm, que SMIC aún no domina.

Por último, en esta jugada fuerte de Washington contra Beijing entran las compañías estadounidenses, que en el caso de Qualcomm (QCOM), ya ha acusado el golpe, con una caída de más del 5% este último viernes en el valor de sus acciones. Seguramente ya estarán accionándose los lobbies en el Congreso de los Estados Unidos para mantener el status quo…

Podemos ver entonces que la actual progresión en las tensiones entre Estados Unidos y China, si bien está encarnada en un diferendo comercial, apunta al dominio tecnológico. De no frenarse la escalada, principalmente fogoneada desde el Capitolio, el Covid-19 podrá atribuirse de manera secundaria haber impulsado una “nueva normalidad” en el tablero tecnológico-geopolítico. En Washington están haciendo cálculos.

Dejá tu comentario

Te puede interesar